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Pedradas y botellazos en un cruce de barras que se podría haber evitado

Atlético - Peñarol

No separaron a las hinchadas en el ingreso al estadio. La parcialidad decana tuvo que esperar horas para poder pasar.





"¡Van a cobrar!", gritó un hincha de Peñarol cuando pasó caminando frente a casi todos los de Atlético que viajaron hasta Montevideo y que, amontonados, esperaban para entrar al estadio Campeón del Siglo.

La fila ancha avanzaba a gotas y mientras la demora se hacía más larga, aumentaban los insultos entre las barras, que no fueron separadas para ingresar por sus respectivas puertas.

"¡Vas a ver lo es una hinchada, cuadro chico!", les gritó un jovencito de camiseta amarilla y negra y se agarró los testículos con las dos manos.

Del otro lado, sin policías ni nada que los separen, vinieron las palabras tucumanas: "¡Puto, cagón, viajá a Tucumán", tiró otro y empezaron a llover puteadas. Y luego cantaron.

Hasta ahí, en la hinchada de Atlético hubo clima efusivo que aumentó cuando por su frente pasó un colectivo repleto: de sus ventanas colgaban banderas de Peñarol y ls presencia tosca de quienes viajaban ahí hizo sospechar que no era cualquier colectivo. Y, entonces, las canciones apuntaron directamente hacia ellos.

Algo respondieron de arriba, y a unos 20 metros, de repente el micro se detuvo. Bajaron, primero, cinco hombres sacando el pecho y con botellas en la mano. Detrás de ellos, una decena ladraba enardecida.

Los decanos no se quedaron en el molde y unos cuantos le salieron al cruce, guapeando, sin tener contacto directo. Entonces empezaron a volar las botellas y los cascotes de un lado a otro.

Un botellazo le pegó a un auto que viajaba en ruta, una pedrada cayó en la cabeza a un hincha de Atlético que tuvo que ver vendando el partido y las vallas que marcaban el camino hacia la puerta quedaron en el piso cuando desbordó la multitud acorralada: algunos buscaron salir a pelar, otros a protegerse.

Los hinchas de Atlético estuvieron arrinconados, quizás durante un minuto, entre la tela de ingreso y los del Manya que lanzaban piedras, gentileza de una pésima planificación para el acceso que, al parecer, se confió en que no habría lío entre las barras.

La barra del Decano había llegado en 20 colectivos con custodia policial, pero la puerta del estadio fue una zona liberada, y por algún milagro del buen fútbol no hubo que lamentar muchos heridos.

Luego de algunas corridas, la barra se volvió al colectivo y disminuyó la tensión, que habrá durado tres minutos sin presencia policial.

Al grito de: "No pechen, ura, acá hay una valla caída", los hinchas de Atlético fueron ingresando al estadio, incluso ya con el partido empezado, pese a que había algunos, entre ellos niños y abuelos, que estaban ahí desde las seis de la tarde.