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San Martín, Forestello y el clima que se respira

ANÁLISIS

El equipo asumió la dura derrota y vuelve a Tucumán con más nubarrones que certezas. Qué dice el técnico, qué piensan los hinchas y cómo se sale adelante.

Purita pierde por arriba. Por su sector llegaron las más claras de Vélez. Foto Prensa CAVS





Si sacan la vista de la pantalla del celular por un instante y miran el clima que nos rodea parece mentira que haya sol, sople una brisa y hasta se huelan los azahares. San Martín hoy respira otro clima y vuelve a Tucumán con un nubarrón encima de la cabeza, una nube gorda y negra que lo acompaña hasta que sea capaz de despejar la cabeza y evitar que lo que por ahora es un alerta meteorológico mañana no se convierta en una tormenta. Porque no te tapa el agua, porque recién van cuatro partidos y porque ya van cuatro partidos, pero para qué andar tentando a la tragedia, para qué andar nadando en el fondo de la tabla si, pese al pesimismo que ha dejado esta durísima derrota contra Vélez, hay técnico y hay equipo.

Los hinchas, no todos, pero sí muchos, sufren este domingo de sol afuera, pero de mierda puertas adentro, porque han visto, porque se ha visto a un equipo que no ha jugado a nada, como sin hambre justo a la hora del almuerzo, como sin sed con este calor para brindar por la confirmación de lo hecho contra Boca, y destapar una bien fría por un triunfo que deje más fantasmas de los que ya habitan en Liniers. Pero nada de eso pasa. Más allá de lo que hayas hecho anoche, una patada al hígado te agarra cuando ves que otra vez el primer tiempo es un canto a lo intrascendente. Entonces no podés comer, se te va el apetito, y de postre el lateral derecho es un flan por donde Vélez se cansa de llegar y el palo te puede salvar una, dos o tres veces como pasó hoy, pero no mucho más y gol de ellos.

Como ha sido una constante en las visitas de este arranque impensado de Superliga, San Martín sufre un gol y carece de reacción: le pasó en Rosario y le pasó esta tarde. Y entre las cosas que pasan por tu cabeza, en ese nubarrón de ideas que debe ser Forestello ahora mismo, mientras regresa a Tucumán, con el micro en silencio porque así lo merece la situación, primero el silencio, pero mañana los gritos, entre las cosas que pasan por la cabeza está la actitud: y la actitud no se negocia y no esa actitud para la tribuna, para el "¡bieeeeeeeeeeeen!", porque cuando hay que trabar se traba sino la actitud, por ejemplo, de Giménez cuando el mundo espera el centro, la tira al cartel electrónico y vuelve con el semblante caído. O cuando a Matías García le pica y se le va y sabe que no es su día. O la mueca cansada de Gonzalo Rodríguez. O cuando Nacho Arce tira la pelota para que atiendan a un jugador de Vélez. Porque Acevedo y Arregui no pueden solos, pero empujan y cuando entra Figueroa cambia San Martín, con poco mejora San Martín, y como puede va y quizás si duraba un poco más hasta lo empataba San Martín. Un punto. Pero ese no es el punto.

¿Debe irse Forestello? Claro que no. Se lo han preguntado después del partido: “¿Piensa en renunciar?” Y Forestello le responde con la cara que no, y lo hace sin sacar la chapa que, no se olviden, le da haber agarrado a un plantel golpeado, haberlo transformado, haberlo potenciado y haberlo ascendido a Primera. “¿Gracias Forestello por el ascenso pero esto no da para más?”, piensan algunos hinchas. Las pelotas: respeto y memoria al conductor que si ve que no le encuentra el rumbo, solo se irá a Rafaela. Minga que los tiempos vertiginosos del fútbol pueden devorarse a un técnico o a la base de un plantel que hace tres meses eran Gardel, Lepera, La Mona, Ulises y el Indio Solari juntos.

Aclarado lo del técnico, los jugadores: ¿alguien puede dudar que no hay equipo para más? Como muestra está Boca, lo realizado contra Boca, ese primer tiempo y parte del segundo: ¿o fue una ilusión óptica? Sí, se sabe: los resultados mandan, el tiempo apremia, Matías García habla de la calculadora, Bieler ya había reconocido que la adaptación a la categoría no se estaba dando según los tiempos esperados y por supuesto que es un dolor de huevos ver la tabla de posiciones y del promedio ahí, tan abajo. Pero así como la ves, es aleatoria, es cambiante, es capaz de darse vuelta con dos triunfos seguidos al hilo, contra dos rivales duros como Argentinos y Banfield pero ganables con las ideas claras desde el inicio, con el cambio de un esquema que ya no va porque Bieler no puede estar tan lejos del gol, y para que grite Taca también hay gritos que hay que pegar: los de arenga en el vestuario, los de aliento en las tribunas, hasta que tire la garganta, hasta que duela, hasta que salga el sol.