A Formosa en moto: la increíble aventura para alentar a San Martín
HISTORIAS DE ACÁ
Los hermanos Vitaliti volverán a la provincia que conocieron hace 13 años para ver el partido definitorio contra Boca. La reacción de la familia y una odisea: "Es algo que sólo los hinchas de San Martín pueden entender".

Los hermanos Vitaliti en el cumple de Franco, tres días después del ascenso junto a José, Margarita y Nahuel, quien los acompañará en esta nueva travesía.
Aquel mediodía del viernes 13 de mayo de 2005 los hermanos Franco y Gastón Vitaliti fueron al terreno donde los grandes anuncios familiares se comunicaban: la mesa del comedor de diario. José Cayetano esperaba sentado a la cabecera y mamá Margarita ya se olía algo raro y, claro, no era el almuerzo. A dúo los hermanos dijeron: "Nos vamos a Formosa después de comer, en la moto".
Hoy, 13 años después, Franco recuerda la calma reacción de su madre: "¡Ustedes están locos! ¡Es peligroso! ¡Cómo se van a ir en moto! ¡A Formosa! ¡Están locos! ¡José, deciles algo!" Pero don José ya sabía que no había caso, que inútil era decirles algo, convencerlos y cambiar lo que los hermanos le estaban diciendo: "En esa época andábamos mal, peor que ahora. Mi hermano Gastón y yo laburábamos como servimotos. Él hacía un turno y yo el otro, todo el día compartiendo la misma moto".
La C90 ya estaba estacionada afuera, tocándoles bocina, diciéndoles que a los hermanos que si querían llegar a Formosa para el partido del domingo, si pretendían hacer los mil kilómetros para ver la final de ida contra Patria por el Argentino B, bueno, que limpiaran el plato y que apuraran la sobremesa. "Y a las cuatro salimos para Formosa. De entrada nos moqueamos y agarramos por Salta. Nos habían dicho que nos ahorrábamos 150 kilómetros, pero no. Se hizo de medianoche y nada, che, ni una señal de nada hasta que apareció un cartel: 'Bienvenidos a Joaquín V. González'. Estábamos en el medio del Impenetrable chaqueño".
Imaginemos la situación por un instante: dos hinchas de San Martín en una moto por caminos de tierra rodeados de los 40 mil kilómetros cuadrados que conforman una de las regiones vegetales más densas de Sudamérica con arbustos, espinas y menos agua que en las previas del Santo. "Ahí estábamos nosotros dos, solos, en la ruta sin saber si íbamos bien o no. Encima se hizo la siesta y en un momento pasó lo que tenía que pasar: se nos pinchó la goma".
Los hermanos Vitaliti se miraron. Gastón, a punto de quebrarse, le preguntó a Franco: "¿Y ahora qué hacemos? Estamos en medio de la nada, ¿dónde vamos a arreglar la moto? ¿Qué hacemos?". Franco miró para un lado, miró para el otro, y le dijo: "Caminemos, no queda otra". Y caminaron la con la C90 pinchada, empujándola, arrastrándola hasta que algo o alguien pasara. Y pasó: "A dos metros vemos un camión y lo empezamos a correr. El camionero no entendía nada".
Franco, en diálogo con eltucumano.com, recuerda las palabras del muchacho: "¿Qué mierda hacen acá? ¿Saben dónde están?". Y la respuesta: "Se nos rompió la moto. Venimos de Tucumán. Estamos yendo a ver a San Martín a Formosa". A lo que el chofer le contestó: "Ustedes están locos. Por aquí no pasa nada ni nadie. El próximo pueblo está recién a 60 kilómetros". El camión trasladaba troncos. El camionero abrió la compuerta lateral y le dijo a Gastón que subiera: "Me acuerdo que con una sola mano el vago subió la moto: así llegamos al otro pueblo, entre los troncos, cada uno con una rueda en la mano y la otra en la otra".
Llegaron al pueblo, se despidieron del camionero y fueron con el gomero: "En realidad no había gomería, solo una placita y un kiosquito. El gomero vio la moto y nos dijo que nos olvidáramos de llegar en moto a Formosa. El vago no entendía cómo habíamos hecho 500 kilómetros en esa moto. Y lo peor de todo es que nos faltaban 600 kilómetros más. Al explotar la cámara se comió la cubierta y se salieron los alambres. 'Esto no va más', nos dijo el pierna. '¡Armámela como puedás!', le rogamos. No sé qué hizo, pero la salvó, nos deseó suerte y seguimos ruta".
Eran las dos de la mañana cuando la aventura de los hermanos Vitaliti se iluminó: "Ya estábamos cerca de Formosa, todavía en Chaco, pero cerca. Habíamos llegado a una estación de servicio para tratar de descansar algo cuando los vimos, ahí estaban, los primeros micros y trafics con las banderas de San Martín. De la ansiedad no pegamos un ojo y seguimos ruta. Cuando llegamos, llovía como loco. Empapados, cansados, sin dormir, nos abrazamos con mi hermano y lloramos. Los hinchas de San Martín, de alguna manera, sabían que iban dos locos en moto y nos bañaron en vino, cerveza, no nos olvidamos más".
A la incredulidad de los hinchas se le sumó la de la cana: "Nos habían permitido dejar la moto en la cantina del club de ellos. Cuando la fuimos a buscar, después del partido, nos esperaban 10 policías y un patrullero. No nos creían que habíamos ido en moto. Nos demoraron y se comunicaron con la Jefatura de Policía de Tucumán. Esto no lo sabe nadie, pero se armó bardo y tuvieron que meterse los hinchas. De regreso metimos la moto en la bóveda del colectivo y volvimos. Aquí en Ciudadela, nos dejaron meter la moto en la cancha y dimos la vuelta con Nico Olmedo, la figura de aquel equipo".
El tiempo ha pasado y San Martín volverá a Formosa después de 13 años para jugar los 16vos de final de la Copa Argentina contra Boca. Y los hermanos Vitaliti, mavale, estarán ahí. "Pero esta vez vamos en el bondi con mi hermano y Nahuel, mi hijo. Salimos el jueves a la noche y llegamos el viernes al mediodía. La moto se la vendimos a un arquero de Central Norte. Nos hubiera encantado conservarla, pero ya nos dio todo lo que nos podía dar. Ese viaje fue inolvidable porque el hincha de San Martín con viajar y estar se conforma. Ojalá que este viaje también sea especial".

Fueron tapa de Sólo Santo, la creación de Gonzalo Abel que fue un golazo celebradísimo en Ciudadela.