El Chino Sarmiento, vida y tribuna de un líder emblemático de San Martín
HISTORIAS DE ACÁ
A los 69 años, repasa una vida marcada por Ciudadela desde que nació: "Mi papá era aguatero y ya de bebé me traía a la cancha". Y no duda: "San Martín tiene la mejor hinchada del mundo".

El Chino Sarmiento, uno de los líderes más emblemáticos de Ciudadela.
La melena ya bien blanca y el bigote siempre a tono lo distinguen entre la multitud. Los días de semana pueden encontrarlo en el puestito clásico y caliente que vende empanadas frente a plaza Independencia. O también pueden verlo por ahí, tomándose un café en las galerías de la calle San Martín, cuál más. Pero eso pasa los días de semana. Porque cuando llega el domingo y juega San Martín, no hay otro lugar en el mundo para el Chino Sarmiento que aquí, en esta esquina, la de Bolívar y Pellegrini, corazón de Ciudadela.
"Desde que nací estoy en la cancha de San Martín. Y no es verso: mi padre era aguatero del club y me traía de bebé, hace casi 70 años", le cuenta el Chino a eltucumano.com, más delgado que en los tiempos de paravalancha, pero con la mirada oriental que se achina más cuando le pega el sol de frente y la camisa siempre desprendida para seguir poniéndole el pecho al sentimiento que marca dos hitos en su vida.
"San Martín siempre estuvo, está y estará a fuego en mi vida: yo cumplo años el 20 de noviembre y ese día del 88 yo estaba en la Bombonera en el 6 a 1 a Boca. Fue el regalo que me dio Dios a mí y a todo el pueblo Santo. Y por otro lado mi mamá falleció el día que nació San Martín, el 2 de noviembre, que en paz descanse", cuenta el Chino que cuando habla de su rol en las tribunas no duda: "Nunca fui jefe de la barrabrava, siempre fui líder de la hinchada, la otra no me gusta. Tengo cinco hijos, estoy orgulloso de ellos, lo aman a San Martín, se criaron en la tribuna".
Un grupo de hinchas jóvenes se mueven rápido a unos metros del Chino: tienen el rol de sacar las banderas más grandes en el control del acceso a la Bolívar. Él los mira y analiza: "Cambiaron muchas cosas desde mis tiempos: se van agregando muchas chicas, muchos chicos. El estadio ya es muy chico para la cantidad de hinchas que tiene San Martín. Tenemos que hacer un estadio para 60 mil personas, pero no hay que tirar barro, hay que empujar para adelante. Yo lo digo porque a San Martín lo amo y nadie me puede discutir como hincha lo que sé y lo que siento. Viví mil cosas".
El Chino mira el reloj, faltan unos minutos para que empiece el partido, tiene ganas de meterle un pique como marca la ansiedad del hincha hecha trote a medida que se acerca a la cancha. Tiene 69 años, pero sigue emocionándose con un changuito que anda dando vueltas con los billetes entre los dedos, juntando de a dos o cinco o diez pesos para llegar a la popular: "Esto es Ciudadela, hermano. Nacimos en la zona del mercado del Abasto, por eso nos dicen verduleros. Aquí hay más gente humilde que gente de plata. Pero la plata para la entrada se consigue como sea: se lustra, se vende, se trabaja, todo por una entrada".
Y mientras los vientos de la Banda del Camión le despeinan el jopo y se pierden en los tablones, la puerta de los recuerdos se abre de par en par para el Chino que cuenta: "En el año 76 lo teníamos de técnico a Federico Pizarro. Estaba invitado a un asado detrás del barrio Victoria, barrio de mucha gente humilde, donde se venden frutas, verduras, gente muy humilde de verdad que querían compartir con él. Todas las casas estaban decoradas con banderas de San Martín hasta que en un momento no aguantó más y se puso a llorar".
Los retazos también tienen tiempo para que recuerde y eleve allá en lo más alto al mejor equipo que vio: "El de 1985, sin dudas. Nos entregaron los estudios de la AFA para que San Martín no salga campeón de ese Nacional. El campeón fue Argentinos, que lo vapuleó a River, ganó la Libertadores y jugó la Intercontinental. Nosotros lo paseamos a ese Argentinos en el Chateau, pese al mal arbitraje: Guillén, El Negrito Díaz, Cejas, Juárez, Robles, José Humberto
Noriega, Pedro Montero, Roque Martínez, Troitiño, el Coya Gutiérrez, Torales... El del 88... El del 71 con Sánchez, Pérez y Toledo. San Martín siempre nos dio más alegrías que amarguras".
El hijo menor del Chino Sarmiento tiene pinta de crack y juega de 10 bajo el mando de Jacinto Eusebio Roldán, otro prócer de Ciudadela: "Si grito un gol de mi chango, ya puedo partir tranquilo. San Martín es mi vida y, sin fanatismos, puedo decir que tiene la mejor hinchada del mundo. Las he visto a todas las demás hinchadas y las conozco a todas. Sin dudas, no hay hinchada como la de San Martín. Y nadie me lo puede discutir".