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"Feliz día, papá": los que te tuvieron de hijo en el clásico tucumano

VIVA EL FÚTBOL

Un rapaso detallado por aquellos goleadores que le marcaron al rival de toda la vida en el partido más importante de nuestro fútbol. Apariciones esporádicas. Artilleros eternos. Cabezazos inolvidables. Definidores infalibles. El recuerdo de todos aquellos que te alegraron y amargaron. Lluvia de videos.

Marchese, Jacinto y Lito Espeche, por el Santo. El Kila Castro, Urcevich y Palito Palomba, por el Decano. Glorias de las historia del clásico tucumano.





Este fin de semana es el Día del Padre en toda Argentina y desde El Tucumano lo vamos a festejar homenajeando a los grandes papás del fútbol de nuestra provincia. La idea es elaborar un listado, por supuesto subjetivo, discutible, debatible y absolutamente refutable, de grandes goleadores de la historia de nuestro clásico. 

Aquellos jugadores que supieron amargar repetidas veces al rival de toda la vida. Este texto tiene como objetivo que los lectores puedan viajar en el tiempo, y recordar aquellos apellidos que tantas alegrías o tristezas les causaron y que, además, sean los mismos lectores los que puedan aportar nombres que en su memoria les generen una u otra cosa y que desde aquí, involuntariamente, hayamos obviado.

El concepto de “lo tiene de hijo” es flexible y como tal, pondremos en una misma bolsa tipos que hicieron 30 goles, con otros que hicieron solo 2 o 3, pero que, inevitablemente, nos llevan a recordarlos como “papás por siempre”. 

Empecemos, el máximo goleador de la historia de los clásicos es Santiago Michal, jugador del Decano de las décadas del 30 y 40, que además es el máximo artillero de la historia del club con más de 200 goles, habiendo convertido 30 ante su máximo rival. 

Unos años después, entre la segunda mitad de los 40 y buenas parte de los 50, en San Martín jugó un goleador llamado Lucio Acosta que marcó 21 tantos ante el Decano siendo el que más le convirtió. 

El caso de estos jugadores es bastante extraño ya que, en general, la historia oficial de los clubes no les ha dado el lugar que se merecen y tampoco encuentran un lugar privilegiado en la memoria colectiva. 

Distinto es el caso de Juan Carlos El Burro Carol, que durante un largo tiempo se lo consideró como el artillero por excelencia de la historia de los derbis tucumanos. Lo cierto es que los números indican que los 12 tantos de Carol están lejos de Acosta y Michal, sin embargo, quien puede negar que Carol es un paradigma de paternidad en clásicos de nuestra provincia. 

Quienes llegaron a verlo, describen al Burro como delantero, pícaro, picante, astuto e infalible frente al arco. De esos que se agrandaba en las difíciles y que le encantaba amargar a los rivales. Un jugador moderno, adelantado a su época y que, sin dudas, ocupa, y ocupará por siempre, un lugar privilegiado en la historia Santa.   

Mucho más acá en el tiempo, pero con características similares, en la década del 80, un atacante veloz y goleador enamoró al pueblo Decano. Hablamos de Correcamino Reartez, ídolo indiscutible de 25 de Mayo y Chile. 



Con solo nombrarlo, a cualquier Decano que supere los 40 años se le erizará la piel. En contra partida, muchos Cirujas se agarrarán la cabeza y no es para menos: nueve goles les marcó Luis entre el 83 y el 87, tiempos donde era Atlético el que conseguía mejores resultados.  

Por entonces, el Correcamino, que había sido descubierto jugando en la Liga Bancaria, conformó una dupla inolvidable con Julio Barreto que también supo amargar a los de Ciudadela con más de un cabezazo certero. Justamente muchos recuerdan una palomita del año 86, en la que en el festejo, el doctor se trepó al alambrado de la calle Bolivia, donde estaban los hinchas de San Martín. 

Aquello años de bonanzas Decanas, trajeron consigo a un tercer verdugo inolvidable: Raúl Aredes, enganche tradicional, zurdo talentoso, con una pegada extraordinaria que no tardó en presentar, cuando en su segundo partido, con tan solo 18 años marcó un golazo de 40 metros, para alegrar a todos los suyos. Cuatro años después, en el Regional 87, el Zurdo amargaría a San Martín empatándole un cotejo en Ciudadela en el último minuto. Luego sería figura en las finales por el ascenso frente a Sarmiento de Chaco. 


Luego de haber paseado su calidad por Unión, Estudiantes y U de Chile, entre otros, Aredes volvió a 25 para integrar un plantel estelar que, dirigido por Zuccarelli, quedó a la puertas del ascenso luego de una gran campaña. En aquella temporada, El Zurdo dejó su selló en un clásico del año 98, cuando metió una vaselina hermosa en el arco de la Chile para el 3 a 1 definitivo, consiguiendo darle a su equipo el segundo triunfo en un clásico en casi 10 años. 

Además de Reartez, Barreto y Aredes, si hablamos de clásicos ochentosos, no podemos dejar de mencionar aquel del 84, cuando Horacio Pizzurica marcó un gol de otro planeta que “había practicado durante toda la semana”, pasando a la historia solo por esa ejecución inolvidable. 



