El creador de las banderas de San Martín que inmortaliza a los hinchas
PINTADO ROJO Y BLANCO
Sebastián Moyano hace los trapos que le encargan los fanáticos del Santo: "Cuando me piden que dibuje a un Ciruja que está en el cielo, hablo con la persona fallecida para que me deje pintarlo". VIDEO

Sebastián Moyano es el creador de banderas del Santo. Podés pedirle el tuyo al 3816495819.
"Cada bandera tiene su historia", dice Sebastián Moyano, el creador de las banderas de San Martín que también tiene su historia, que es la historia del Santo, o una parte, la que tiene que ver con el amor hecho trapo, banderas pegadas al alambrado de la Rondeau, de la Pellegrini, de la Matienzo, y de la Bolívar también. Siempre rojas y blancas, castigadas bajo el sol o empapadas bajo el agua, banderas capaces de definir este amor en un puñado de palabras fileteadas y también través del rostro de un hincha que ya no está, ahora alentando desde el cielo.
"El infierno está encantador", dice Sebastián desde el bar donde trabaja para poder comprarse los insumos que necesita ante cada tela en blanco. "Esa es la primera bandera que tuve y que siempre cuelgo detrás del arco de la Rondeau. Después están las banderas que me piden los hinchas que les haga. Cuando las veo colgadas del alambrado, la emoción me invade, siento que estoy cumpliendo con lo que siempre soñé desde chico".
Desde chico es cuando Sebastián volvía de la escuela en el barrio Echeverría y la abuela Lola le pedía que le hiciera un dibujo, una flor, un gatito, cualquier cosa, pero que le dibujara algo. "Entonces agarraba el manual Estrada y de ahí sacaba un dibujo para mi abuela. Vivía dibujando, día y noche. Le gustaban tanto mis dibujos a mi abuela que me pidió que estudiara, pero desde los 15 años tuve que ponerme a trabajar para ayudar en mi casa".

El creador de banderas empezó a iluminarse haciendo lámparas en un local de la calle Córdoba, después pasó a trabajar en el hotel Embajador y cuando conoció a Luis López Mendoza en las tribunas es que se animó a empezar a pintar banderas. Ahorró un tiempo más mientras laburaba en el hotel y pudo comprarse sus propias herramientas: un aerógrafo, un compresor, una computadora y pinturas para tela. "Mi amigo Luisito hacía banderas y me enseñó la técnica. Él me hizo el trapo del equipo de mi barrio: Los Pibes de la Alianza, barrio Echeverría. Nos hicimos cada vez más amigos y empecé por mi cuenta".
Con Luisito compartieron partidos y escribieron con aerógrafo en mano las historias de esas banderas de las que hablaba Moyano. Son historias fuertes y las cuenta: "Hay una bandera muy especial que no tiene que ver con San Martín: fue la que hicimos para un chiquito. Era gordito y había sido rechazado de una escuelita de fútbol. Andaba mal, muy mal, deprimido, muy bajoneado porque lo habían rechazado y no podía jugar a la pelota. El chiquito estuvo tan mal que tomó la peor decisión, se quiso matar, hasta que la mamá lo ayudó, le consiguió otra escuelita y nosotros le hicimos la bandera para el equipo del chiquito".
Hay banderas muy especiales que sí tienen que ver con San Martín, y que también tienen que ver con momentos difíciles para la familia Ciruja: "Me tocó hacer la bandera de homenaje a los cuatro hinchas que murieron en la ruta
cuando volvían de Sunchales. Fue muy movilizador. También cuando falleció Pablo Puig, que había chocado en Santiago. Esas banderas fueron las que más me costaron hacer".

Dibujar el rostro de un amigo o de un familiar que ya no está e inmortalizarlo en una bandera implica un ritual único en la vida de Sebastián Moyano: "Cuando tengo que pintar a un hincha que ha fallecido, hablo con él la noche anterior, trato de conectarme con la persona que ya no está. Muchos me dicen que estoy loco, pero yo les hablo, les pido que se dejen pintar. Hay veces que los rasgos no salen, como una vez que intenté tres veces hacer la bandera y fallé las tres veces. Entonces se me ocurrió hablar con la persona fallecida la noche anterior, le pedí permiso para dibujarlo, y el dibujo salió".
El domingo, contra Los Andes, San Martín vuelve a Ciudadela después de dos meses. Moyano empezó a palpitar la previa con un video de su trabajo y muchos hinchas ya se contactaron con él para tener sus banderas al punto que va a sumar a una socia, Eugenia Rizzato, amiga de la vida y estudiante de Bellas Artes. Mientras prepara una bandera para la filial de La Plata que vendrá a alentar al Santo en febrero, un trabajo que ya hizo para la filial Ciruja en Catamarca y en Tierra del Fuego, Sebastián le pedirá el permiso correspondiente a Miguel Godoy, el jefe de cocina de La Oliva, el bar donde trabaja en la 24 de Septiembre y Junín, y se irá a la cancha a colgar su bandera, detrás del arco de la Rondeau, con sol o con lluvia, Sebastián estará en la tribuna de siempre, o como aclara otro trapo: "En el mundo este es mi lugar, Ciudadela barrio popular".


