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El triunfo que no fue: de un golazo agónico a un empate con sabor a fin de ciclo

análisis ciruja

San Martín pudo haber ganado con una chilena espectacular de Lucas González y la historia sería otra. Pero se lo empataron en la última y todas las miradas recaen sobre la dupla técnica a la que se les quemaron todos los papeles.





Hace ocho días se cumplió un año desde que Alberto Fernández anunciara el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio. Hasta entonces San Martín respiraba tranquilo en la cima de la tabla de posiciones, sintiendo que un pequeño parate no le vendría mal para recuperar fuerzas tras dos derrotas consecutivas. Hace un año, nadie podía imaginar un presente tan oscuro, tan vacío, tan viciado de pesimismo.

La pandemia fue peor de lo que todos imaginamos, pero para San Martín fue como un torbellino que no dejó nada en pie, y el Pueblo Ciruja lo sintió y lo siente todavía. Las heridas siguen abiertas y no cicatrizan, las respuestas no aparecen, y las tribunas vacías tampoco ayudan.

Entre todos los golpeados, Favio Orsi y Sergio Gómez son de los que más sufrieron. Los entrenadores que llegaron con una mano atrás y otra adelante, quedaron anonadados ante la grandeza de San Martín: “Es un club para quedarse a vivir”, decían y repetían en todos lados.

Calladitos, con bajo perfil y mucho trabajo fueron conquistando el corazón de un Pueblo que no escatima a la hora de hacer sentir cómodo a los que lo merecen. Así, de a poquito se pasaron varios meses con la misma ropa y la sonrisa de oreja a oreja. Conmovía verlos disfrutar de una realidad con la que ni siquiera habían soñado.

Pero hace más de un año que a las Cenicientas les dieron las 12, y aquí no va a aparecer un príncipe a medirles el zapatito de cristal. Se les quemó el cuento de hadas y todos los papeles y hoy no parecen encontrarle la vuelta al equipo, y lo que es mucho peor, a la dura realidad. No hubo, o no parece haberla, en ellos capacidad para resolver la situación adversa.

Esas sonrisas se desdibujaron, en cambio ahora se ve, sobre todo en Orsi, ese descontrol al estilo Sampaoli que lo lleva a ser expulsado cada dos por tres. El traje de Gómez ya no trae suerte y el club para quedarse a vivir, parece incomodarlos cada día más.
 
El equipo no gana hace 10 partidos y solo logró un triunfo de los últimos 14 en juego. De local, acumula 13 meses sin triunfos y así como en algún momento, también con ellos al mando, pintaba para batir todos los récords, ahora se encamina a protagonizar la peor racha de la historia.
 
Esta pérdida de brújula no es de hoy, pero sí se profundiza día a día. De hecho, faltaban menos de cinco minutos para empezar el partido, todavía había dudas en la formación inicial. Dicho sea de paso, que tuvo varios cambios, que más que saludables, parecieron manotazos de ahogados.
 
Es verdad, que hace rato que se imponía una modificación el eterno 4-5-1 que ya no sorprendía a nadie. Hoy lo hicieron: cambiaron a un 4-4-2, aunque poco ortodoxo porque jugó sin un 5: de volantes centrales estuvieron Tino Costa y Juan Imbert que tienen clara vocación ofensiva y poco compromiso con la marca.

Además, pusieron a Gonzalo Rodríguez, con pocos entrenamientos encima, y cero minutos este año. Jugó de delantero, no de carrilero, como lo hacía antes. Estuvo picante, pero errático también: tiró afuera dos clarísimas y sobre el final resolvió más una contra de tres contra uno que hubiera liquidado el pleito.
 
“¡Y dale con Pernía!”, es una frase inmortalizada por un imitador de Menotti que se terminó utilizando para todo lo que se repite hasta el cansancio. La dupla tiene su propia versión y en Ciudadela cada vez se escucha más fuerte “Y dale con Purita”, que juega de todo, que juega siempre, por derecha, por el medio, de volante, de defensor, pero que nunca se entiende qué le pide, o qué le ven.  Tal vez solo los entrenadores puedan reconocer las virtudes de un futbolista al que, desde afuera, se lo observa hacer lo que puede, que no es mucho.
 
Tampoco es entendible a esta altura que Lucas González siga siendo suplente en un equipo sin gol. Justo él que cada vez que entra la mete, aunque se lo anulen, aunque sea medio en contra. Esta vez fue de chilena aprovechando al máximo un despeje corto. Fue un golazo que abrochaba un triunfo muy importante.

Sin embargo, en el festejo mismo aparece la estupidez colectiva e individual en su máxima expresión: un puñado de futbolistas de San Martín emprende el regreso a su campo tras abrazarse por el golazo reciente. Alguien les dice algo, y en lugar de bajar la cabeza y acomodarse cada uno en su posición a esperar el saque del medio, todos reaccionan y se enredan en una maraña de camisetas rojas y blancas que discuten y se empujan con otra maraña de camisetas amarillas y negras. El saldo es un expulsado para San Martín.
 
“Era obvio”, dicen en la platea. Y sí, era obvio. Mitre tenía un jugador menos hacía 40 minutos, San Martín acababa de anotar, ¿quién iba a salir perdiendo en ese tumulto?, Acertó, señor lector: San Martín ¿Quién más?

Sansotre se fue expulsado por pegar un patadita tan innecesaria como estúpida. Pero se fue él como pudo haber sido cualquiera. Entonces ese gol que debió ser lapidario, había que defenderlo 10 contra 10, con las piernas cansadas, sin volantes de marca, y con solo dos defensores naturales en la cancha, porque la dupla ya había dejado una línea de tres, y no tenía más cambios.

Si era obvia la expulsión, obvio era el empate, más después de dos o tres contragolpes mal resueltos que podrían haber cerrado la historia. San Martín no supo liquidar, tampoco cuidar el balón, y menos defender. Mitre hizo una buena jugada colectiva y entró con la pelota dominada al arco. 1 a 1 y llorar a la iglesia.

El empate tiene sabor a poco, por no decir nada, San Martín acarició un triunfo que quién sabe cuánto hubiera valido. Pero hoy, como siempre, es tiempo de mirar al futuro y aprender. La frase “ciclo terminado”, toma fuerza en el Pueblo Ciruja y los créditos parecen agotarse. Rubén Moisello y la nueva Comisión Directiva están ante su primera gran decisión: bancar el proyecto o pegar el volantazo. Ambos caminos son inciertos y los resultados, por supuesto, que se analizarán con el diario del lunes, no queda otra. Veremos.