No es Coca, papi: qué pasa con el fernet en la cancha de San Martín
CIUDADELA
Ni cómo llega Chacarita o qué le pasa a Luciatti: el tema que preocupa por estas horas a los hinchas es el misterio que rodea al trago mágico que el domingo no puede faltar. Todo el debate aquí.

Ciudadela se prepara para explotar el domingo contra Chacarita.
Existen bellas frases inmortalizadas desde tiempos remotos por las más grandes plumas de la literatura universal. Son esas frases o versos capaces de conmovernos el alma, de tocarnos el corazón, de hacernos sentir sensaciones nunca antes vividas.
Y hay otras frases acaso más modestas, no por ello menos efectivas y que no resisten al menor análisis: apuntan a la sed, que en exceso son capaces de aplicarle sin miramientos al hígado, elegidas para aliviar la garganta después de tanto grito, de tanto aliento, de tanto sol de frente que pega como fernet sin Coca sobre la tribuna de calle Pellegrini.
Es una frase que retumba en Ciudadela cuando dos amigos descamisados Cirujas se palpan el bolsillo, calculan a ciegas cuánto ya gastaron en la entrada, cuánto desencillaron en la previa y cuánto tienen que dejar para volver a la casa. Es ese momento en el que aparece un morado mágico, un billete nuevo como recién sacado del cajero, 100 pesos argentinos moneda nacional y una sentencia con la sonrisa grande de par en par: “Tomemo, somo San Martín”.
Siempre habrá moralinas de los cuatro vientos y sus arpas impolutas que condenen la venta de fernet en la cancha, que no se puede, que está prohibido. Hasta el titular del IPLA, nada más y nada menos que el doctor Samuel Semrik, lo sabe. ¿Está mal? Lo debatamos en la próxima sesión legislativa si quieren. Pero la única verdad es la realidad y no es lo mismo estar en la cancha con o sin un buen fernando, un furioso fernuco, la famosa y bienaventurada Coca sucia. El problema que hoy nos ocupa es el precio del fernet en la cancha.
Bien adobada la marea de la Rondeau, Bolívar o la mencionada Pellegrini, esperan el guiño cómplice del oficialmente vendedor de gaseosas también conocido como “Hay Coca Coca”. Se levanta el pulgar, la mano, se pega el grito, se capta la atención y se pregunta modulando la boca en silencio: “¿Tenés fernet?” En las plateas ha bajado la venta bajo carpa y hay veces que el vendedor, por más que le digan Coca, pide disculpas por no tener dos botellas de Pepsi: una con la gaseosa y la espumita en sí y otra más oscura, sin gas, más parecida al color de un Branca o del noble Vittone que otra cosa.
Pero no pasa lo mismo en la popular que en la platea: cómo olvidarnos de aquel día contra Racing que una señorita de campera Adidas roja y blanca sacó de su cuerpo cuatro pequeñas botellas del brebaje mágico: una bebida amarga a base de hierbas que cuando se mezcla con el dulzor de la bebida dulce a base de cola y un par de hielos se disfruta tanto como un desborde de Gonzalo Rodríguez para la cabeza goleadora de Pons.
Y hay otras frases acaso más modestas, no por ello menos efectivas y que no resisten al menor análisis: apuntan a la sed, que en exceso son capaces de aplicarle sin miramientos al hígado, elegidas para aliviar la garganta después de tanto grito, de tanto aliento, de tanto sol de frente que pega como fernet sin Coca sobre la tribuna de calle Pellegrini.
Es una frase que retumba en Ciudadela cuando dos amigos descamisados Cirujas se palpan el bolsillo, calculan a ciegas cuánto ya gastaron en la entrada, cuánto desencillaron en la previa y cuánto tienen que dejar para volver a la casa. Es ese momento en el que aparece un morado mágico, un billete nuevo como recién sacado del cajero, 100 pesos argentinos moneda nacional y una sentencia con la sonrisa grande de par en par: “Tomemo, somo San Martín”.
Siempre habrá moralinas de los cuatro vientos y sus arpas impolutas que condenen la venta de fernet en la cancha, que no se puede, que está prohibido. Hasta el titular del IPLA, nada más y nada menos que el doctor Samuel Semrik, lo sabe. ¿Está mal? Lo debatamos en la próxima sesión legislativa si quieren. Pero la única verdad es la realidad y no es lo mismo estar en la cancha con o sin un buen fernando, un furioso fernuco, la famosa y bienaventurada Coca sucia. El problema que hoy nos ocupa es el precio del fernet en la cancha.
