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Las 8 claves emocionales para bajar de peso: parte uno

VIDA SANA

Compartimos la primera entrega de una serie de columnas semanales escritas por Gerardo Epelbaum, Coach Ontológico Profesional.





Las ciencias del comportamiento humano están evolucionando velozmente. Desde la maravillosa contribución de la psiquiatría y la psicología hasta las neurociencias y el coaching ontológico de nuestros días ha fluido mucha agua debajo del puente.


Más allá de los diferentes observadores de acuerdo a cada disciplina hay consensos generales que nos permiten afirmar que la conducta humana obedece poco a la diosa razón y más a las heterodoxas emociones. Sobre la definición de éstas y su génesis hay grandes desacuerdos, pero podemos decir que las emociones son una reacción fisiológica (corporal) a determinados pensamientos o creencias. Todas las personas tenemos un temperamento genético y otras determinantes que pueden ser más o menos conscientes, y todos esos condicionantes se imprimen en nuestros pensamientos o creencias.


Para entender cómo se produce el miedo por ejemplo, veamos el proceso:

Hay un hecho (oscuridad) que genera un pensamiento basado en una creencia (Pensamiento: estoy en peligro) + creencia (en la oscuridad acecha algo peligroso).


Éste dispositivo (hecho+creencia+ pensamiento) genera una reacción fisiológica que incluye la producción especial de cierto tipo de neurotransmisores, que activan fenómenos corporales específicos: alteraciones del ritmo cardiaco, aumento de la circulación en los miembros inferiores, agudización de todos los sentidos, incremento del consumo de glucosa para lo cual se sube la temperatura corporal. A la suma de esos fenómenos corporales le llamamos miedo.


Con esa emoción del miedo estamos químicamente dispuestos a actuar: nos inmovilizamos, huimos o luchamos.


Ese mismo proceso se activa en todas las emociones.  Cada emoción nos prepara para un enorme repertorio de acciones que constituyen nuestra ACTITUD. La actitud es el comportamiento que usamos para transitar las situaciones que la vida nos presenta.


Cuando de nuestra salud física se trata, hay claves emocionales que nos predispondrán para transitar la cuestión desde una perspectiva amorosa para con nosotros mismos. Se trata de la conocida Inteligencia Emocional. El miedo, la ansiedad, la angustia y el enojo no son las mejores predisposiciones para afrontar la cuestión del vivir saludable.  Estas emociones generan un “ambiente traumático” que tiende a generar reacciones compulsivas en nuestros hábitos básicos.


Para disminuir los efectos de ese “ambiente traumático” proponemos desde el coaching
ontológico el diseño de un “ambiente de triunfo”. En ese diseño hay claves emocionales que se pueden incorporar en un proceso de entrenamiento emocional relativamente sencillo y muy efectivo.



La primera de esas claves  es la actitud de “agradecimiento”. Los hallazgos revelan que cultivar y practicar la gratitud a diario puede realmente remodelar las vías neuronales y reconectar el cerebro para que piense de manera más positiva; aumentando así su capacidad para transitar situaciones desafiantes, como la de bajar de peso.


Estos beneficios de salud mental y física han sido bien documentados. Según una investigación publicada en la revista Cerebral Cortex, sentir gratitud o realizar actos de bondad estimula el hipotálamo (la parte de nuestro cerebro que regula una serie de funciones corporales, incluido el estrés); inundando el cerebro con una sustancia química llamada dopamina que produce la sensación de bienestar, felicidad, placer y vitalidad.


Resultados exhaustivos de investigación y datos que muestran cómo se ve la gratitud en el cerebro y cómo los efectos neurológicos de la gratitud producen los siguientes beneficios para la salud:


1. Expresar gratitud fortalece nuestro cuerpo y nuestro cerebro al reducir el cortisol, la hormona del estrés y elevar la dopamina, la neurohormona que hace que te sientas “bien”.


2. Cultivar la gratitud mejora las relaciones personales.


3. Los sentimientos de gratitud disminuirán los niveles de dolor debido a la afluencia de dopamina.


4. La gratitud promueve un mejor sueño, fortalece nuestro sistema inmunológico y mejora la sanación y la regeneración más rápida del cuerpo.


5. La gratitud alivia el estrés; nos hace más resistentes a los eventos traumáticos y estresantes. En un estudio sobre gratitud realizado por McCraty y colegas en 1998, los voluntarios se centraron en el desarrollo de la apreciación. Veintitrés por ciento mostró una disminución en el cortisol, la hormona de estrés más prominente. Pero aún más impresionante es que el 80% de los participantes mostraron cambios en la variabilidad de la frecuencia cardíaca; un resultado directo de niveles de estrés reducidos.


6. El aumento de dopamina ligado a la acción de agradecer puede funcionar como depresor del  apetito.


Cómo entrenar la clave emocional del agradecimiento

El ejercicio básico para entrenar la gratitud es la lista de agradecimientos: iniciar el día con una sencilla meditación, en la que con los ojos cerrados hacemos una lista de 10 ítems que queremos agradecer. Lo podemos hacer en voz alta y también es una buena costumbre hacerlo con tu grupo familiar o en tu lugar de trabajo.


Otra acción es confeccionar una lista de diez personas a las que quieras agradecer por algo que te hayan brindado, o por el simple hecho de existir a tu lado. Una vez confeccionada la lista, les mandarás un mensaje de texto diciéndole “gracias” por algo en particular o en términos generales.


Agradecer a  Dios o al universo y repetir en voz alta 3 veces Gracias Gracias Gracias también es una acción  poderosa que desatará un hermoso proceso en tu vida.
Cuando buscamos resultados diferentes, la mejor opción es buscar acciones distintas y cambiar la forma de mirar los problemas y sus posibles soluciones.