El Atlético de Zielinski y sus huevos de oro
ANÁLISIS
El Ruso se las jugó y puso un equipo muy ofensivo, con solo dos defensores. El Bebe volvió a ser el Bebe. Ortíz y Melano baluartes fundamentales. Y el Laucha, cada vez más glorioso y gigante.
Volvieron las noches de copa a Tucumán, y de la mano de quién sino que de Atlético, en una jornada vibrante, emotiva, única. En un partido que se jugó como se tenía que jugar, con buenos toques y presión cuando se podía, y con mucho corazón y cuchillo entre los dientes cuando la situación lo ameritaba.
Desde el vamos, Ricardo Zielinski y sus dirigidos salieron a llevarse puesto al rival. El marco que se vivía en el Monumental fue óptimo para asustar a los bolivianos y buscar lo que quería el Ruso: atacar, atacar y atacar. Por eso el entrenador puso solamente dos defensores, y centrales, para que los “laterales” suban más y directamente formen parte del mediocampo, para que los volantes por los costados tengan más libertades, y para que los mediocampistas centrales se transformen en fundamentales para que el sistema funciones.
Indiscutiblemente la figura fue Cristian Lucchetti, y no solo por los penales atajados o por el que convirtió, sino también por las dos pelotas claves que tapó, una en cada tiempo. Situaciones que hubiesen cambiado todo, pero el Laucha siempre está. El capitán del Decano sintió el cariño de la gente en el último penal de la serie de cinco, ese que podría haber sentenciado la serie. Desde los cuatro sectores del Monumental comenzaron a alentarlo, él se agrandó y el resto ya es historia conocida. Cada vez más soy un convencido de que el arco que da a la calle Chile debería llevar su nombre.
Pero sería injusto nombrar solamente al Laucha y no al resto. Porque Marcelo Ortíz es cada vez más brillante, cortando todo en defensa y siendo fundamental en el área rival. Abrió el camino para la victoria y metió un penal clave. Todo un cacique. También su compañero de zaga. El Mariscal Cabral es el gran soldado de Zielinski. Todo un referente.
Los falsos laterales merecen su párrafo. Porque corrieron, metieron, jugaron, defendieron, hicieron de todo. Para colmo, lo hicieron en partido clave, porque ni Guillermo Acosta ni José Luis Fernández habían tenido un buen año, y esta noche la rompieron. El Bebe volvió a ser aquel abanderado dentro del terreno de juego y el zurdo fue aquel que pidió Zielinski y que hasta ahora no había aparecido.