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Los sueños del crack tucumano que la rompe en River

Talento de acá

Los amantes del buen fútbol se rinden ante el talento de Joaquín Flores, el taficeño de 14 años que acaba de coronarse campeón y goleador con las inferiores de River tras ganarle en la final a Boca. El discípulo del “Burrito” Ortega cuenta cómo es su vida en la pensión riverplatense. Mirá los videos con sus mejores jugadas.

Joaquín y su último trofeo.





Encara y se saca uno, dos, tres rivales de encima con la pelota siempre pegada al pie. Gambetea, tira caños y define con la irreverencia y el talento que sólo poseen los más grandes, aunque es chango todavía. Tomen nota amantes del buen futbol y recuerden este nombre, puede que mañana su póster cuelgue en sus habitaciones o en la pared del almacén del barrio reservada a las grandes glorias: Joaquín Flores se llama y le dicen Kuin, apodo que le puso su abuelo Juan. Este taficeño de sólo 14 años ha deslumbrado a los cazatalentos y no para de cosechar elogios de quienes lo han visto derrochar destreza en las canchas. No es necesario ser un erudito en cuestiones futboleras para descubrirlo, sólo basta con verlo para catalogarlo de crack. Y aunque todos se maravillen con su juego, el jugador de la novena de River prefiere la mesura: “Muchos me felicitan, pero tranqui, todavía falta mucho”. Sabe que la senda del éxito deportivo es larga y cuesta arriba y, en el camino, muchos se marean. Kuin apela a un juego más cerebral. Piensa, la pisa y encara.

“Gano en el mano a mano, tengo buena pegada, soy rápido, asistidor y pensante”, así describe su forma de jugar Joaquín Flores y quienes lo ha visto en una cancha pueden dar fe de que no exagera. Suele jugar de volante o de punta, siempre por izquierda, y el fin de semana pasado alzó la copa del torneo internacional de juveniles “Jóvenes promesas” que se disputó en Córdoba. Los incipientes talentos riverplatenses se impusieron por 1 a 0 en la final ante Boca y Kuin se consagró goleador del certamen con seis goles. Varios medios replicaron los videos con sus mejores jugadas en ese partido: bicicleta y caño por una de las bandas y una arremetida en la que dejó en el camino un tendal de jugadores boquenses, entre otras. “Ganarle a boca no es cosa de todos los días, los técnicos me felicitaron”, dice escueto. El tucumano volvió a romperla y nada menos que ante el clásico rival y en una final. Para comprar un sombrero y sacárselo como tributo.


Los potreros de la Villa Obrera, en Tafí Viejo, fueron el escenario de sus primeras gambetas. Empezó en las divisiones infantiles de Talleres de Villa Obrera y jugando para ese equipo, cuando tenía sólo nueve años, enfrentó a Atlético. Los decanos quedaron maravillados con su juego y se lo llevaron. Jugó apenas tres meses con esa camiseta hasta que lo vio un reclutador de juveniles de Argentinos Juniors y lo quiso para el club de la Paternal. En 2016, después de jugar varios torneos para el Bicho y cuando estaba a punto de firmar su primer contrato, lo tentaron desde River. Se instaló con su mamá en Buenos Aires hasta que este año se mudó a la pensión de los juveniles de River. Al principio no fue nada fácil, pero se fue adaptando y hoy ese es su hogar: “Me costó, pero ya me acostumbré. Extraño juntarme con mi familia, jugar al fútbol con mis hermanos y salir con amigos. Mi familia está muy contenta y feliz con el presente que tengo, ellos me apoyaron siempre”.

Su rutina en la pensión de River arranca todos los días a las seis de la mañana, desayuna y a las 7.15, siempre puntual, pasa a buscarlo a él y a sus compañeros el colectivo que los llevará hasta el predio donde entrenan. Al mediodía ya está de vuelta en la pensión para el almuerzo y de ahí va al instituto del club donde está cursando el segundo año del secundario. A las 18, cuando regresa a la pensión, lo espera un entrenamiento personalizado con uno de los máximos ídolos riverplatenses: Ariel “El Burrito” Ortega: “Es un lujo. Algunas veces te corrige errores y también te enseña a pegarle a la pelota”. Un eterno crack para un joven crack. Cuenta que entre sus máximos referentes se encuentran Lionel Messi, Lautaro Martínez y Rafael Santos Borré.


Joaquín pasa el día a día con alrededor de 80 jóvenes que, provenientes de distintas partes del país, al igual que él, sueñan con alcanzar la gloria deportiva. Comparte la habitación con dos jugadores de su misma división: Alexis González, de Misiones y Agustín Juárez, de Leales. El otro tucumano es el bromista del grupo, confiesa. Cuando no está entrenando o estudiando, se junta con sus compañeros a jugar al pool y al ping pong en la pensión. O sino escucha música, reggaetón o las bandas de rock que le gustan como Intoxicados y La Berisso. Se respira buena onda y compañerismo.  

Joaquín es el penúltimo de nueve hermanos, todos nacidos y criados en la Villa Obrera de Tafí Viejo. Ahora cuenta los días para volver a Tucumán para las fiestas de fin de año y reencontrarse con su familia. El viernes es su último entrenamiento y el domingo será uno de los alcanzapelotas cuando River reciba a San Lorenzo en el Monumental: “Es muy lindo porque los ves a los jugadores muy cerca y eso te motiva”. Sabe que en unos años él también puede estar jugando en esa cancha, ante ese público. Sabe que esa es la meta, por eso, cuando se le pregunta cuál es su sueño, no duda un instante en contestar: “Obviamente que debutar en primera y poder estar en la selección”. Pero sabe que para eso falta todavía, la carrera es, parafraseando a “Mostaza” Merlo, paso a paso, gambeta a gambeta, caño a caño, gol a gol.

¿Cuál es el secreto para llegar a jugar en uno de los clubes más grandes del país? Joaquín se pone serio a la hora de contestar: “Trabajar bien y perseverar. Hay que aprovechar la oportunidad. Este es un mundo totalmente distinto, es un club muy grande y los que están tienen que aprovechar porque hay muchos que quisieran estar acá”.

Anoten ese nombre amantes del buen fútbol: Joaquín Flores. El crack tucumano que piensa, la pisa y encara. 

Mirá los videos de Kuin, el gran talento tucumano: