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"Nos hicieron sentir visitantes": el calvario de San Martín en Río Cuarto

ciudadela

Cancelaciones de hoteles, fletes que fallan, vestuarios sin agua, accesos al campo de juego clausurados, patovicas que hostigan a los jugadores, dirigentes locales que festejan con los de de Atlanta, policías que agreden a los técnicos. Todo eso vivió la delegación del Santo en Córdoba cuando solo debía disputar un partido de fútbol en un supuesto escenario neutral.

Orsi, tras ser expulsado, colgado en el alambrado arengando al equipo.





En San Martín sospechaban que las represalias podían llegar de cualquier forma y en cualquier momento. Suponían que haberse revelado ante AFA y no acatar las decisiones impartidas desde la cúpula iba a traer consecuencias. Lo imaginaron y lo supieron con certeza desde el primer momento.

Es por eso que la crónica de viaje a Río Cuarto no causa sorpresas en quienes la relatan, por más inverosímiles que suenen algunas de las situaciones vividas. 

Ya desde la elección de la sede el ambiente venía enrarecido. De hecho, desde el club hicieron todo lo posible para que le partido se juegue en Córdoba capital por varios motivos: es más cerca, hay muchas más opciones para alojarse y al ser una ciudad mucho más grande no es tan fácil minarla de obstáculos. Sin embargo, la AFA eligió Río cuarto, la tierra de Alicio Dagatti, uno de sus amigos más célebres, algo que no cayó bien de entrada. 

El primer inconveniente surgió varios días antes de viajar cuando de repente desde el hotel le cancelaron la reserva que habían realizado para el plantel sin demasiadas explicaciones: “Nos dijeron que fue un error en el sistema y que Atlanta ya había reservado antes y que no había lugar para todos”, comentaron en su momento desde la dirigencia. 

Ya en la ciudad cordobesa, algunos integrantes de la delegación no se quedaron conforme con las explicaciones y averiguaron que sucedió: “Nos confirmaron que si había lugar para nosotros pero que desde AFA bajaron la orden de que no nos alojen porque no podíamos compartir los dos clubes juntos”, explica en charla con eltucumano.com José Reina, dirigente de San Martín. 

Este inconveniente obligó a que el Santo tuviera que alojarse en un hotel de menos categoría: “Tras un viaje en ómnibus era muy importante poder estar cómodos y ellos empezar a poner los palos en la rueda desde allí. Te puedo asegurar que si hay algo en lo que San Martín no escatima es en la calidad de los alojamientos, donde siempre buscamos que nuestros jugadores cuenten con la mayor comodidad posible, pero esta vez no se pudo porque no nos lo permitieron”, comenta. 

Una vez instalados en el hotel los encargados de la logística procuraron conseguir un flete para trasladar la utilería al estadio: “Siempre que jugamos de visitante contratamos un servicio para que lleve la ropa cuatro horas antes del partido y las vamos acomodando en el vestuario”, explica Reina que hace 15 años viaja con el primer equipo: “Habíamos arreglado con una empresa, y cuando llegó la hora no aparecieron nunca, empezamos a llamarlo y no nos atendieron, insistimos y nada. Por suerte un hincha que estaba en la ciudad puso su camioneta para colaborarnos y poder llevar las cosas a la cancha”. 


Al llegar al vestuario, Reina percibió que no había agua en las duchas: “Ahí le pedí a un utilero de Estudiantes de Río Cuarto que lo solucione y él fue el único que tuvo buena predisposición y trataba de darnos una mano, pero no lo logró que tuviéramos agua. Ahí yo le dije que lo entendía que me daba cuenta que no era culpa de él, sino que recibía órdenes desde arriba y que me hiciera el favor de conseguirme unos tachos y agua y listo. Así fue nomás”. 

Cuando faltaba un poco más de una hora para el partido, los jugadores arribaron a la cancha y en la puerta había una especie de patovica que les pedía nombre y documentos a todos los jugadores para dejarlos pasa: “A eso no lo vi nunca en mi vida en ninguna cancha, tenía una lista con los nombres de los jugadores e iba contralando quienes entraban. Una locura”. 

Ya adentro, la delegación hacía todo lo posible para no dejarse intimidar por el contexto que buscaba incomodar lo máximo posible: “Ahí hablamos entre todos, nos dimos cuenta que nos querían hacer sentir visitantes y que nos quería fastidiar lo máximo posible”. 

A la hora del partido, los futbolistas no podían acceder al campo de juego desde el vestuario: “Clausuraron la salida a la cancha, entonces tuvimos que salir por otra puerta y dar toda la vuelta, cruzando dos rejas donde había personal de seguridad, cada jugador que cruzaba, cerraban la reja, y demoran en volverla a abrir al siguiente. Parecía a propósito, quería sacar de quicio a los jugadores hasta con ese detalle”.

Con los jugadores ya en el campo de juego, el resto de la delegación buscaba la manera de ubicarse para ver el partido: “Ahí nos demoraron varios minutos en darnos una ubicación y nos terminaron designando un codito chiquito con mala visibilidad. Ellos eran más de 40 personas en los palcos principales con la gente de Estudiantes de Río Cuarto. A nosotros no nos recibieron y a ellos los tenían como reyes, a nosotros ni nos saludaron y con ellos vieron el partido y hasta gritaron los goles”. 

Todo esto fue subiendo la temperatura de los 10 tucumanos que contenían su bronca ante tanto destrato: “Encima empezaron a insultarnos tanto los de Atlanta como los de Río Cuarto. Nos decían que dejemos de llorar. Ahí contestamos y se armó el primer revuelo, no queríamos entrar en sus provocaciones. Ellos querían sacarnos a nosotros y de apoco nos fui calentando”. 

La situación no pasó más allá de algunas discusiones que rápidamente fueron calmadas por los mismos protagonistas de ambos lados: “Víctor Beraldi que jugó en San Martín y nos conoce a todos se acercó a saludar y le puso paños fríos a la situación”, explica el dirigente. 

El segundo entredicho se produjo cuando el árbitro expulsó a Favio Orsi y la Policía los sacó de la cancha de mala manera: “Lo trataron como de muy mala manera y ahí nos metimos todos a mediar, nos terminaron pidiendo disculpas”.

Ya en los penales, la delegación de Atlanta siguió provocando con insultos: “Les gritaban de todo a nuestros jugadores, es increíble que los dirigentes se puedan comportar así”.

Justamente a esto es a lo que reacciona Ignacio Arce que sobre el final del partido se acercó a increpar a los directivos Bohemios y quedó grabado en un video que se viralizó: “Nuestros jugadores se sintieron estafados en su trabajo con todo lo que sucedió durante la pandemia, con el destrato en este partido y con el arbitraje y al final algunos explotaron e insultaron, pero no pasaron de ahí”.

“La verdad que en más de 15 años viajando y reviendo a visitantes en La Ciudadela nunca portagonizamo ni vivímos un trato tan hostil. En todo momento nos hicieron sentir visitantes, cuando se suponía que la cancha era neutral, pero estuvo lejos de ser así”, concluye José Reina.