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Marcha histórica: un clamor popular defendió la universidad pública en Tucumán

Desde adentro

Miles de tucumanos coparon las calles en una manifestación histórica contra las políticas de ajuste de Milei a la educación pública. Miles de historias y la contundencia de un mensaje: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode”.

Foto: Prensa Rectorado





El que pudo regalarle el orgullo del diploma de egresado a sus padres trabajadores. La que pudo torcer un destino signado por la pobreza y se convirtió en la primera profesional de su familia. El estudiante que se lleva los apuntes al laburo para repasar en los minutos libres. La docente que llega al aula siempre dispuesta a enseñar y aprender junto a sus alumnos. El laburante que nunca pisó una facultad, pero anhela que sus hijos accedan a un título. La señora que agita una bandera argentina desde su balcón al paso bullicioso de la marcha. El jubilado que carga el libro de la constitución nacional y lo protege con su paraguas. Miles de tucumanos unidos esta tarde de martes por un mismo clamor de pueblo. Un clamor que no se amilana ante la insistencia de la lluvia ni ante ninguna otra fuerza del cielo. Un clamor que se agita en cada garganta y que resuena en un solo grito: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode. Se jode”. Y cómo les jode. 

Faltan todavía un par de horas para comience la marcha en defensa de la universidad pública y José se lamenta de no poder ir a manifestarse junto a sus hijas. José es portero en un edificio de Barrio Sur y esta tarde le toca rendir examen en un curso de refrigeración. Una de sus hijas cursa el segundo año de Medicina y la otra ingresó hace poco a la carrera de Ciencias Biológicas. En su momento, él no tuvo la posibilidad de acceder a la educación universitaria. Hoy siente que tiene que salir a bancarla más que nunca, por los suyos y por los tantos que ven en la educación la latencia de un futuro mejor: “Con mi señora somos egresados de escuelas públicas y estamos convencidos de que la educación tiene que ser para todos, no sólo para el que tiene plata, sino va a ser un retroceso. Volveremos a comienzos del siglo pasado cuando sólo el que tenía guita podía estudiar. Para la gente laburante es imposible pensar en una universidad arancelada, es imposible con nuestros ingresos. Por eso espero que esta marcha haga abrir los ojos, el camino no es por ahí, si hay alguien que no la ve son ellos”. 

Desde las 17, los alrededores del Rectorado de la UNT comienzan a llenarse de manifestantes y pancartas en alto. Hay estudiantes, docentes, empleados universitarios, representantes de los sindicatos, jubilados y ciudadanos de a pie. Son muchos y pertenecen a distintas facciones políticas o a ninguna. Son muchos y están ahí para defender a la universidad de la política de desfinanciamiento que lleva adelante el gobierno de Javier Milei. Como llegadas de otro tiempo, desde los jardines del edificio suenan los acordes de la Marcha de la bronca; esa vieja canción que reza “Para los que toman lo que es nuestro con el guante de disimular. Para el que maneja los piolines de la marioneta universal”. 

La lluvia no cesa, pero poco importa. Caminan juntos, se aprietan, se abrazan fuerte cuando reconocen algún rostro familiar entre la multitud. Llevan carteles hechos con cajas de cartón, banderas, libros y pancartas. Los mensajes son muchos, pero la lucha una sola: “¿Se puede considerar esto también libertad?”, “Estudiá, no seas Adorni”, “Cuando se lee poco, se dispara mucho”, “Votaste al ura ese y ahí estás calladito en la UNT con beca de almuerzo, fotocopias, boleto y Progresar”. 

En el camino, cientos y miles de historias. De orgullo, de sentimiento de pertenencia, de movilidad social ascendente, de convicción, de proyección de futuro. “Creo que la universidad es un derecho, no es un lujo, por eso tenemos que luchar los estudiantes. La lucha es de todos, no tiene bandería política. La educación es un derecho humano y es la única herramienta que tenemos como seres humanos para poder trascender; para poder tener una profesión y a la vez un desarrollo de país”, comenta una manifestante. 

“Es importante defender la universidad pública porque todos tenemos la posibilidad acceder a una educación pública de calidad. Yo soy hija de una empleada doméstica y mi papá es obrero y he tenido la posibilidad en la Facultad de Filosofía y Letras de acceder a una educación de calidad gratuita”, cuenta con orgullo una estudiante. 

“La columna vertebral del país se basa en la educación de nuestros profesionales y en el desarrollo científico y tecnológico. Es importantísimo que estemos acá todos marchando por la educación pública”, remarca un hombre con el rostro empapado por la lluvia. 

Las columnas de manifestantes desembocan en una Plaza independencia colmada. Cantan que traigan al gorila de Milei para que vea y que la universidad es de los trabajadores y, al que no le gusta se jode. Se jode. Cantan también con muchas ganas las estrofas del himno nacional. A esta altura no queda duda de que es una marcha histórica por su masividad y transversalidad: acá hay jóvenes, adultos y viejos. Hay peronistas, radicales, militantes de izquierda y de aquellos que no portan ninguna bandera partidaria. No hay trolls ni operadores virtuales de eso que llaman la calle online. Hay gente, mucha gente, y esa comunión popular se traduce en la contundencia de un mensaje que se hace eco en cada rincón del país: la universidad pública se defiende. No pasarán.