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"Al Kun siempre le digo: 'Vení a jugar a San Martín un añito, ¿qué te cuesta?'"

HISTORIAS DE CIUDADELA

Leonel del Castillo, el papá del crack Sergio Agüero, es Ciruja hasta la muerte y le revela a eltucumano.com un diálogo íntimo que tuvo con su hijo. Sueña con verlo jugar en Ciudadela. ¿Qué le respondió?

Igualito al Kun: Leonel Del Castillo sostiene la Pelota con su mano derecha mientras viste la mítica camiseta Zeus que solía usar, entre otros cracks, el Coya Gutiérrez.





Uno de los temas que resonó en esta semana que se está terminando es una entrevista que en Telefe le hicieron a Leonel Del Castillo, papá del Kun Agüero, que es tucumano y Ciruja de alma y vida: dijo que no se imaginaba a su hijo en otro lado que no sea San Martín. Las palabras resonaron en Ciudadela y Sagra hasta prometió su casa con tal de concretar el pase.

Más allá de lo utópico que suena para el Santo contar con un jugador de semejante jerarquía, esta fantasía tiene un origen bien realista que para comprender tenemos que subirnos a la máquina del tiempo y volver a épocas tumultuosas en el país y, sobretodo en nuestra provincia.

El Tucumán de los 70 no fue fácil para nadie: con los ingenios recién cerrados y con una dictadura que golpeaba como en ningún otro lado, el clima político y social estaba era tenso para algunos, trágicos para otros, oscuro para todos.

Sin embargo, aún en esos años convulsionados y caóticos, hubo espacios para infancias felices que trascurrían deambulando entre potrero y potrero. Donde los changuitos se desafiaban de barrio a barrio, de baldío a baldío, de una cuadra a la otra.

Por entonces, se podía jugar a la pelota con una naranja agría y verde en plena calle, con arcos sin travesaños y piedras que reemplazaban los palos. Cada tanto alguien gritaba “¡Auto!”, y había que hacerse a un lado, para que dejar pasar el vehículo que frenaba gentilmente por si algún changuito distraído no lo había visto venir.

Así, en ese Tucumán mucho menos ciudad, mucho más pueblo, agobiado por militares, pero con barriadas plagadas de trabajadores de corazón gigante, así crecieron miles de tucumanitos, hoy ya adultos: uno de ellos es, justamente, Leonel Del Castillo, Ciruja de alma y vida, y papá de Sergio el Kun Agüero.

Criado entre Villa 9 de Julio y el barrio 11 de Marzo, Leonel creció rodeado de amigos que todas la tardes despuntaban su vicio por la pelota y, cuando llegaba el fin de semana iban a la casa de Julio Paz, un señor que los ordenaba en una cancha y los dirigía en los distintos torneos donde competían: “Jugábamos en muchos barrios, a veces de local y otras de visitantes. Eran torneos barriales para los chicos. Tenían un muy buen nivel, salían muchísimos jugadores que después iban a los clubes. Me acuerdo que uno de nuestros rivales era Petete Hernández. Nosotros teníamos un equipazo”, recuerda el papá del Kun en charla con eltucumano.com  
 
De ese equipazo conformado por 16 niños talentosos, 14 se probaron en San Martín y quedaron, mientras que los otros dos entraron a Atlético. Entre ellos, por ejemplo, estaba Mario Cococho Jiménez, el mejor lateral de la historia de San Martín, quien define al papá del Kun: “Para mí, Leonel era mejor que el Kun. Yo siempre le digo: ‘Vos jugabas mejor que tu hijo’. Era un crack, una delanterazo. Muy desequilibrante. Jugaba por todo el frente de ataque, era completo. Hacía goles y gambeteaba. Él no llegó a jugar en Primera porque había grandes jugadores y él era chico todavía cuando se fue. En esa época estaba Troitiño”, recuerda Cococho sobre su amigo de la infancia y adolescencia.

Estamos hablando de épocas en las que San Martín tenía grandes equipos plagados de talento. De hecho, a mediados de los 80, cuando Del Castillo y Jiménez empezaron a acercarse a la primera del club la delantera la conformaban Troitiño, el Coya Gutiérrez y Llamarada Torales. Tiempo después llegaron El Pájaro Juárez, Campos y Jorge López. Todas glorias del Santo. No eran tiempos fáciles para ganarse un lugar viniendo desde abajo.

Sin embargo, Leonel tiene una explicación más precisa sobre qué fue lo que lo marginó de su sueño de jugar en San Martín e, incluso, de ser futbolista: “Éramos varios los chicos que subimos a entrenar con la primera por pedido de Guillermo Pucho Reinoso, y veníamos rindiendo bien. Pero Reinoso se fue y llegó Petrella, entonces, él me dijo que yo me tenía que volver a mi categoría, que no le interesaba contar conmigo”.

