Fiel toda la vida: el amor secreto de Albrecht, el tucumano de Selección
historias de acá
Tucumán todavía llora la muerte de su mejor futbolista de todos los tiempos. Gloria de Atlético, Estudiantes, San Lorenzo y la Selección Nacional. Fue uno de los mejores defensores de nuestro país y uno de los más goleadores del mundo. Sin embargo, muy pocos conocen una historia que hoy resuena en las calles de Villa 9 de Julio donde se montan galpones que antes fueron potreros, donde algunos supieron escribir páginas que trascendieron generaciones.

Alfarería Garzón.
Ayer lunes, el país recibió la triste noticia del fallecimiento de José Rafael Albrecht, el mejor futbolista tucumano de todos los tiempos. Sus juveniles años en Atlético, su exitoso paso por Estudiantes, para luego convertirse en un ídolo indiscutible de San Lorenzo, son más que conocidos, como también se recuerdan sus años de Selección Nacional que lo llevaron a disputar dos mundiales (62 y 66) y quedarse a las puertas de México 70 tras no poder vencer a Perú.
Nadie olvida, ni olvidará las famosas defensas que supo integrar con futbolistas de la talla de Silvio Marzolini o Roberto Perfumo, entre otros. Ni sus años de Carasucias primero, y de Matadores después.
Sin embargo, y más allá de toda la gloria que supo conseguir, merecidamente, en el fútbol profesional, Albrecht tuvo un amor secreto, una pasión escondida, llevó en el alma los colores de un desconocido equipo por el que se entregó cada vez que pudo, en silencio, pero con la lealtad de quien guarda con el barrio un pacto que es de por vida.
La historia nace en la entrañas de Villa 9 de Julio, más precisamente en la calle Balcarce entre Perú y Paraguay, allí funcionaba la Alfarería Garzón, un taller familiar donde se fabricaban y vendían macetas.
Justo al frente de la alfarería, había un descampado gigante convertido en cancha de fútbol, en el que hacía de local el equipo Alfarería Garzón, así se llamaba en sus comienzos el equipo que fundado por la familia Garzón en 1955 y que contaba con el apoyo de todo el barrio. Usaban la camiseta de Rosario Central incluso al comienzo se llamaron así durante un corto tiempo.
“Yo era joven y recuerdo cuando íbamos a ver a Alfarería en la cancha de la Balcarce. Era una fiesta, iba mucha gente y hasta había una Comisión de Damas que entregaba flores a los dos equipos antes de empezar”, recuerda Gregorio Goyo García, emblemático arquero de Atlético y Sportivo Guzmán, erradicado en Buenos Aires desde la década de los 60, vecino de barrio y amigo personal de Rafael Albrecht.
Todas esas credenciales sirven para presentar a Goyo, que hoy tiene 87 años, que recuerda a Albrecht con el cariño y el respeto propio que los cracks de dentro y fuera de la cancha se tienen. También recuerda aquellos años de juventud y tucumanismo, con la nostalgia de quien hace 50 años vive lejos, pero nunca olvida: “Era otra Villa 9 de Julio, todo era muy distintos, eran años lindos para nosotros”.
Goyo es 8 años más grande que Albrecht, a quien apodaban Ischio, lo vio crecer, ganándose el respeto de propios y extraños en los alrededores de la cancha de Atlético y en las cercanías de la cancha Sportivo: “En esos años existía lo que llamábamos ‘fútbol veraniego’, que eran los torneos que se disputaba cuando terminaba la Federación, a veces eran cuadrangulares o partidos simples, se jugaba por mucho dinero y se armaban equipos en cada cuadra, en cada esquina, en cada barrio”.
Ahí se curtió Albrecht, que nació en el Pasaje Atlético y caminaba dos cuadras para jugar a la pelota en la vieja cancha del desaparecido Sportivo del Norte, ubicada en Rivadavia y Chile, donde hoy hay una chatarrería. Con apenas 15 años competía contra changos que superaban los 20, o los 30, muchos de ellos, casi todos, jugadores de clubes: “Él empezó jugando para un equipo que se llamaba Panadería Camandona, lo armaba Quirquincho Sosa que tenía la panadería en la esquina de la casa de los Albrecht”, recuerda Goyo.
“Lo más común era que los jugadores rotaran por los equipos de barrio, había gente que los armaba y buscaba futbolistas de todos lados para desafiar a otros barrios. En la zona estaba Unión Bolivia para el que jugaba yo que era uno de los más fuertes. También jugué para La Barra de la Esquina, un equipo de la zona de Plazoleta Dorrego”, explica García.
Ahí, guapo de entrada, José Rafael se agrandaba día a día y llamaba la atención de todos: “Jugaba de 8, ya te caminaba la cancha, no se achicaba y se hacía sentir. Desde entonces se veía que era un distinto”, comenta Goyo que años después compartió con Albrecht el glorioso equipo de Atlético que fue Campeón de Campeones en el año 60.

