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Así serán los actos en honor a la Virgen de la Merced en el 210° aniversario de la Batalla de Tucumán

FIESTA DE LA VIRGEN

Este sábado 24 de Septiembre Tucumán honra a su Virgen Generala al cumplirse 201 años de la gesta del Pueblo de Tucumán y el Ejército del Norte bajo las órdenes de Manuel Belgrano. Las actividades oficiales incluyen el traslado de la Virgen, la Solemne Procesión y un acto cívico militar, además de las ceremonias religiosas.

(Foto: Ente Tucumán Turismo)





Como cada 24 de Septiembre, Tucumán se prepara para conmemorar un nuevo aniversario de la Batalla de Tucumán y venerar a la Virgen de la Merced: allí se evoca la gesta del Pueblo de Tucumán y el Ejército del Norte al mando del General Manuel Belgrano para frenar la avanzada realista en 1812 en uno de los enfrentamientos determinantes en el camino hacia la declaración de la Independencia Argentina, años después.

La Basílica de Nuestra Señora de la Merced anunció cómo serán los actos y festejos en honor a la Virgen Generala: el viernes 23 desde las 16:30 tendrá lugar la Peregrinación de Misachicos y a las 22:00 la Misa Joven, en la antesala del Saludo a la Virgen y homenaje de las agrupaciones tradicionales a la medianoche.

Ya el 24 habrá misas a las 6,7,8,9 y 11 horas, mientras que a las 12:00 se realizará el Traslado de la Virgen desde la Basílica al Colegio Hermanas Esclavas; a las 17:00 tendrá lugar el Acto Cívico Militar en plaza Belgrano para dar paso a la Solemne Procesión; la Santa Misa a las 19:00 en plaza Independencia y a las 22:00 la Santa Misa del Peregrino en la Basílica.

 


La Batalla de Tucumán*

La batalla de Tucumán tiene un significado especial en la causa de la Revolución, dado que frenó la avanzada realista, y es el primer acto del triunfo argentino del norte, del cual el segundo es la batalla de Salta. Más allá de la trascendencia que tuvo la batalla librada en Tucumán el 24 de septiembre de 1812, desde el punto de vista político, también es significativa desde el aspecto militar.

Las batallas de Tucumán y Salta, son las únicas de carácter campal dadas contra los españoles en el territorio argentino. Y esto les da a esos triunfos un significado singular.

Nos referiremos a la batalla de Tucumán. Resulta de sumo interés, el testimonio que aporta el general José María Paz en sus Memorias, acerca de la retirada de Belgrano del norte, después de hacerse cargo de los restos del ejército, Belgrano se retiraba desde Jujuy, en dirección a Tucumán, hacia fines de agosto de 1812. El ejército contaba con sólo 1.500 hombres, casi desorganizado y desprovisto de todo. Por detrás venía en su persecución, el general Tristán, destacado por Goyeneche con un ejército español de más de 3000 hombres.

A pesar que las avanzadas del ejército realista venían picando peligrosamente la retaguardia del ejército patriota, Belgrano se mantuvo sereno y valiente. Con su actitud logró que sus soldados no cayeran en el pánico. En esas circunstancias adversas, era cuando Belgrano mostraba su verdadera estatura moral. Según Paz: “(…) jamás desesperó de la salud de la patria, mirando con la más marcada adversión a los que opinaban tristemente sobre ella (…)”. El valor de Belgrano se reflejaba en su actitud: “(…) era siempre en el sentido de avanzar sobre el enemigo, de perseguirlo; o si era éste el que avanzaba, de hacer alto y rechazarlo (…)”.

El triunfo premió a las tropas patriotas en la acción de Las Piedras, el 03 de septiembre de 1812, contra las avanzadas realistas del coronel Huici. Es importante señalar que Belgrano desobedeció la orden del Triunvirato que le ordenaba trasplantar a Córdoba la fábrica de fusiles que funcionaba en Tucumán, y desmantelar, desguarnecer y abandonar enteramente Tucumán, para establecerse en Córdoba, frente a la avanzada realista. La desobediencia de Belgrano selló la suerte de nuestras provincias del Norte, dado que obedecer las órdenes del Triunvirato, que sólo atinaba a salvar la Capital y su gobierno, hubieran significado la pérdida del norte argentino.

