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Pichi Toledo, puro vestuario y una vida en Atlético Tucumán

HISTORIAS DE ACÁ

Llegó en el 86' y no se fue más, hasta que se jubiló. Triunfos históricos, clásicos inolvidables: él siempre estuvo ahí. En la camilla, en el banco, en la tribuna, donde El Deca lo necesite. De Pancho Pacheco y el Moncho Monzón hasta El Pulga y El Laucha. El Diego. Viajes, concentraciones, asados, victorias y derrotas con la Celeste y Blanca puesta.

Pichi Toledo, listo para la acción en el banco Decano.





"Es mi segunda casa, viví tantos años bajo esa tribuna con los utileros, la gente que trabajaba en el club que uno ama... estoy agradecido de la vida". Sigue emocionado Pichi Toledo. Todavía no se termina de ir y ya quiere volver a Atlético Tucumán. Su Atlético Tucumán. El histórico masajista Decano se jubila dejando atrás un tendal de recuerdos, de días y noches al lado de los cracks, en la camilla y en el campo de juego, en clásicos inolvidables y equipos memorables. Se va con él una insignia del Decano, que recorrió el camino desde el viejo Nacional B, padeció el Federal A y se convirtió en El Gigante del Norte para conocer América. Los pibes que hoy buscan llevar bien alto a El Deca han pasado por su camilla, como aquellos cracks de antaño.

Pichi Toledo llegó a 25 de Mayo y Chile a fines del 86' y desde 1987 fue durante años el principal masajista del Club Atlético Tucumán. Puro vestuario. Viajes, concentraciones, asados, victorias y derrotas con la Celeste y Blanca puesta. A los 22 años trabajaba en Atlético Concepción de La Banda cuando surgió la chance de sumarse al club de sus amores; no la dejó pasar y no se fue hasta que llegó la hora de jubilarse. "Me trajo Hugo García, un gran técnico", recuerda en diálogo con eltucumano y confiesa sentir "angustia de dejar atrás tantos chicos, tantas buenas personas, todos buena gente". Se refiere a los chicos porque estos últimos años estuvo trabajando a destajo en las inferiores de Atlético, esas que hoy rinden el fruto de arduo trabajo los últimos años e ilusionan al Pueblo Decano.

El Buly Suárez y Pancho Pacheco son los primeros ilustres que menciona, aunque lamenta rápidamente no poder nombrar a todos. Tras aquellos primeros años en la B Nacional, Pichi Toledo fue protagonista de los 90' Decanos: "Empezaron a llegar grandes jugadores de afuera, como Pogany, el Rata Rodríguez, un gran amigo como Nilton Pardal. Hoy tenemos un grupo, nos mensajeamos todos los de los '90", rememora. Luego menciona a Pedro Damián Monzón, al Pipa Higuaín, al Murciélago Graciani, a Fernando Clementz, al Pirata Adrián Czornomaz y tantos ilustres que marcaron la década en la que el Decano acarició tantas veces el anhelado ascenso a Primera que llegaría años después, tras conocer antes la oscuridad del Federal A.


La camilla, las fotos y los clásicos

"Hay jugadores que todos los días querían masajes, son mañeros. Se peleaban por la camilla, por un masaje con jabón antes o después del entrenamiento. Tienen ese carisma, son jodones entre ellos. A la hora de tomar mate nos juntábamos, en la pretemporada más después de que les daban una paliza... uno trataba siempre de darles todo para que se sientan bien al otro día, para seguir trabajando", apunta el profesional que ganaba protagonismo estelar en los viajes, alegrando a todos.

De esos viajes, hay algunas fotos que guarda como un tesoro. "Esa virgen siempre la llevábamos con nosotros, es uno de los viajes creo la final con Chacarita", apunta y viaja en el tiempo a aquel equipazo de Humberto Zuccarelli que se quedó a las puertas del ascenso. "'Vení, vení', te decían y te ponían en la foto, por eso tengo tantas. Ahora son un gran recuerdo. Antes se hacían esos viajes largos, íbamos jugando al truco, convivíamos días enteros, semanas y hasta meses", explica mientras bucea entre postales que son parte de la historia noventosa del Decano, que le dejó grandes recuerdos y grandes amigos.


Los clásicos son un capítulo muy especial de los '90 para Atlético Tucumán, y hay momentos que Pichi recuerda con especial cariño. "Afuera se están matando a pedradas, a ladrillazos", se decía con sus pares de San Martín, junto a los equipos de profesionales y utileros que acompañaban a los planteles y entre los que siempre hubo mucha camaradería. "Hasta compartíamos un almuerzo con ellos cuando venían a nuestra casa", subraya. La otra cara del clásico.

Una foto de un clásico lo muestra desaforado, fuera de sí, festejando a rabiar. Raúl Aredes, El Zurdo, acaba de sacar de la galera una vaselina inolvidable por arriba de Orlando Gómez para sellar el 3-1 en El Monumental y poner fin a una racha de cinco victorias al hilo para los de Ciudadela. "En cancha de ellos tengo fotos también festejando, eh", primeréa: uno de los clásicos que tiene presente es aquel 2-3 en Pellegrini y Bolívar, con aquel remate de zurda de Raúl Saavedra y el doblete para la posteridad y para las Madres de Mauro Amato.


Con grandes y chicos

Pichi también es protagonista de este presente Decano, quizás impensado hace 20 años. Los pibes que han pasado por su camilla en Reserva, Inferiores de AFA o los equipos de la Liga tucumana hoy copan la primera y son la bandera de Atlético Tucumán, que quiere volver a ser El Deca de América y jugar copas internacionales. El gran masajista Decano ostenta fotos con próceres contemporáneos como Luis Miguel Rodríguez y Cristian Lucchetti, y revive jornadas de trabajo a la par de Pablo Lavallén y Juan Manuel Azconzábal y sus respectivos cuerpos técnicos.

