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El crimen de una niña y una búsqueda mortal: a cuatro años del asesinato de Abigail Riquel

Judiciales

En octubre de 2020 Tucumán se conmocionaba por el crimen de la pequeña ocurrido al noroeste de la Capital. Un testigo clave y el linchamiento de su asesino.

Imagen de archivo. eltucumano.com.-





En octubre de 2020, Tucumán vivía uno de sus momentos más brutales de los últimos años, luego de que la pequeña Abigail Riquel fuera asesinada brutalmente por un vecino de una popular barrio 

El sitio TN recordó lo que fueron esos días en la provincia, que comenzaron cuando la menor se fue de su casa un sábado para ir a jugar a lo de una amiga y no volvió más. En el camino, un vecino suyo, que había salido de la cárcel 10 días antes, la violó, intentó asfixiarla y finalmente la golpeó en la cabeza hasta matarla.

El femicida, José “Culón” Guaymás, se escapó tras cometer el crimen y alternó en poco tiempo distintos escondites para salir impune. Sin embargo, el testimonio de un vecino que lo vio cuando caminaba de la mano con la víctima por el lugar donde después se encontró el cuerpo desató una cacería mortal.

Una turba enardecida buscó al sospechoso durante tres días y lo encontró antes que la policía. Lo ahorcaron, lo maniataron, lo golpearon con palos y botellas y le dieron trompadas y patadas mientras el delincuente, de 25 años, gritaba en vano que él no había hecho nada y acusaba a un supuesto primo por el crimen de la chica de nueve años. Cuando los efectivos llegaron a lugar solo pudieron rescatar su cuerpo. La autopsia determinó que Guaymás murió por una hemorragia interna provocada por los golpes que recibió.

“Yo siento que no hubo justicia por mi hija, la justicia se tuvo que hacer por mano propia”, dijo Sofía, la mamá de Abigail, en diálogo con TN. A cuatro años, esa sensación amarga, el recuerdo de la sonrisa de Abigail y la gruta que construyeron sobre el lugar en donde encontraron su cuerpo es lo único que le queda. Sin embargo, un emprendimiento privado en la zona pone en riesgo la permanencia del homenaje a la víctima.

“Para nosotros este lugar es sagrado”, afirmó la mujer. Y expresó: “Nos gustaría que quede para siempre, que sea como una isla de paz para todos los que quieran ir y sentirse un ratito cerca de ella”. De hecho, es la misma gente del barrio la que mantiene ese sitio, lo visita y sigue encendiendo velas por Abigail.

Una de esas personas es Claudia Escudero, vecina de la familia de la víctima. Sus hijos iban al colegio con ella y también estuvo presente el día que la encontraron asesinada. “Cuando llega esta fecha uno siempre la recuerda. En las conversaciones de la mesa familiar ella está, porque es algo que marcó al barrio y a la sociedad en general”, manifestó a este medio.

El sábado 18 de octubre de 2020, minutos después las 9 de la mañana, Abigail le pidió permiso a su mamá para ir a jugar a la casa de una amiga, pero nunca llegó a encontrarse con ella. “Me acuerdo de que ese día hacía mucho calor y empezó a circular en los grupos de WhatsApp que se había perdido una nena”, relató Claudia, su vecina.

De acuerdo a su testimonio, cuando la familia denunció la desaparición, la policía le respondió que no podía buscarla por falta de móviles. “Entonces los vecinos se pusieron al hombro la búsqueda, todo el barrio se unió para buscar a Abigail”, resaltó.

“Pensábamos que la íbamos a encontrar con vida, jamás nos imaginamos el final que iba a tener esa búsqueda”, lamentó la mujer. Pero la esperanza a la que se habían aferrado se esfumó abruptamente cerca de las cinco de la tarde del domingo. Fue entonces cuando la vieron detrás de unos enormes montículos de tierra en un descampado de la zona norte de la ciudad, y ya estaba muerta.

“La escena era terrible: la desesperación, los gritos, la imagen de sus papás...” , describió al periodista José Inesta de TN la testigo. Y subrayó: “Quienes lo vimos hasta el día de hoy no nos podemos olvidar”.

Con el correr de las horas, los peritos forenses pusieron en palabras el horror de aquella primera impresión. La autopsia pudo establecer que la causa de la muerte de Abigail había sido un fuerte golpe en la cabeza, pero además tenía signos de abuso sexual y de un intento de asfixia manual.

El testigo y la cacería

La declaración de un vecino que aseguró haber visto a un hombre del barrio caminando de la mano con Abigail en la misma zona donde después se encontró su cuerpo terminó de caldear los ánimos.

El sujeto señalado por el testigo era José Guaymás, a quien apodaban “El Culón” y que también era conocido por sus antecedentes. “Hacía 10 días que había recuperado la libertad tras cumplir una condena por robo”, detalló el abogado de la familia de la víctima, José María Molina. Y añadió: “En los últimos 10 años tenía alrededor de 10 procesos abiertos”.

Durante las siguientes 72 horas la consternación inicial por el hallazgo de la nena asesinada se transformó en bronca y por último en una cacería improvisada por los mismos vecinos para dar con el asesino.

Juan fue uno de los que participó de esa búsqueda y el que descubrió a Guaymás escondido entre los cañaverales. “Estaba adentro del arroyo”, indicó en aquel momento, y dijo que apenas vio acercarse a la muchedumbre “El Culón” empezó a gritar que él no era la persona que buscaban, que se llamaba “Jonathan” y que no había hecho nada. No obstante, su intento por despegarse del crimen no convenció a nadie.

La foto del femicida ya se había instalado en los medios y en las redes sociales. Mientras el sospechoso seguía negando su identidad, otro vecino llegó y le exigió que se levantara la remera. Fue entonces cuando ya no tuvieron más dudas. “Tenía los cortes, y un tatuaje en el hombro derecho”, afirmó Juan. Esos detalles coincidían con la descripción que se había viralizado y sellaron su destino.

Decenas de personas lo golpearon, lo desnudaron, lo patearon en el piso y lo hirieron a machetazos hasta matarlo, mientras que otros grababan el linchamiento con sus teléfonos celulares.

“De acuerdo con el informe médico, Guaymás falleció como consecuencia de los múltiples golpes que presentaba en el cuerpo, como fracturas en las costillas, lesiones en órganos vitales y golpes en la cabeza”, explicó oportunamente el fiscal de la causa, Ignacio López Bustos, a los medios que cubrieron la noticia.

En base a los testimonios, durante los tres días que logró mantenerse prófugo había buscado refugio en al menos seis escondites. En esos lugares encontraron ropa y alimentos, lo que confirmó para los investigadores que había recibido ayuda mientras todos lo buscaban.

El ADN, la clave

La situación se había desbordado por completo. En ese escenario caótico, hasta se especuló con la posibilidad de que Guaymás en realidad estuviera vivo y que aquella ejecución pública no hubiera sido más que una fachada para que pudiera escapar.

Enterado de las versiones, el abogado de la familia Riquel, José María Molina, contó: “Me trasladé yo mismo a la morgue y chequeé personalmente que Guaymás había muerto”.

La urgencia pasó por aclarar si efectivamente el hombre que habían asesinado era el responsable de lo ocurrido con Abigail. Para eso fue clave el resultado de las pruebas de ADN. “Se compararon los líquidos seminales que se encontraron en la víctima con el material genético de Guaymás y ese cotejo dio 100% de coincidencia”, apuntó el letrado. Entonces ya no quedaron más dudas.

Guaymás había violado y matado a Abigail, pero su propia muerte anuló la expectativa de avanzar con la causa. “La acción penal se extingue por el fallecimiento del imputado”, explicó al respecto Molina. Y enseguida subrayó: “El interés de la familia era que todo el peso de ley cayera sobre esta persona, que había actuado como un demonio, pero que debía regirse por lo que está dispuesto en la ley penal”.

“Fue un caso muy emblemático en la provincia”, afirmó por último el abogado, a días de cumplirse el cuarto aniversario del hecho. “Fue muy duro, una situación muy triste para la familia de Abigail y para todas las personas que rodeamos este proceso”, agregó.

La sonrisa de Abigail

“Abigail siempre fue un ángel para mí, desde que nació”, manifestó cabizbajo Pablo, su papá. A su lado se encuentran su esposa, Sofía, y su hija mayor, Pamela. La adolescente se quiebra apenas empieza a hablar de Abigail y su tristeza traspasa cada recuerdo. “No la pudimos ver crecer”, lamentó.

Los tres recuerdan a Abigail y hablan de su alegría. Era una nena feliz, afirman. En este sentido, su mamá expresó: “La recuerdo con una sonrisa en su rostro. Esa es la mejor forma de recordarla, no de la manera que la hemos encontrado”.