Belgrano se debió enfrentar a los enemigos realistas y a las órdenes del gobierno, que actuaba de una manera egoísta. Con su actitud, Belgrano salvó la causa de la Revolución. Y éste es el enorme mérito de esta batalla.

Belgrano simuló tomar un camino que se dirigía a Santiago del Estero, sin tocar en Tucumán. Así, el prócer se propuso engañar a Tristán que creyó que Belgrano abandonaba Tucumán, con lo cual, descuidó las más elementales precauciones de orden militar, dando lugar a la captura en Trancas, de Huici. Belgrano se detuvo con sus tropas en La Encrucijada, lugar cercano a la ciudad de Tucumán, y despachó para Tucumán al teniente coronel Juan Ramón Balcarce, “(…) dándole las más amplias facultades para promover la reunión de gente y armas y estimular al vecindario a la defensa (…)”. El vecindario tucumano respondió con entusiasmo al pedido de Balcarce, y el Cabildo envió una diputación a Belgrano, para persuadirlo a quedarse en Tucumán, y con todo el apoyo de este pueblo, organizar la defensa y presentar combate al invasor. Belgrano consiguió que se le otorgara dinero y gente en cantidad apreciable, por lo cual se dirigió a la ciudad de Tucumán, decidido a enfrentarse con el enemigo.

Belgrano contó con doce días para organizar sus tropas. Su plan consistía, como dice Mitre en “esperar al enemigo fuera de la ciudad, apoyando su espalda en ella”, y después, “en caso de contraste, encerrarse en la plaza”. Para lo cual, cuenta Paz que en ella “se fosearon las bocacalles y se colocó la artillería” que no iba a llevarse a la acción.

Los vecinos principales se ocuparon en alistar gente de la campaña para engrosar el ejército, también reunieron caballadas y proporcionaron reses para el mantenimiento de los defensores. Batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1812). Llegaron contingentes reducidos de Catamarca y Santiago. Así se formaron los cuerpos de caballería de las provincias del Norte, llamados Decididos. Muchos de estos soldados tuvieron que improvisar hasta sus lanzas con cuchillos enastados en palos y tacuaras.

El ejército invasor tuvo que soportar el vacío y el silencio que hallaron a lo largo del camino. Eran hostilizados por las partidas criollas y el 23 de septiembre, el general Tristán, tuvo la máxima sorpresa, al avistar la ciudad de Tucumán y advertir la presencia de Belgrano y su ejército en ella.

El 24 de septiembre se encontraron el ejército realista y el patriota en la batalla de Tucumán, y a pesar de que el ejército realista contaba con 4000 hombres y el patriota con sólo 2000, la suerte sería favorable para los patriotas. Según palabras de Paz, “es el de Tucumán uno de los combates más difíciles de describirse, no obstante el corto número de los combatientes”. Continúa: “Que la izquierda y centro enemigos fueron arrollados; nuestra izquierda fue rechazada y perdió terreno en el desorden, en términos que el comandante Superí estaba prisionero por una partida enemiga, que luego tuvo que ceder a otra nuestra que la batió y lo represó. El enemigo, por consecuencia del diverso resultado del combate en sus dos alas, se vio fraccionado, a lo que se siguió una gran confusión”.

Desde el punto de vista estrictamente militar, la batalla se reduce a lo que refiere Paz. Porque lo que sigue, que acaba en victoria, se debió a distintos factores: religiosos, populares, psicológicos, naturales, etc. A mitad de la batalla, ocurrió algo sobrenatural que contribuyó a desbandar las tropas realistas y a llenarlos de pánico. Fue un vasto huracán que llegó furioso del sur. Según el relato de Marcelino de la Rosa, a quien se lo contaron protagonistas de esta batalla: “(…) El ruido horrísono que hacía el viento en los bosques de la sierra y en los montes y árboles inmediatos, la densa nube de polvo y una manga de langostas, que arrastraba, cubriendo el cielo y oscureciendo el día, daban a la escena un aspecto terrífico (…)”.