Bien adobada la marea de la Rondeau, Bolívar o la mencionada Pellegrini, esperan el guiño cómplice del oficialmente vendedor de gaseosas también conocido como “Hay Coca Coca”. Se levanta el pulgar, la mano, se pega el grito, se capta la atención y se pregunta modulando la boca en silencio: “¿Tenés fernet?” En las plateas ha bajado la venta bajo carpa y hay veces que el vendedor, por más que le digan Coca, pide disculpas por no tener dos botellas de Pepsi: una con la gaseosa y la espumita en sí y otra más oscura, sin gas, más parecida al color de un Branca o del noble Vittone que otra cosa.
Pero no pasa lo mismo en la popular que en la platea: cómo olvidarnos de aquel día contra Racing que una señorita de campera Adidas roja y blanca sacó de su cuerpo cuatro pequeñas botellas del brebaje mágico: una bebida amarga a base de hierbas que cuando se mezcla con el dulzor de la bebida dulce a base de cola y un par de hielos se disfruta tanto como un desborde de Gonzalo Rodríguez para la cabeza goleadora de Pons.
El tema en cuestión es cuánto cuesta la felicidad servida en vaso de plástico: testigos de Ciudadela afirman que el último partido contra Sarmiento, la noche de lunes carnavalera con la cancha hasta las manos, costaba $ 140. Y algunos llegaron a jurar que se los quisieron vender a $ 170.
Sommeliers del caso como Esteban Guti en este tema que tiene en vilo a los hinchas de San Martín afirmaron: “Les decís: ‘Hacemelo puro’. Y te sobran. Hay uno que es piola que te lo hace bien, los demás te ponen el hielo, luego gaseosa, y un toque de Fernet arriba así hagas el primer trago y se sienta el sabor. Luego le das el segundo trago y ya es gaseosa nomás”. Julio Juárez aporta: “Contra Almagro era gasoil”. También están los analistas económicos de la Bolívar como Francisco Adet, quien discrepa con las versiones anteriores: “El que me vendió a mí en el partido contra Sarmiento tiene precio cuidado: me lo vendió a $120”.
El bolsillo de cada hincha es un mundo aparte, pero bien lo dijo Ignacio Arce luego del triunfo contra Sarmiento: “Esta gente está enferma, esto se siente, te acompañan, tienen la humildad de gente de barrio, de familia humilde que lo único que esperan es llegar y ver a San Martín el fin de semana”.
Sommeliers del caso como Esteban Guti en este tema que tiene en vilo a los hinchas de San Martín afirmaron: “Les decís: ‘Hacemelo puro’. Y te sobran. Hay uno que es piola que te lo hace bien, los demás te ponen el hielo, luego gaseosa, y un toque de Fernet arriba así hagas el primer trago y se sienta el sabor. Luego le das el segundo trago y ya es gaseosa nomás”. Julio Juárez aporta: “Contra Almagro era gasoil”. También están los analistas económicos de la Bolívar como Francisco Adet, quien discrepa con las versiones anteriores: “El que me vendió a mí en el partido contra Sarmiento tiene precio cuidado: me lo vendió a $120”.
El bolsillo de cada hincha es un mundo aparte, pero bien lo dijo Ignacio Arce luego del triunfo contra Sarmiento: “Esta gente está enferma, esto se siente, te acompañan, tienen la humildad de gente de barrio, de familia humilde que lo único que esperan es llegar y ver a San Martín el fin de semana”.
Nacho comparte el origen humilde que caracteriza al Pueblo Ciruja: sabe que hay muchos hinchas a minutos del comienzo juntando los billetes para llegar a la entrada. Y saben que también hay hinchas que ahorran porque los gustos hay que dárselos en vida. Da fe de ello Leónidas Zárate: “Se toma antes, durante y después del partido. Por más duro que te hagas con el fernesero, por lo menos le comprás dos adentro y ya tirás hasta que termina”. El domingo a las 19.15 llega Chacarita. Habrá globos, entradas agotadas, fuegos artificiales y el color de la fiesta, una fiesta a la que el fernet tampoco le puede faltar. Bajen los precios. Juegue San Martín.
