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Lento pero inseguro: San Martín extrañó a los ausentes y desperdició su mejor chance

ANÁLISIS

El Santo podría haber empezado esta semana mirando a todos desde arriba, pero careció de ideas, sufrió la peor noche de Tino Costa y no tuvo el cambio de ritmo que le daban Gonzalo Rodríguez y Juan Imbert. Todo eso, sumado a las virtudes del rival, condujeron a la primera derrota de la Era De Muner.





Nos hubiera encantado escribir el análisis del San Martín puntero en solitario, de los 10 partidos sin perder, de la quinta victoria consecutiva. Hubiera sido hermoso hablar de un equipo sólido, que sigue sin recibir goles y que tiene delanteros que la meten todas las fechas. Pero no será posible nada de eso, y solo tendremos que conformarnos con interpretar una noche insulsa.
 
Y digo "insulsa" porque no termina de ser amarga, porque tal vez persiste un poco del sabor alegre que dejó La Selección el sábado, y las últimas nueve fechas del mismo San Martín. Porque tal vez el hecho de saber que no se puede ganar siempre, haga que esta derrota no duela tanto. También ayuda que ninguno de los de arriba haya ganado, porque la punta sigue al alcance de la mano y el próximo rival es el puntero. Todo eso juega esta noche, en la que irse a dormir temprano será la mejor opción tras un fin de semana agitado.

Era una chance ideal para que San Martín se trepe a lo más alto, habían perdido Tigre y Gimnasia de Mendoza y empatado Atlanta. Pero se sabía Quilmes no iba a venir de paseo, también llegaba con una buena racha invicta de siete partidos. De entrada nomás se plantó en el campo del Santo, tratando de imponer condiciones. Solo esa actitud ya lo hacía un rival más respetable que varios otros.
 
Es cierto que con el correr de los minutos San Martín se fue afianzando y encontrando el dominio al que nos tiene acostumbrado. Sin embargo hoy faltaron varios de los condimentos que hace picante al equipo. Por empezar, sin Imbert, ni Gonzalo Rodríguez en la cancha, el Santo carece, absolutamente de explosión y cambio de ritmo.  Todo es más lento, pausado, previsible y controlable.

Lucas Cano no es un jugador desequilibrante, eso quedó claro otra vez; Cháves tiene clase pero no velocidad; Tino Costa, que no es rápido, hoy estuvo particularmente impreciso, como nunca, fallando hasta en las pelotas paradas, y exagerando con los pelotazos frontales.

Además, los carrileros, Diarte y Sansotre, son dos futbolistas con más vocación defensiva que ofensiva, pueden sumarse al ataque con criterio, pero es difícil que sean los que aporten la creatividad que sus compañeros no están teniendo. De hecho, Sansotre fue el que más llegó por ese costado derecho en el que parecía estar el negocio, sin embargo nunca logró terminarla bien y se repitió en malos centros y malas decisiones.

A todo esto hay que sumarle una noche errática por demás de Marcelo Estigarribia que no erró goles, pero si todos los pases. En ningún momento pudo conectarse con sus compañeros y cada pelota que rebotaba terminaba en los pies algún jugador rival.

Quilmes, por su parte, estaba siempre bien parado, con un libreto bien ensayado y sabiendo que en la pelota parada tenía un arma importante, gracias al buen juego aéreo de sus defensores centrales.  Así llegó el primero, cuando García Basso le ganó a todos y metió un gran cabezazo que dejó parado a Arce.

En el entretiempo, De Muner entendió que debía meter mano en el equipo. Por un lado Lópes, lesionado, fue reemplazado por Sandona; mientras que Daniel González ingresó por Lucas Cano, que casi no la tocó. La idea no estaba nada mal: González se parece más Imbert que cualquier otro y el entrenador trataba de reconciliar al equipo con el juego colectivo de otras jornadas, con un solo 9 y con más desequilibrio en el medio.

El problema estuvo en lo rápido que se desguareció en el fondo, porque apenas iban 8 del complemento cuando Quilmes marcó el segundo tanto que a esa altura tenía la impresión de ser lapidario. Fue un contragolpe fulminante que encontró al Santo totalmente jugado en ataque como si fueron 49 del segundo tiempo.

El 2 a 0 era un resultado demasiado cuesta arriba para un San Martín golpeado, sin ideas y con pocas luces. De Muner siguió intentando y puso a Vella que ya pide titularidad porque, al menos, parece tener esa capacidad para desequilibrar a base de gambeta y velocidad.

El Santo siguió yendo, con dignidad, al frente y de frente, pero chocando. Tuvo alguna que otra que podría haber sido el descuento, sobretodo tiros desde media distancia que se fueron cerca: Tino Costa, Estigarribia, Diarte, Cháves, fueron algunos de los que probaron y casi anotaron.

Sobre el final salió Tino, entre extenuado por el esfuerzo y contrariado por haber tenido, tal vez, su peor partido con esta camiseta. Entró Nicolás Moreno, ese chico peladito que había dejado una buena impresión contra Chacarita y que después no jugó más porque tuvo Covid y se quedó sin oportunidades.

Ahora, este mismo delantero, ya con el pelo crecido, hizo un golazo que fue descuento, orgullo y esperanzas vanas de alcanzar el empate. Sin embargo, es en este chico en el que se encarna lo más positivo de la noche, porque siempre son lindas promesas futbolísticas que nos llegan de las inferiores, de acá, de nuestros pagos.

Por el momento, De Muner deberá encontrar nuevamente ese equilibrio entre posesión y profundidad, entre paciencia y cambio de ritmo, para seguir peleando arriba. El lunes que viene hay revancha contra Tigre, otra vez con la punta al alcance de la mano. Veremos si San Martín la aprovecha.