"Siento que no hice nada por ella": Natalia Ruiz y la desolación tras la absolución por la muerte de su hermana Vanesa
La causa por la muerte de Vanesa Ruiz fue desestimada antes de llegar a juicio oral. Su hermana Natalia, quien luchó durante tres años para que se investigara como un posible femicidio, denuncia irregularidades, abandono judicial y una doble pérdida: la de su hermana y la de sus sobrinos, a quienes no puede volver a ver.

Vanesa Ruiz.
“Yo hice el trabajo de fiscalía: busqué testigos uno por uno, expuse la historia en los medios, enfrenté amenazas, todo para que no se callara la verdad. Y sin embargo, no sirvió de nada. Me quedé sin mi hermana y sin mis sobrinos. La justicia fue injusta con los pobres”.
Las palabras de Natalia Ruiz desgarran. Desde el fallecimiento de su hermana Vanesa Ruiz, pianista tucumana de 37 años, su vida cambió para siempre. El 13 de noviembre de 2021, Vanesa murió en un vuelco vehicular en una zona rural del sur tucumano. Iba como acompañante de su esposo, Marcelo Rivero, junto a su hija menor. Esa noche, todo se detuvo: su vida, su carrera musical, su maternidad, su posibilidad de ser escuchada.
Este mes, la causa judicial que debía esclarecer las circunstancias del hecho fue desestimada sin llegar a juicio. El único imputado, Rivero, fue absuelto por falta de pruebas concluyentes. A pesar de los pedidos insistentes de la familia Ruiz para que se investigara como un posible femicidio, la carátula nunca cambió.
Vanesa era madre de cuatro hijos y una reconocida pianista. Se había formado desde pequeña, con presentaciones en múltiples escenarios de Tucumán. El día de su muerte viajaba sola con su hija menor y su esposo. La menor resultó ilesa. La versión oficial indicó que fue un accidente, pero desde un primer momento su familia expresó dudas y señaló situaciones previas de violencia dentro de la pareja.
“Mi sobrina contó en Cámara Gesell que escuchó gritos. Que su papá le dijo que se durmiera. Luego volvieron los gritos y ahí fue el vuelco. Pero dijeron que no era válida porque se reía, como si lo estuviera relatando de memoria. ¿Y entonces? ¿Qué más se necesita para que escuchen?”, se pregunta Natalia.
Según la familia, la investigación estuvo viciada desde el inicio. Las pericias no se hicieron de inmediato. Las pruebas se limitaron a fotografías tomadas al día siguiente del accidente. No se encontraron marcas de frenado ni rastros que permitieran reconstruir cómo sucedió el hecho. “Se basaron en una imagen que no muestra nada. Y no tomaron en cuenta ni las lesiones previas ni los relatos que conseguí”, denuncia Natalia, quien afirma haber conseguido un testigo que no fue admitido en el expediente. Ese testigo —un empleado de finca— habría oído gritos previos al vuelco. “Cuando lo encontré, me enteré que era amigo del marido de mi hermana. Ya no volvió a su casa. Desapareció.”
Durante tres años, Natalia Ruiz encabezó un reclamo constante ante los tribunales. “Pedimos que se reabra la causa, que se escuche a los testigos, que se considere otra hipótesis. Pero el fiscal se contradijo en la audiencia y terminó desistiendo. No nos dieron lugar.”
El proceso judicial no llegó siquiera a juicio oral. La causa fue archivada y Rivero fue absuelto por no poder determinarse la mecánica del accidente ni la causa exacta del fallecimiento. El entorno de Vanesa señala que hubo negligencia estatal, falta de recursos técnicos y un sistema de justicia que no protege a quienes no tienen poder económico.
“Yo no tenía dinero para abogados caros. Hicimos lo que pudimos. Me terminé quedando sin nada. Hasta con una denuncia en mi contra por daño psicológico.”
Desde la muerte de Vanesa, ni Natalia ni sus padres volvieron a ver a los cuatro hijos menores de su hermana. “Él me puso una restricción y la revinculación fracasó. La psicóloga dijo que mis padres no estaban emocionalmente aptos. ¿Cómo se puede estar apto después de perder a una hija así?”
Los niños quedaron al cuidado del padre. La familia Ruiz sostiene que no hay contacto posible ni espacios de escucha institucional. “No puedo acercarme a ellos. Son lo único que nos queda de Vanesa. Vivimos con un dolor doble: el de la pérdida, y el del destierro familiar.”
Vanesa Ruiz fue una artista reconocida en Tucumán. Comenzó a tocar el piano a los seis años. Estudió, enseñó, dio conciertos, formó parte de agrupaciones corales. “Mi hija la recuerda siempre en los escenarios. Era alegría, era talento. Era todo lo que estaba bien”, dice Natalia.
Y agrega: “Siempre tuve una luz de esperanza de que la justicia dudara, investigara, fuera más allá. Hoy siento una desilusión profunda. Pero voy a seguir nombrándola. Por ella, por sus hijos, por tantas otras mujeres. Quiero que mis sobrinos sepan que acá los esperaré siempre, que los amo" dijo para eltucumano.com
El caso de Vanesa Ruiz expone la fragilidad de muchas causas en el sistema judicial argentino. La desigualdad económica, las pericias inconclusas, el abandono del Estado y la violencia que no siempre deja huellas visibles pueden ser letales, incluso después de la muerte. Mientras tanto, del otro lado del expediente, siguen quedando familias como la de Natalia, intentando que la memoria no se apague, ni se archive.