"Siempre que me necesitaban yo iba a dar una mano, especialmente en las pretemporadas", reza orgulloso, pero para vivir tantas jornadas de gloria y laburo en el club de sus amores ha tenido que pagar un precio muy alto: "Me perdí fiestas, cumpleaños de 15, casamientos. Viernes, sábado y domingo concentrar y viajar, todo el tiempo, Pretemporadas. He vivido toda mi vida agradeciéndole a Dios que me dio valor y sabiduría para hacer bien las cosas", enfatiza.

Ese "hacer bien las cosas" hoy lo encuentra orgullosos de aquellos pibes que pasaron por su camilla. "Sabés la alegría que tengo cuando los veo. Dejé de trabajar hasta abril, todos esos chicos por supuesto que los veía cuando les tocaba golpearse en la cancha, salían y ver qué les pasaba siempre respetando la parte médica. Es una alegría inmensa verlos en Primera", se sincera.

Confiesa Pichi que dos técnicos ya le han pedido sumarse a sus equipos de trabajo, por lo que a sus 70 años está "bien de salud para seguir trabajando". "El fútbol a los chicos los saca de la calle, de las malas costumbres. Siempre brindar un consejo por delante para que sean buenas personas", resume casi como filosofía de vida.


El Diego

"Yo lo atendí, jugamos en cancha nuestra un partido a beneficio. Otro partido también yo estaba en el club, pero de auxiliar, y justo me captaron cuando salía de la manga. Tengo grandes recuerdos. No me voy a olvidar nunca: cuando Él era técnico de Mandiyú en Aeroparque estaba sentado en una esquina, en un rincón, nosotros en otro. Se suspenden los vuelos, él estaba en medio de los jugadores, de los bolsos, convivía así. 'Maestro, ídolo'. Si quería conversar con alguno se acercaba", apunta al referirse a las fotos que ostenta con el más grande de todos, Diego Armando Maradona.

Nunca pudo, eso sí, masajear las piernas de Dios. "El día del partido a beneficio vinieron todos los masajistas: lo toqué por supuesto, pero había varios. Son cosas de la vida, el vestuario nunca fue 'aquí no entra nadie', todos tenemos el derecho de conocerlo y nunca me pasó por la cabeza cerrar la puerta. Pude abrazarlo, todo. Había un montón de colegas que querían estar ahí, no se puede ser egoísta en esos momentos", explica con generosa impronta maradoneana.


El futuro

Pichi Toledo no dejará jamás de ser Decano, aunque ya no se ponga todos los días la Celeste y Blanca. "Iremos a la cancha hasta que Dios diga 'basta', viajamos para otro lado. Últimamente me acostumbré a ir a la tribuna. Hoy lamento mucho que a mi hijo lo sacaron del club algunos dirigentes, ya llevaba algunos años trabajando en las inferiores. Me gustaría que vuelva, me duele cómo lo sacaron, ese es mi único dolor", remata.

"A los chicos que están ahora, les deseo lo mejor, que se cuiden, que valoren el sacrificio de los padres para comprar unos botines. El club te da la indumentaria, pero los botines, las zapatillas, son el sacrificio de los padres. Siempre les dije, 'mijo, tratá de venir temprano, esto es sacrificio, tu papá se sacrifica trabajando para comparar los botines para que vos seas algo'. Esas palabras tenía siempre con ellos, hoy los padres me agradecen", concluyó.

Humildad, sacrificio y respeto

"Mi viejo dejó todo por Atlético, desde que ingresó en el año '86 entró por la puerta grande a una gran institución como es Atlético Tucumán. Pasó cosas buenas, cosas malas, se hizo querer mucho en el club y estoy muy orgulloso de mi papá", sintetiza Iván Toledo, hijo e' Pichi.

A lo largo de los años, acompañó a su viejo y lo vio estar a la par de tantos próceres Decanos, codo a codo con técnicos como el mencionado Zuccarelli pero también Andrés Rebottaro, Carlos Trullet y hasta Jorge El Indio Solari, con quien "estuvo una temporada" según recrea Iván.

"Ahora tiene que disfrutar de la familia, los nietos e hijos después de tantos años en el club que no podía disfrutar porque viajaba. Les festejábamos los cumpleaños y el día del padre en las pretemporadas. Me hizo vivir cosas muy lindas dentro del club", revive.

Toledo hijo recuerda como si fuera ayer aquel 2-3 en la Ciudadela. "Mi papá les decía 'muchachos quedensé tranquilos que este clásico lo ganamos y vamos a venir a festejar con nuestra gente' y sobre la hora mete el gol Amato, él sale con la toalla corriendo hacia el campo de juegos, casi se cae. Yo estaba en la platea y tenía miedo que le agarre un infarto", se sincera.

"Se hizo querer mucho con los chicos y los hinchas. Ese día en el vestuario me abrazó y llorábamos los dos después de tantos años sin poder ganar en la cancha de San Martín, luego se puso al frente de la fiesta con bombos y la caravana hasta el club. 
 
Tras dejar Atlético, Iván comenzó a hacer su propio camino y en cada cancha a la que va se cruza con algún exjugador de las inferiores o la Primera de Atlético y todos le repiten lo mismo: "Tu papá es un tipazo, el rey, el número 1 de Tucumán como masajista y mirá que yo conozco varios", le dicen. "Eso es lo más importante, la humildad, el sacrificio y el respeto es todo, maestro".

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