Top

Un sueño cumplido, insultos y bienvenidas: San Martín-Atlético se juega siempre

ANÁLISIS

Un tuit enigmático de Martín Peralta, jugador del Decano cedido al Santo, desató reacciones diversas entre los usuarios de ambos equipos que a falta de clásicos en la cancha, trasladan la rivalidad a las redes. Cuando vestir los colores del otro se convierte en pecado mortal.





Sus primeras horas en Ciudadela fueron moviditas: un tuit que no tardó en viralizarse se terminó volviendo como un boomerang que casi le pega en la cara. Sucede que Martín Peralta, flamante refuerzo de San Martín dejó un mensaje que causó el aplauso de unos y los insultos de otros. ¿Pero qué sucedió? ¿Qué dijo? ¿A quién molestó? ¿Por qué?

Cuando ya caía la tarde del lunes, en Ciudadela anunciaron la llegada de una nueva incorporación: Martín Peralta, delantero tucumano de 23 años, proveniente de Estudiantes de Río Cuarto, formado en el CEF 18, con un paso exitoso por San Jorge y cuyo pase pertenece a Atlético Tucumán que le cedió el jugador a su rival de toda la vida. 

En ese último dato se explica la polémica causada en las redes: sucede que en simultáneo a que los medios de comunicación anunciaban su vínculo con el Santo, el futbolista tuiteaba la frase: “Los sueños se cumplen”. Así generó el enojo usuarios Decanos que le cayeron con todo. 

Incluso, Diego Erroz, manager y coordinador de Fútbol Profesional y Amateur de Atlético Tucumán, publicó en las redes sociales su “Carta abierta a los jugadores de inferiores”, en la que le pide a los juveniles que sean agradecidos con la institución que los forma como deportista. En la misiva, el ex futbolista no hace referencia alguna sobre Peralta, pero el contexto hace suponer que puede tratarse de lección para nuevo jugador del Santo.

En contrapartida, los Cirujas no tardaron en darle la bienvenida y festejaron lo que interpretaron como una chicana. Sin embargo, el deportista charló con eltucumano.com y aclaró el asunto: “El tuit es un mensaje muy personal que tiene que ver con muchas cosas muy personales y familiares que me vienen pasando y la gente lo interpreta como quiere. No le falté el respeto a nadie”. 

“Me insultó mucha gente, pero hoy por hoy en las redes sociales se dice cualquier cosa y no hay que darle tanta importancia. Tengo que concentrarme en esta nueva oportunidad y darle todo a San Martín para intentar conseguir el objetivo que es el ascenso”. 

Que los tiempos han cambiado y las redes sociales se presentan como un campo propicio para las chicanas, burlas, insultos y agresiones de todo tipo es cierto. Que la rivalidad entre Santos y Decanos parece haberse profundizado es innegable, pero tal vez no venga mal pegarse un baño de historia y recordar que hubo grandes ídolos de ambos clubes que supieron vestir la otra camiseta sin que eso les manchara, en lo más mínimo, sus pergaminos de ídolos indiscutibles de cada una de las hinchadas. 

Para el caso pregunten por Jorge López en San Martín, o Víctor Palomba y Lito Espeche en Atlético, entre otros próceres de nuestro fútbol que mudaron, temporalmente, su magia a la otra vereda sin que nadie se atreviera a cuestionarlos.

Entonces, un joven futbolista que está tratando de hacer sus primeras armas como profesional, que contaba con escasas chances en el Decano, que viene de romperla en San Jorge, de tener pocas oportunidades en Río Cuarto y que ahora se integrará al otro grande la provincia, ¿no tiene derecho a estar feliz ante la nueva oportunidad? 

“Yo estoy contento porque se interesaron en mí y porque voy a volver a jugar en mi provincia y pelear un ascenso”, es la respuesta de Peralta más que elocuente de un muchacho oriundo del Barrio Oeste II, tierra Ciruja si las hay. 

Coincido con Erroz que es importante ser agradecido con las instituciones, de todo tipo, que dan oportunidades, cualesquiera sean. Justamente, mostrarse alegre y contento con un futuro promisorio no es signo de desagradecimiento del pasado. 

Tengo la sensación que en los últimos años se han elevado los niveles de agresión entre hinchas del Santo y del Decano y lo paradójico del caso es que este proceso es inversamente proporcional a la cantidad de enfrentamientos entre ambos: Los últimos 20 años son, por escándalo, el período de tiempo con menos clásicos tucumanos. Nunca antes habíamos asistido a tan pocos enfrentamientos entre los dos grandes de la provincia como en lo que va de este milenio. 

Sin embrago, la violencia, por suerte todavía virtual, crece día a día al punto de volver cualquier comentario, declaración o incluso un mensaje en Twitter en un pecado imperdonable. Tal vez la explicación de este fenómeno radique en que al no poder sublimar la rivalidad en un campo de juego, los hinchas encuentran en las palabras un recurso para descargarse. 

En sí mismo, el folclore de fútbol no tiene nada malo, el problema es cuando se cruzan líneas que perjudican a las personas: de hecho, en Tucumán, ya hubo casos de jugadores a los que se le cerraron puertas en las caras solo porque desde las redes se hicieron campañas para que no se los contrataran por haber sido hinchas del otro club.

Por dar un ejemplo, hace unos años, Santiago Alonso del Conde, jugador formado en Atlético, estuvo muy cerca de firmar con San Martín: ya se había alcanzado el arreglo de palabra y solo faltaba formalizar el vínculo con la firma del contrato que ya estaba impreso, pero entonces se viralizaron algunas capturas de pantalla que daban cuenta de que el delantero era hincha Decano y eso arruinó el traspaso. 

Ojalá en este caso no suceda algo parecido, de hecho, Peralta es jugador de Atlético y algún día tendrá que volver y no creo que haya sido irrespetuoso con esa institución, ni aun mostrándose contento por jugar en San Martín, ni, aunque de verdad fuera el sueño de su vida. 

¿O acaso no es el mismo Atlético quien cede al jugador? Así que supongo que no esperaban que emprendiera este desafío con tristeza. Conociendo la coherencia de los dirigentes Decanos, no creo que piensen igual que los hinchas que lo agredieron. 

Aclaro, por si hace falta, que no creo que esta conducta sea generalizada en todo el Pueblo Decano ni en el Ciruja: es probable que se trate de una minoría ruidosa que se magnifica por las posibilidades que otorgan las redes, pero tampoco tengo dudas que es un fenómeno que va creciendo y con rapidez y que tal vez en unos años sea totalmente masivo. 

Hace varios años que el fútbol argentino se juega sin público visitante, sin embargo, no me rehúso a soñar con la vuelta de los clásicos con ambas hinchadas copando el Monumental o La Ciudadela. 

No digo volver a los tiempos de las apuestas entre los hinchas todos mezclados en las tribunas de Pellegrini o Laprida, que sería tan hermoso como utópico, pero sí al menos donde no sea considerado un agravio que un chico, sin posibilidades en un club, se alegre de encontrar la puerta abierta en el otro. Al fin y al cabo, no deja de ser un joven que consiguió un nuevo trabajo.