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San Martín, el carnaval y la imagen del final que lo dice todo

ANALISIS

Los jugadores del Santo terminaron exhaustos tras triunfar sobre una batalla jugada sin cuartel, pero con aire para festejar abrazados a una multitud que desbordó Ciudadela y extendió la fiesta por sus calles. Mirá los videos. Imperdibles.

Esta noche tocó Pier. Mirá la multitud. Foto CASM Oficial.





Los detractores que no se animan a festejar hasta que les dan permiso para ir a la plaza Independencia o hasta que no sale el diario con el póster de papel para colgar en la pared pedirán prudencia, calma, falta mucho, todavía queda, mirá que tal equipo tal cosa, mirá que tal equipo tal otra y todo lo que quieran, pero si te dicen apretá el pomo porque es carnaval, vos apretalo, vos metele, mañana darás las explicaciones del caso, pero vos metele como le metiste esta noche, como le metieron ellos, como le metió el mundo que hace a San Martín en esta final que recuerda a la otra final contra el mismo rival, en este final del partido con un final que se vio por primera vez.

La imagen del final es la imagen de un grupo de jugadores que esta noche ha terminado de meterse a los hinchas en el corazón: ya los había chamuyado ganándole a Tigre en Victoria, ya los había conquistado en Ciudadela, pero da la sensación de que después de esta noche ya no hay marcha atrás: ya todos y cada uno de los que defienden esta camiseta que no necesita de copas ni de Fox Sports (aunque está disponible el video) para reventar un estadio están unidos hasta el final, hasta lo que todos esperan que sea la gran final contra uno de los dos Estudiantes, contra Atlanta, contra el que quieran, pero aquí esta noche se ha dado un paso más que importante para despegarse del resto, para sacarse la camiseta empapada después de dejarlo todo y revolearla en el mismo campo de juego ante una hinchada que no se quiere ir todavía.

La imagen del final se da ante una multitud que se quiere quedar hasta el final, hasta que apaguen las luces, ya saben que Walter Salinas toca esta noche en Qué Época, pero antes de desbordar el templo de la plazoleta Dorrego también saben que es la música que suena en el vestuario de un equipo feliz que se desloma en cada pelota, que genera peligro, que contiene al rival, que aplaude a Moreira, que rompe el alambrado por gloria a Pier en las alturas, que se desvive ante Bellone incansable ante que los músculos no dan más y encuentra el afecto de la Bolívar, de un estadio que valora cada día más a Purita, en síntesis: que empieza a querer también a los que no conocía tanto, a los que no sabían lo importante que eran cuando no jugaban en la constitución de un grupo humano que todo campeón necesita y de la importancia que también tienen ahora que juegan.

Una hora antes del partido Ciudadela ya desbordaba: nunca falta el que llega tarde y se putea con los policías y con los empleados del club y casi se van a las manos porque quiere hacer pasar como menor a Julito que ya no es tan Julito, pero todos apretados se preparan para el recibimiento más extraordinario del año, en clave con la primera vez que el dúo dinámico compuesto por Orsi y Gómez abrió las puertas durante la práctica del último viernes para que empezaran también a recibir ese amor fuera de los partidos, un amor que como bien lo saben Nacho Arce, Rodrigo Moreira y Gonzalo Rodríguez es un amor que trasciende la cancha, los 90 minutos, es un amor que se queda esperando la foto hasta el final del partido, hasta que José María Quiroga ponga Primera y el colectivo unido de la ilusión los lleve por las calles de Ciudadela mientras los hinchas celebran en las esquinas y en cualquier momento van a empezar a treparse por las ventanillas. No traten de entenderlos: son así.

Hasta el momento, la alegría del plantel se había contenido en el campo de juego dándose un abrazo unido, escuchando a San Mercier de Ciudadela, recibiendo el aplauso cerrado del público en los triunfos y el aplauso de aliento ante los empates, pero aquí o afuera, cuando ganaba San Martín la fiesta se desataba puertas adentro meta botellazo puro de Dante y selfie para los seguidores en las redes sociales. Hoy, en cambio, la alegría no se contuvo y las palmas ante el himno de La Beriso se vivió en directo, sin necesidad de un celular: eso pasa cuando los sentimientos se materializan, cuando no te la cuentan.

Es cuando vos lo ves con tus propios ojos, es cuando empiezan a confirmarse esas esperanzas que se desprenden domingo a domingo: este es el año, este tiene que ser el año, este es el año y no podemos volver a equivocarnos nunca más, ya todos saben lo que genera San Martín cada vez que los porteños se dignan a mover un camión, sacar tres cámaras, poner a relatar y comentar a dos mayores de 20 años y que sigan asombrándose por todo lo que se genera aquí, en Bolívar y Pellegrini, en la Rondeau, en la Matienzo, en cada rincón de Ciudadela barrio popular, en cada vuelta en moto con el coro de bocinas que surquen las calles tucumanas después de un triunfo que vale más que un triunfo, que solo vos sabés lo que vale. Vos y nadie más que vos. Mirá: