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Ni sangre ni sudor, puras lágrimas: San Martín y otra actuación para el olvido

análisis ciruja

Lo ganaba con un cabezazo hermoso de Imbert, se lo dieron vuelta en dos minutos y nunca reaccionó. Un equipo apático y sin ambiciones que parece derrotado cuando apenas van cuatro fechas.





La semana pasada hablábamos de papeles quemados, de cuentos de hadas que ya no existen y de técnicos a los que se les acaba el crédito. Hoy debemos sumar a ese análisis a futbolistas desganados, apáticos, sin compromiso ni ambiciones.

Podemos dividir el partido en dos mitades que coinciden con los dos tiempos del partido.

En el primer tiempo, se vio un equipo ordenado, equilibrado, tranquilo y con cierta idea de juego. Sin lucir, ni mucho menos, sin  patear al arco, pero pasar sobresaltos. Un equipo que trabajaba el partido sabiendo que mientras mantenga el arco en cero, en algún momento podría torcer el marcador en su favor.

Pero todo plan, por más perfecto que parezca, tiene sus imponderables. En este caso, paradójico es que el imponderable fue hacer un gol: San Martín supo disputar el partido mientras iba 0 a 0, pero se ve que no estudiaron bien la parte del libreto donde el equipo empezaba ganando y algunos papeles cambiaban.

El golazo de Imbert le terminó haciendo mal a San Martín, cuando el equipo debía agrandarse tras un primer tiempo sin fisuras, pasó lo contrario.

Pero antes nos detengamos en el gol: Daniel González se asocia con Tino Costa casi por única vez, se la dan Diarte que tira centro lindo, para que Imbert se eleve por el segundo palo y meta un cabezazo tan hermoso, como inservible al fin de cuentas.

Ese gol debió haber sido un envión anímico para San Martín y un golpe duro de digerir para Atlanta. Sin embargo, cuando imagina que el entretiempo iba a servir fijar ideas, corregir errores y mejor lo que se estaba haciendo bien, termina pasado todo lo contrario.

En todo esto influye el técnico que manda un cambio en la línea defensiva que venía jugando bien y saca a Diarte, amonestando, por Maxi Martínez que de movida empieza a fallar en la marca y en la entrega, cometiendo un error tras otros, agrandando al rival.

Atlanta huele sangre y se manda al ataque a te un equipo que juega los primero minutos del segundo tiempo como si fueran los últimos, tratando de aguantar como sea sin busca manejar la pelota, ni los tiempos, ni el partido, ni nada.

En ese momento vuelve a fallar el temple del cuerpo técnico que saca Cuevas, de flojo partido, para que ingrese Lucas Cano, despoblando la mitad de cancha en el peor momento del equipo agregando un delantero. Algo que no hace ni perdiendo o empatando de local, lo termina haciendo ganando de visitante.

Cualquiera que estaba viendo el partido podía sospechar que el empate estaba al caer y así fue nomás: 16 del segundo tiempo, Tino Costa quiso abrírsela a Hernán Lópes con la displicencia de siempre, y terminó en los pies de un rival. Pellerano salvó y mando al corner.

La mala suerte quiso que tras un rechazo corto de ese tiro de esquina la pelota le cayera a Flores en el borde del área que le dio seco a media altura. Arce intentó sacarla, pero no puso las manos firmes y la pelota se las venció.

El gol fue un poco responsabilidad de Arce que no tuvo una respuesta floja. Pero fue el mismo Arce el que mantuvo vivo al equipo hasta el final y el único que parecía tener ganas de empatarlo cundo perdían. De hecho, a los pocos segundo de haber recibido el primer gol, tapó lo que era el segundo.

Acto seguido, apenas dos minutos después llegó un nuevo corner con otro despeje corto que quedó dentro del área para un nuevo centro pasado al segundo palo y la volvieron adentro para que Pedrozo la empuje. La defensa de San Martín fue espectadora de lujo.

Los minutos que siguieron solo existieron para dejar en evidencia la apatía y falta de compromiso de un equipo desganado que juega como si el torneo ya estuviera perdido cuando van a penas cuatro fechas.

Ni un tiro al arco en más de 25  minutos, ni un intento de empatar, ninguna ambición por torcer el marcador.

Desde el banco tampoco aparecen respuestas y se mandan a los más chicos a la cancha: ingresan Gonzalo Gutiérrez y Nicolás Moreno con muchas ganas aunque sin terminar de gravitar.

Así un rival mediocre al que tampoco le sobra talento, termina llevándose un triunfo sin despeinarse para trepar en una tabla cuya cima cada día le queda más lejos a San Martín.

El Santo suma 11 partidos sin triunfos y ya son muchos más en los que no encuentra respuestas futbolísticas en un ciclo que cada día parece más cerrado y del que si no se pega un volantazo a tiempo, el ascenso será una misión imposible.