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"Apenas cerraba los ojos se me venía la imagen del camión de frente"

HISTORIAS DE ACÁ

Hace cuatro años, Tucumán lloró la pérdida de cuatro hinchas de San Martín en la ruta. Hoy, el sobreviviente de aquella noche, rompe el silencio.

Jorge Manovich, conocido como Harry, sobrevivió al accidente de Colonia Dora y jamás olvida a sus amigos.





Hace cuatro años, Tucumán se desayunaba una noticia trágica que conmocionaba a todos: durante la madrugada un auto con cinco hinchas de San Martín que volvía desde Sunchales, había sufrido un terrible accidente a pocos kilómetros de Colonia Dora, Santiago del Estero. Los titulares del día hablaban de un Gol Trend gris, y que cuatro de los cinco pasajeros habían perdido la vida en el momento.

El quinto viajero, se encontraba grave en un hospital santiagueño. Se trata de Jorge de Manovich, que hoy puede contar la historia y reconoce que el choque lo marcaría para siempre. 

Para Jorge, al que todo el mundo conoce como Harry, San Martín es un pilar fundamental de su vida. Actualmente tiene 24 años, y no concibe el mundo alejado de la Ciudadela: “Después del accidente nunca me terminaron de dar el alta médica. La última vez que fui, el doctor me quiso prohibir ir a la cancha por dos años. Le dije que estaba loco y no volví nunca más”. 

La noche del accidente marcó un antes y después para siempre en casi todo, pero eso sigue igual: su amor por el Santo es algo que no pudo vencer ni siquiera la muerte vestida de un camión de frente en plena noche y en medio de una ruta. Ni siquiera la muerte a su alrededor de cuatro amigos a los que ama y extraña: “A ellos los llevo puesto conmigo a cada partido y a cada previa”. 

Harry, que tenía 20 años, confiesa que durante meses no pudo dormir: “Apenas cerraba los ojos se me venía la imagen del camión de frente y me despertaba de un salto”. Sin embargo, admite que prefiere quedarse con la foto de unos minutos antes, en una estación de servicio de Colonia Dora, él y sus amigos sonríen felices por el triunfo conseguido el ida de las semifinales del Federal A. 

Después de esa foto, fue que Juan Carlos Grollimund, Carpincho, se cambió de vehículo dejando la camioneta en la que venía para subir al Gol gris que 5 minutos después estaría destrozado. 

“A él lo conocí en Sunchales, habíamos compartido la previa y estuvimos en la cancha. Los otros eran amigos del barrio, desde chicos”. Nahuel y Javier eran sus rivales en los picados de Campo Norte “Ellos jugaban para la Perú. Yo para la Bolivia. Pero íbamos juntos a Ciudadela. A Gastón lo conocía de chico, pero nos hicimos amigos de grandes, él siempre viajaba a ver al Santo y yo también, pero esa fue la primera vez que lo hicimos juntos”.

Después del gol de Agudiak y de eliminar a Sportivo Belgrano de San Francisco, San Martín debía jugar ante Libertad de Sunchales de visitante un miércoles: “Desde el lunes que venía preparándome para viajar, los chicos me buscaron y armamos todos. Mi mamá no me dijo nada, pero había soñado que yo iba a tener un accidente, me escondió la plata para que no vaya. Yo pedí permiso en el trabajo y me fui igual. Me alcanzaba para los gastos del viaje y la entrada. No tenía más”, recuerda Harry.
 
Luego del choque, estuvo dormido dos días en un hospital de Santiago, fractura de pelvis, fisura de fémur, hombro dislocado, politraumatismo de cráneo, líquido en los pulmones y fractura de cadera, fueron algunos de los daños en su cuerpo. 

“A mí me dijeron que no iba a poder volver a correr, que jamás iba a poder trabajar y que me olvide de volver a jugar a la pelota. Qué con suerte iba a poder caminar. Sin embargo hoy puedo trabajar en la empresa 9 de Julio y haga dos y hasta tres turnos diarios, levantando miles de kilos por día”, explica. 

Además, Jorge agradece a Mario Leito, presidente de Atlético, por un gesto que tuvo para con él: “Cuando fue el accidente, él se acercó mucho a todos nosotros. A mí me abrió puerta para que yo pueda laburar donde estoy. Soy un eterno agradecido a él y todos los que me ayudaron”.

Harry se autodenomina como un “loquito por San Martín”, y dándole la razón a aquella famosa escena de la película “El secreto de sus ojos”, él no puede cambiar de pasión. Por eso no solo sigue yendo a la Ciudadela, sino que, de vez en cuando, viaja de visitante, siempre carga la bandera de sus amigos y como sea la cuelga de algún alambrado: “Desde siempre y para siempre”, es la frase que reza el trapo que lleva las caras y los nombres de los cuatro: “Ellos me protegen”, dice con la voz quebrada. 

Aquel golpazo en la ruta santiagueña no fue el último en su vida: “Seis meses después del accidente, habilitan los hinchas visitantes para un partido en Jujuy contra Gimnasia. Yo viajaba el sábado a la mañana, pero el viernes a la noche, un taxi me atropella, yo iba en mi moto. Me llevaron al hospital Padilla, querían que me quede en observación, pero yo me escapé y me fui a Jujuy”, relata consciente de fanatismo desmedido. 

Para finalizar cuenta un pacto que cumplió con sus amigos: “Cuando viajamos a Sunchales, estábamos lejos de  volver a jugar contra Atlético. En ese momento era un sueño llegar a Primera y ganarles un clásico. Al final llegamos, entonces ese día me infiltré en la tribuna de la Chile, llevé puesta una remera con la cara de los cuatro. Me arriesgué a que me descubrieran, pero cumplí con ellos y vimos juntos como le ganamos un clásico en Primera”.

Esta fotografía fue tomada en Colonia Dora minutos antes del accidente. Carpincho dejó la Eco Sport en la que venía y se subió al Gol Trend.