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"Casi me abrazo con el 3 de ellos": El día que Llamarada Torales recuperó las Malvinas

HISTORIAS DE ACÁ

Jugaban San Martín contra Vélez y un anuncio en los carteles paraba el partido. El público, los jugadores y árbitros, todos unidos por única vez en la euforia patriótica.

Formación de San Martín el día del triunfo frente a Vélez en mayo del 82





Era domingo 2 de mayo del año 1982, el día anterior los ingleses habían llegado a Malvinas y se habían producido las primeras batallas. Aquí, en el continente, las rutinas no habían cambiado demasiado, y más allá de que el tema ocupaba todas las mesas y sobremesas de Argentina, la gente vivía más o menos igual que siempre.

La AFA, por ejemplo, no había suspendido el fútbol, y ese fin de semana se estaba disputando una nueva fecha del torneo Nacional 82. En Liniers, ciudad de Buenos Aires, Vélez recibía a San Martín.


Iban solo 6 minutos del primer tiempo cuando la atención del público se traslada del campo de juego al moderno cartel electrónico, inaugurado para el Mundial 78, que se encontraba en una de las cabeceras del Amalffitani.

Claudio Busca percibe algo raro, lee el cartel que decía “Inglaterra retira sus naves de las Islas Malvinas”. Tiene la boca abierta y tarda unos segundos en soplar el silbato para frenar el, ahora, intrascendente partido de fútbol. Cuando al fin logra soplar con fuerza ya no era necesario. Todos habían parado de jugar, de la pelota nadie se acordaba.

Argentina recuperaba las Malvinas ¿A quién podía importarle ese Vélez-San Martín? A nadie, ni a los jugadores, ni  los hinchas, ni al árbitro. Habíamos ganado la guerra. Juan Carlos Torales, Llamarada, lo festejó como un gol: “Casi me abrazo con Bujedo, el 3 de ellos”, cuenta. “Había una emoción muy grande. Además por edad, éramos todos reservas. Podíamos ser llamados en cualquier momento y eso daba miedo”.

El parate del juego duró unos minutos, después, como Cenicienta a las 12, hubo que volver a realidad y seguir jugando. Un partido más o menos normal en el que el penal de Jacinto Eusebio Roldán fue la única emoción del triunfazo Santo como visitante.

Después de vuelta al vestuario y a la vida de siempre, no sé cuánto tiempo habrán tardado esos 22 jugadores, los suplentes, los cuerpos técnicos, los referís e hinchas en enterarse que en realidad, las naves inglesas habían hundido el Crucero General Belgrano y que lejos de retirarse estaban entrando a Malvinas para nunca más irse.