Los 90 fueron la década del menemismo, de la pizza Champagne, de Tarquino, La Fabrica, Gasoil, de los videos juegos, de recesión económica, de privatizaciones, de Palito Ortega y de Bussi. Fueron años agridulces e inolvidables que, si los 80 había marcado supremacía Decana, esta década fue absolutamente Ciruja. 

Para comenzar, el primer partido de esta nueva era, terminó 1 a 0 con un gol de cabeza de 35 metros, convertido por Zacharski, que como Pizzurica, le bastó un gol estrafalario para eternizarse en la memoria colectiva. 

Ese clásico atípico marcó el comienzo de una racha invicta que duró 7 años, incluyendo dos eliminaciones de los octogonales de Nacional B. 



En estos tiempos puramente Cirujas, no hubo una figura de 9 goles como Reartez, ni 21 como Acosta, ni 30 como Michal. Pero si hubo varias apariciones de dos o tres golcitos que sumaron años de alegrías para unos, y de tristeza para otros. 

Como primer ejemplo podemos tomar a un partido del año 91. Cuando El Mono Campos, ex San Martín, vestido de celeste y blanco madrugó a Albornoz (ex atlético) dejando perpleja a Ciudadela. Sin embargo, en un segundo tiempo inolvidable, el Santo pasó por arriba al Decano y Erasmo Doroni (ex Atlético) vengó el puñal de Campos con dos goles, consiguiendo un triunfo inolvidable. Esa misma temporada, en Ciudadela, Guillén le atajaría un penal a Cáceres y San Martín eliminaría a Atlético para luego ascender a Primera, por segunda vez. 



Si de ley del ex hablamos, una conocida fue la del año 93, cuando el Cachi Zelaya, que hasta hacía unos meses jugaba en 25, metió un cabezazo implacable provocando el delirio de la Rondeau que al grito de “El cachi los culio” festejó un 2 a 0 más que merecido. Ese no fue el único gol que el Cachi le haría al Decano.

Por su parte, Atlético logró ganar el primer clásico de la década recién el 96. Sin embargo, lejos de cortar la racha, la profundizó, porque tras ese oasis en el desierto, se sucedieron cinco derrotas consecutivas. 

En el primero partido de esa seguidilla, abrió el marcador Juan Carlos Bermegui, un chaqueño, hasta entonces ignoto, que tomaría por costumbre anotarle a Atlético. Ese día completaría el 2 a 0 el Tigre Amaya. 

El siguiente cotejo entre los clubes más grandes de la provincia es uno de los más recordados por el pueblo del Santo. Fue un 4 a 1 en el Monumental, con actuación perfecta en la que Bermegui volvió a convertir, al igual que Solbes, Floreal García (otro Ley del Ex) y Raúl Vaquel.

Hablando de Vaquel, es uno de eso casos extraños, ya que hizo muy pocos goles en su carrera, sin embargo, al Decano le hizo dos: Además del ya mencionado, le marcó una bomba madrugadora desde el borde el área en un dos a cero en Ciudadela. Al segundo lo hizo Bermegui de nuevo. 



El caso de Vaquel se parece al de Leonardo Sciacqua o el Quebrachito Juárez, jugadores que no hacían goles casi nunca, pero que aparecieron ante el eterno rival. 

Paradójicamente, esa década bien Ciruja, cerró con un triunfazo de Atlético, cuando a finales del 99, Mauro Amato, con dos goles, le dio el triunfo 3 a 2 a los suyos. Aquel segundo tiempo que tuvo cinco goles es, seguramente, de los mejores de la historia de este enfrentamiento. 

Ya en el nuevo siglo, Stang o el Negro Vera aparecen como goleadores inesperados que le dieron triunfos a los locales. 

También defensor era César More que sobre la hora eliminó a San Martín de la Copa Argentina 2012. Este caso podría emparentarse con el del Santiagueño Jerez que en el 94, jugando para San Martín, sobre la hora y de cara a los visitantes, dejó a fuera al adversario de toda la vida. 

Para finalizar y cerrar esta nota con fines recordatorios, vamos a remitirnos a las frías estadísticas y publicar a los máximos goleadores de la historia del clásico provincial, aportada por Ramiro Villa. Desde ya, repetimos que nuestros lectores están invitados a opinar y agregar sus propios recuerdos. Esperamos un intercambio gentil y respetuoso entre hinchas de ambos clubes en los comentarios de las redes sociales. 

Si otro fin particular, nos despedimos deseándoles tanto a Cirujas como a Decanos que tengan un feliz Día del Padre.   

Los 10 máximos goleadores de la historial del clásico tucumano.

Santiago Michal (AT) 30 GOLES
Lucio Acosta (SM) 21 GOLES
Roberto Juárez (SM) 18 GOLES
Leónidas Van Gelderen (AT) 15 GOLES
Donato Penella (AT) 13 GOLES
Juan Carlos Carol (SM) 12 GOLES
Lirio Díaz (SM) 11 GOLES
Federico Akemeier (SM) 10 GOLES
Luis Reartez (AT) 9 GOLES
Héctor Lucca (AT) 9 GOLES