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Vendió cara la derrota: El Deca se quedó sin tiempo para la hazaña

ANÁLISIS DECANO

Atlético Tucumán hizo sufrir hasta la última jugada al poderoso River, que terminó pidiendo la hora. De Felippe revirtió el planteo temeroso y casi tiene premio cuando su equipo lo fue a buscar con vergüenza deportiva.

Osores ingresó bien en el complemento. Foto: Copa Argentina





Era difícil. Desde hace muchos años que el River de Marcelo Gallardo es el mejor equipo del país y lo demuestra semana a semana. Pero en cada rincón de Tucumán, había un corazón Decano que sentía que se podía, que esta camiseta sabe de hazañas y batallas que parecen imposibles, que Javier Toledo contra ellos se ilumina y que el equipo de Omar De Felippe venía de dar una gran muestra de coraje en Junín.

La cosa empezó torcida para Atlético Tucumán, que pagó muy caro el excesivamente temeroso planteo de De Felippe, que supo cambiar a tiempo en el entretiempo y mandó al frente a su equipo: El Deca vendió cara a de la derrota y se despidió de la Copa Argentina con la frente en alto, sometiendo hasta el minuto 95’ al temido equipo del Muñeco, con todo un país en contra que ahora tiene el Superclásico que tanto quería.

No arrancó bien el partido para Atlético. En la primera jugada del partido, pelotazo largo para Javier Toledo, que peleaba en soledad contra toda la defensa de River. A los 11' el juvenil Federico Girotti tras una buena jugada colectiva puso el 1-0; y a los 20', coronó un gran contraataque para poner el 2-0. Dos asistencias de los laterales para dos goles del 9. Puteadas y mucha bronca se escuchan desde Barrio Norte a Villa 9 de Julio, de Trancas a La Cocha y en todo Tucumán, por ese mal arranque y piña al mentón, pero siempre con la esperanza de que El Deca sabe de hazañas.

Algún grito habrá pegado De Felippe en el vestuario. Tocó alguna fibra íntima de sus dirigidos y los mandó al frente con los ingresos de Heredia y Ruiz Rodríguez. El equipo se paró más adelante y con más gente en ataque, presto para el combate; Mauro Osores ingresó bien en lugar de Vergini y Atlético parecía otro equipo e insinuaba más en ataque.

A los 20', se puso de lleno en partido. A la salida de un córner, el propio Osores le bajó la pelota a Heredia, que fiel a su costumbre de imponerse en el área rival, controló de pecho, mediavuelta de zurda y a cobrar. Gol Decano y con todo a buscar el empate.

Por arriba, por abajo, por todos lados: Toledo y Carrera de zurda intentaron, pero no pudieron. Lo tuvo dos veces Marcelo Ortiz, pero primero salvó Armani en el ángulo tras un gran cabezazo, y luego su tijera salió mordida. El 2 está, al igual que el 10, acostumbrado a marcar goles importantes, pero hoy no pudo ser.

Ingresaron Benítez y Lotti pero no hubo caso. Con vergüenza deportiva lo buscó Atlético: pelotazos de Lucchetti y todos al área y que la última bola en la ruleta caiga de este lado, que el tiro del final no salga para el lado de los poderosos.

No hubo hazaña, no hubo empate agónico ni penales. River terminó pidiendo la hora, pero se llevó la clasificación, el cheque, tendrá el Superclásico que tanto querían los porteños (si hasta celebraron el relator y comentarista con el pitazo final) y El Deca se volverá a 25 de Mayo y Chile con las manos vacías.

La eliminación de la Copa Argentina deja la sensación de que este equipo puede dar pelea ante cualquiera. Si quiere, si se anima a más; también la certeza de que Osores y Heredia deben ser titulares, y que amontonar jugadores en el mediocampo no garantiza más marca ni tener más la pelota.

Queda para los hinchas Decanos el dolor de saber que se regaló un tiempo, se respetó de más a un equipo muy respetable y que con la determinación mostrada en el complemento podría haber sido otra la historia. Queda también el pecho erguido por caer de pie, por pelear hasta el final como hacen los grandes y de mantenerse fiel a la costumbre de nunca rendirse ni darse por vencido.