Otro factor muy importante, además del viento y de las langostas, fue la acción de la caballería gaucha, tucumana en su mayor parte, del ala derecha. Esta llevó su carga sobre el enemigo, de un modo formidable. La caballería enemiga de Tarija, al verlos llegar, se asustó y huyó. Ni la infantería española pudo contenerlos: pasaron por encima y, cuando se dio cuenta, los encontró a su retaguardia.

La caballería gaucha al llegar a los bagajes y las mulas enemigas, cargadas de oro y de plata, se dispersaron y se dedicaron a despojar de todo esto a nuestros enemigos. A pesar de las críticas de Paz, quizás esta actitud contribuyó a acobardar al ejército enemigo y a hacerlo retirar, dándose por vencido.

Después del encuentro de los dos ejércitos, reinó la confusión. La infantería patriota quedó dueña del campo de batalla, pero, viéndose sola, se replegó sobre la ciudad, y entró en ella para acantonarse y preparar su defensa bajo el mando del mayor general Eustaquio Díaz Vélez, mientras Tristán con el resto de su ejército llegó hasta la goteras de Tucumán, donde se estacionó como sitiándola. Belgrano, acompañado del coronel Moldes y algunos soldados, fue hasta el Rincón, sin saber los resultados de la acción.

Paz va a ser quien se encuentre con Belgrano y le informe que en la ciudad se encontraba fuerte toda su infantería, con lo que Belgrano, conociendo el triunfo de la caballería tucumana, supo de su triunfo. Tristán tuvo una actitud indecisa. Pero en la tarde del 25, se convenció de que no tomaría la ciudad, y vio que era amenazado de afuera por columnas patriotas que en torno a Belgrano se irían engrosando, por lo que se dio por vencido y esa misma noche emprendió la retirada en dirección a Salta.

Según el historiador Vicente Fidel López esta batalla fue “la más criolla de todas cuantas batallas se han dado en el territorio argentino”. Y eso es para él, “lo que la hace digna de ser estudiada con esmero por los oficiales aplicados a penetrar en las combinaciones con que cada país puede y debe contribuir de lo propio a la resolución de los problemas de la guerra”.

Sobre su trascendencia, dijo Mitre: “Lo que hace más gloriosa esta batalla fue no tanto el heroísmo de las tropas y la resolución de su general, cuanto la inmensa influencia que tuvo en los destinos de la revolución americana. En Tucumán salvóse no sólo la revolución argentina, sino que puede decirse contribuyó de una manera muy directa y eficaz al triunfo de la independencia americana. Si Belgrano, obedeciendo las órdenes del gobierno, se retira (o si no se gana la batalla), las provincias del Norte se pierden para siempre, como se perdió el Alto Perú para la República Argentina’’.

Parte de la Batalla de Tucumán redactado por Manuel Belgrano, 26 de septiembre de 1812 (Archivo General de la Nación) Transcripción: “Excelentísimo Señor, La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus armas el día 24 del corriente. Día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos: siete cañones, tres banderas y un estandarte, cincuenta oficiales, cuatro capellanes, dos curas, seiscientos prisioneros, cuatrocientos muertos, las municiones de cañón y de fusil, todos los bagajes, y aun la mayor parte de sus equipajes, son el resultado de ella: desde el último individuo del Ejército hasta el de mayor graduación se han comportado con el mayor honor y valor: al enemigo le he mandado perseguir, pues con sus restos va en precipitada fuga: daré a Vuestra Excelencia un parte pormenor, luego que las circunstancias me lo permitan. Dios guíe a Vuestra Excelencia muchos años. Tucumán, 26 de septiembre de 1812. Excelentísimo Señor. Manuel Belgrano”.

*Instituto Nacional Belgraniano