Gregorio Goyo García (derecha) junto al periodista Victor Lupo (izquierda) en la presentación del libro 100 ídolos Tucumanos.
Pero volvemos al Albrecht joven, amateur, que jugaba a la pelota en los potreros, en paralelo a que jugaba al fútbol en los clubes. Aquel que en los equipos de barrio se daba el gusto de ser mediocampista y a veces hasta de delantero, tal vez eso explica su oficio para marcar 95 goles en el fútbol profesional siendo defensor.
El Malevo Garzón, fundador del equipo de la Alfarería buscaba jugadores en todos lados y no tardó en enterarse en unas pocas cuadras había muchacho que la rompía y le ofreció la azul y amarilla de su equipo, Albrecht aceptó: “El juagaba en Atlético los sábados y en Alfarería Garzón los domingos, o al revés, pero si no le coincidía, él jugaba para nosotros”, cuenta David Garzón, nieto de los fundadores y que actualmente mantiene en pie a uno de los equipos más antiguos del fútbol amateur de Tucumán.
Albrecht fue vendido a Estudiantes primero, a San Lorenzo después, pero eso no lo desligó de Alfarería: “Cuando volvía a Tucumán por cualquier motivo, sea descanso, fin de semana libre o lo que sea jugaba en Alfarería sea la Liga Comercial o lo que sea que este disputando el equipo”.

José Rafael Albrecht
Una anécdota pinta de pies a cabeza lo que es el fútbol de potrero y esa pasión de jugar por jugar: “Él se había ido a jugar el Mundial de Inglaterra, cuando terminaron volvieron a Argentina y a él tocaban unos días libres y se vino para Tucumán. Mi abuelo contaba que ni bien llegó, el mismo día lo fueron a buscar a la casa, se puso las ropa y jugó para Alfarería Garzón”, así, en menos de una semana pasó de jugar en Wembley a la canchita de la Balcarce y Paraguay, como si no hubiera escalas, o tal vez de verdad no las hay. Ser uno de los mejores defensores de una Selección potencia mundial, no tiene por qué privarte de volver jugar a la pelota con los changos del barrio.
Con esa mística a cuestas, David infla el pecho cuando cuenta la historia de Albrecht y su Alfarería Garzón que hoy compite en varios torneos y con varias categorías del fútbol amateur tucumano. Cardales, Campo Norte, Torneo de Campeones, entre otros, han sido, y siguen siendo testigos de la banda que desde Villa 9 de Julio sigue copando y enfiestando cualquier cancha. Hay todavía mujeres, muchas, no está la Comisión de Mujeres que regalaba flores, pero sí hay hasta un equipo de Voley femenino. Porque Alfarería, con Albrecht y otros tantos, sigue escribiendo su historia con los colores azul y amarillo desde hace 66 años.

De camisa, a la derecha, el Malevo Garzón, fundador del equipo Alfarería Garzón, junto algunos jugadores de los primeros años.

Alfarería Garzón con camiseta Alternativa en la liga Comercial de 1974.

El equipo de Voley femenino de Alfarería Garzón en la actualidad.

Alfarería Garzón en el año 2012.

Alfarería Garzón en la actualidad.
