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Fin del sueño: llegó el día tan temido para San Martín

ANÁLISIS

AFA y su desidia propiciaron las destrucción de un proyecto serio y a largo plazo. Las ilusiones y el trabajo de jugadores, cuerpo técnico y dirigentes tirados a la basura por decisiones arbitrarias e injustas.

El plantel 2020 de San Martín. Ese grupo ya forma parte del pasado del club.





Llegó el 30 de junio nomás, y lo que no llegó fue la respuesta de AFA, que culminó la temporada hace casi tres meses con el fin de dar un “marco de previsibilidad a los clubes”, pero que, por el contrario, dejó abierto todo tipo de interrogantes sobre el futuro de las competencias. 

Resulta que quienes, supuestamente, pretendían no sumar incertidumbre en un contexto de pandemia, llegaron hasta el día en el que se vencen más de 4000 contratos a lo largo y ancho del fútbol argentino, sin dejar en claro qué, ni cómo, ni quiénes, seguirán compitiendo de aquí a fin de año. 

Es decir, AFA que, con bombos y platillos, anunció una medida, supuestamente, beneficiosa para los clubes y para los jugadores, lo único que logró fue dejar sin trabajo a miles de futbolistas y desarmar cualquier intento de proyecto serio.

El Comité Ejecutivo  dejó llegar la fecha culmine de los vínculos laborales de la mayoría del fútbol nacional, sin  necesidad alguna. Lamentablemente aquella contradictoria e inexplicable decisión de AFA, golpeó duro a los dos clubes tucumanos.

Por un lado, el Decano, que se encontraba en una posición expectante para acceder a alguna de las copas internacionales, se ve despojado de la posibilidad de jugar por esas plazas, debido a que fueron entregadas, apresuradamente, a los clubes que ocupaban tales puestos de manera transitoria, cuando aún había 11 meses de margen para definir tales clasificaciones. 

En contrapartida, para el ascenso no se tuvo el mismo criterio, a pesar de que solo había poco más de dos meses de tiempo para otorgar los premios. La medida, que jamás fue argumentada, solo explicita que “los ascensos se definirán en la cancha por reducidos”, dotando de incertidumbre total a los clubes implicados, que llegaron al día en el que sus jugadores quedan sin contratos, sin poder planificar, ni saber a quienes renovarles, ni para qué. 

Así, San Martín se ve obligado a truncar un proyecto deportivo serio, pensado a largo plazo y que ya no podrá sostenerse: Ocho futbolistas ya dejaron el club, 12 más serán jugadores libres a partir de este miércoles 1 de julio: “No estamos en condiciones de renovarle a nadie”, expresó Sagra en repetidas ocasiones. 

¿A qué se refiere el presidente de San Martín con esa afirmación? Antes que nada tenemos que decir que ningún club debería ser obligado a tomar decisiones sobre el armado de un plantel a ciegas, sin tener en claro que compromisos deportivo deberá afrontar.

Desde hace muchos años, los que queremos este deporte hablamos y, sobre todo, escuchamos hablar de la necesidad de un fútbol argentino más serio, más responsable, donde los clubes no gasten más de lo que pueden, donde los jugadores no sean estafados por las entidades con promesas de salarios estrafalarios con los que no podrán cumplir. 

Sin embargo, la entidad de calle Viamonte, que debería pregonar por esos valores, propone una resolución, paradójicamente irresoluta, que deja  a todos con la incertidumbre de qué tipo de competencias enfrentarán en lo que queda del año. 

Es decir, la AFA dejó que muchos futbolistas se queden sin trabajo y que, a su vez, los clubes se vean en la disyuntiva de sostener proyectos deportivos (sostener planteles) sin saber para qué, o desarmar sus equipos en pos de proteger las arcas de la institución. En otras palabras, Tapia y su Comité generaron la situación de que cada equipo elija entre fundirse caprichosamente, o ser responsables y no hipotecar las cuentas de por vida en pos de un objetivo futbolístico que ni siquiera está claro. 

Vamos al caso concreto de San Martín, este miércoles 20 jugadores ya no serán parte del equipo, y el cuerpo técnico tampoco ¿Había otra opción? Sí, podrían haberle renovado a todos para jugar uno, dos, o quien sabe cuántos partidos, de quién sabe qué categoría, y quién sabe cuándo. 

Si la dirigencia optaba por esas renovaciones ¿Hubiese sido una actitud responsable? La respuesta es rotundo no: como ya dijimos antes, la planilla salarial de San Martín solo puede cubrirse con las recaudaciones de los partidos. Sin saber cuándo volverá el fútbol con público, no se podría haber garantizado los pagos de los jugadores y cuerpo técnico. 

Por otro lado ¿Se puede hipotecar el futuro del club en torno a un objetivo deportivo más que difuso? Recordemos que esta año hay elecciones en San Martín, lo que quiere decir que Sagra no tiene garantizada su continuidad, entonces no hubiera estado bien que la nueva Comisión Directiva tenga que afrontar compromisos adquiridos por otros dirigentes, en una situación de crisis económica, menos aun sabiendo que el principal ingreso de la institución estará suspendido por tiempo indeterminado. 

Toda esta situación fue propiciada por AFA que, irresponsablemente, destruyó un proyecto deportivo, respaldado por el orden institucional, empujándolo al abismo, dejando llegar el día 30 de junio, que tan lejano parecía, sin brindar la más mínima de las seguridades en torno al futuro de los certámenes. 

En este contexto de absoluta desidia y desinterés, cuesta entender el apoyo de los otros clubes a estas decisiones contradictorias y ambiguas. Me pregunto: ¿A quién le conviene no saber que jugarán en unos meses? ¿Acaso confían en alguna información extraoficial que les hayan hecho llegar? ¿O es pura obsecuencia?
Hay respuestas a estas preguntas, pero ninguna termina de convencer: es entendible que algunos clubes sostengan aspiraciones legítimas de ascender, es probable que otros clubes hayan intercambiado apoyo por supresión de descensos, ahora, los demás ¿Pueden estar cómodos con la duda constante sobre a su futuro inmediato? Aparentemente sí. 

Lo cierto es que solo San Martín alzó la voz ante el evidente daño institucional que le causa la falta de justicia y previsibilidad. La AFA mató un proyecto serio y ordenado que, además, iba rumbo a conseguir su objetivo deportivo. 

Destruyeron a un equipazo que merecía un mejor final, que si perdía el ascenso debería haber sido en la cancha. Porque el mecanismo es a la inversa de lo que pretenden hacer creer: no se disputarán los ascensos en la cancha, sino que se lo arrebatarán en los escritorios a quienes hicieron los méritos mientras el campeonato se disputaba de manera natural y reglamentaria. 

AFA pretende sostener que es justo que otros planteles disputen, con otros reglamentos, los ascensos que quedaron pendientes antes de la pandemia. De darse así, AFA estará priorizando lo que suceda después de la pandemia, en una competición desvirtuada, en lugar de premiar lo hecho mientras todos estaban en igualdad de condiciones antes de la suspensión, habiéndose disputado el 70% del campeonato bajo la naturaleza prevista para el mismo.  

En fin, querían dotar de un marco de previsibilidad al fútbol argentino y dejaron que la sangre llegue al río, que el agua ensangrentada ahogue a los que hicieron las cosas bien. Resultado: jugadores y técnicos sin trabajo, clubes fundidos, futuro incierto para todos. Venían a cambiar al fútbol argentino, iban a ser distintos: fueron peores que ningunos.