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A 17 años del batacazo de La Florida en plena Ciudadela

ANIVERSARIO

El 31 de marzo de 2003 el arquero Jaime amargaba a San Martín que debía volver a la Liga. El lado "B" de la historia de David vs Goliat.

El equipazo dirigido por Ángel Guerrero ascendió al Argentino "A".





Hace 17 años ocurría un hecho histórico del fútbol de nuestra provincia. Por un lado, La Florida, conducida por el “Negro” Guerrero, lograba dar el batacazo y vencer por penales a San Martín en plena Ciudadela. El equipo de Ángel fue la revelación de ese torneo y terminó consiguiendo el ascenso al Argentino “A”. Conformado por un plantel joven y plagado de “descartes” de los grandes de Tucumán, el “Tricolor” terminó armando un equipazo que se hizo fuerte en todas las canchas y logró ser uno de los mejores de un torneo con 108 participantes.

Los goles y golazos del “Potro” Cháves, combinados con la movilidad de Mauricio García y Alejandro Sierra en las bandas, más la clase del “Chavo” Vera y la experiencia del “Gallego” San Román en el eje del campo, sumados la solvencia defensiva de Arrieta y Manuel Acosta, sin olvidar las tajadas de Romero y las heroicas penales de Jaime, hicieron que aquel equipo diera uno de los mayores golpes de la historia de nuestro fútbol.

Por el otro lado, en el frente estaba San Martín, herido por dos descensos consecutivos, con una inestabilidad institucional que hacía tambalear hasta las columnas de las tribunas, un club destrozado por malas gestiones, que jamás supo encontrar un sucesor de Mirkin, pero que aun así contaba con lo único que lo sostenía en pie: Su gente.

A cancha llena se jugó aquella final en Ciudadela, la ida había sido 2 a 2, y San Martín, aún con 9 había sido un poquito más y casi lo gana. En la vuelta, la tensión era palpable, se jugaba una final, pero, paradójicamente, también un descenso, porque la AFA, como siempre desinteresada en los clubes del interior, dispuso que un certamen 108 equipos tuviera 100 descensos y no es un error de tipeo: 100 descensos. Una locura. Entonces, el que ganaba seguía y casi que ascendía, porque lo que venía era cuesta abajo, el que perdía volvía a la Liga. Demasiado castigo para cualquiera de los dos.

De los 90' no hay mucho para recordar, tal vez un gol errado por el “Quebrachito” Juárez, 0 a 0 y a gol de oro, donde no pasó nada. En los penales Jaime, que era suplente de Romero que estaba suspendido, se vistió de héroe y le atajó una al olvidable santiagueño Orellano y otro a Ruiz Turitich. La Florida campeón de la zona norte y a pasitos del ascenso. San Martín debía volver a la Liga.

Aquí nos detenemos un poquito, desde la restructuración de AFA en 1986, cuando los clubes del interior se integraron a la estructura de ascensos y descensos que ya tenía el fútbol de Buenos Aires, San Martín había sido siempre protagonista, ascendiendo dos veces, perdiendo dos semisfinales más, un cuartos de final y una final. Sin embargo, después de la derrota contra Colón en el 95, el club fue perdiendo fuerza y cada año se fue alejando más de los primeros puestos, hasta terminar, descendiendo de la B al "Argentinao A” y de este último al "Argentino B”. Tras el penal de Ruiz Turitich, el Santo volvía a foja cero. Al punto de inicio, había que reinventarse, que renacer.

Aquí es donde las instituciones muestran grandeza, cuando son capaces de resurgir de sus propias cenizas, San Martín lo hizo mejor que nadie. Acompañado de su gente que nunca lo abandonó, apenas 4 años después se tomaría revancha de La Florida, y lograría una escalada tan vertiginosa como la caída, volviendo a primera. El resto es conocido, hubo idas y vueltas. Pero el Santo supo jugar contra el diablo de visitante en pleno infierno y salió más fuerte que nunca.

17 años después, de La Florida queda el hermoso recuerdo de un equipo alegre, audaz y humilde que supo ser David y vencer a Goliat. En cambio, San Martín es el Goliat que se desmayó un tiempito, se levantó de golpe, se sacudió de los hondazos, aplastó a David y siguió siendo gigante. Un gigante que a veces se toma unas siestas, pero que cuando despierta, ¡ahhh! Cuando despierta arrasa con todo.