“Yo venía de hacer dos goles en un amistoso contra Sportivo y venía jugando cada vez mejor y Petrella no me había visto ni entrenar y me estaba corriendo del equipo. Entonces yo, que siempre fui fanático del Santo y sabía que él era de Atlético le dije ‘¿Qué venís a dirigir acá vos que sos un Decano Puto?’”. Fue lo último que el padre del Kun llegó a decir en San Martín.

“Petrella me demandó con la Comisión Directiva que no solo me sacó del primer equipo, sino que me suspendió un año entero. Entonces, yo ya no volví más, había muchos clubes que me querían: Almirante Brown de Lules, Sportivo Guzman. Eran varios, en casi todos entrené unos días par de semanas, pero ninguno me convencía y San Martín no me entregaba el pase. Así que me fui a Buenos aires y fui papá de mi hija mayor, un tiempo después ya nació Sergio y me quedé acá y no volví a San Martín”.

“Ya en Buenos Aires me probé en Laferrere y quedé, pero me volvieron a negar el pase. Después intenté en All Boys y me pasó lo mismo. Después me pagaban para jugar las Ligas regionales, me iba a Chascomús, o a otros pueblos de Buenos Aires a jugar”.

Del Castillo era menor de edad cuando nació Sergio, por lo que no pudo darle su apellido ya que la ley de la época no lo permitía. El Kun es Agüero por parte de madre y futbolero de alma y vida por parte de padre: “Yo iba a jugar todos los fines de semana y Sergio venía conmigo y se quedaba horas jugando con una pelota. Cuándo ya tenía 5 o 6 años a la gente le empezó a llamar la atención lo bien que jugaba mi hijo y me lo empezaron a comentar”.

Dicen que a veces los padres pueden satisfacer algunas frustraciones personales al ver cumplir los sueños de sus hijos: “Lo empecé a llevar a distintos lugares y dejé de jugar yo. Adonde sea que fuera iba a ser el mejor. Primero probamos en clubes de barrio y después en los clubes más importantes: en todos quedaba. Estuvo un tiempito en las infantiles de Ferro, también de Lanús, aunque ahora niegan que haya pasado por ahí”.

“En un momento lo llevé a un equipo de zona Sur que competía en torneos infantiles. Se llamaba ´Los Primos’, de ahí salieron el Panchito Guerrero, uno de los arqueros Molina que también jugó en la primera de Independiente y después murió jovencito. Ahí, A Sergio le fue muy bien y llamó la atención de gente de Independiente que me pidió que lo lleve al club cuando tenía 11 años y de ahí fue figura siempre hasta debutar a los 15”, resume Leonel el meteórico ascenso a la fama del crack argentino.

El resto de la carrera del Kun es conocida mundialmente y a Leonel se le cae la baba cada vez que ve a su hijo convertido en uno de los mejores delanteros del mundo. Sin embargo, todavía le queda un sueño pendiente por cumplir: “Me gustaría que cualquiera de mis hijos jugara en San Martín porque soy fanático y me encantaría verlos con la camiseta”.

“Al Kun siempre le digo: ‘Vení a jugar a los Santos un añito, ¿qué te cuesta? Y él no lo descarta y me contesta: ‘Si está en Primera, tal vez voy’ y se ríe. Él está pendiente, siempre averigua y sigue las campañas, no es hincha ni fanático como yo, pero está al tanto, cuando ganamos me llama y me dice ‘Ganamos hoy, papá´, él es de Independiente, pero la del Santo un poquito le tira”, dice entre risas el papá del Kun.


“La gente de Independiente se enoja conmigo porque creen que cuando él decida volver a Argentina me lo voy a llevar a Tucumán, pero él ama Independiente, puede jugar en los dos: un año en cada uno”, agrega con picardía.

“Una vez, cuando estaba dando sus primeros pasos en Primera lo llevé a la Ciudadela para que la conozca, no había partido, pero entró igual”, recuerda Leonel sobre esa breve experiencia con su hijo en uno de los lugares del mundo que más ama: “Voy a la cancha cada vez que puedo, las últimas campañas fui a casi todos los partidos. Viajaba para Tucumán cada vez que jugaba y lo iba a ver. Tengo un palco”.

"Yo soy un hincha más, soy socio y a San Martín lo llevo en mi corazón. Por eso cada vez que puedo voy, y me encuentro con algunos muchachos, como Cococho, Pinino Martínez y varios otros que compartíamos esos años tan lindos  en los barrios de Tucumán o con la camiseta de los Santos”.



Con la Pelota Leonel Del Castillo. Abajo, cuartdo desde la izquiera, un juvenil y sonriente Cococho Jiménez.

Cococho Jiménez y Leonel Del Castillo. Asus espalda su querida Ciudadela.