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"Era como una carcajada por dentro": el milagro de Luana y Tini Stoessel

200 DÍAS DESPUÉS

La pequeña volvió a la vida después de una lucha que duró –y sigue- seis meses y 18 días. La rama de un árbol en Parque Avellaneda la dejó inconsciente y la música ayudó a traerla de vuelta. Su historia.

Luana, la niña tucumana del milagro. (Foto: eltucumano)





Pasaron 200 días desde que los ojos de la pequeña Luana se apagaron de manera abrupta mientras jugaba en Parque Avellaneda, un hermoso domingo de sol. Seis meses y 18 días en los que permaneció alejada de buena parte de su familia y de sus amiguitos del colegio, que este jueves fueron a recibirla al Aeropuerto Benjamín Matienzo como si se tratara de una estrella juvenil. Llevaron pancartas y globos, le compusieron canciones y la abrazaron todos juntos por el tiempo que no pudieron disfrutar. Navidad, Año Nuevo, Reyes, Pascuas; todo eso se perdió la pequeña por el accidente que la llevó hasta Buenos Aires para culminar su recuperación.

El mismo 12 de diciembre que a Luana la aplasta la rama de un árbol en el patio de juegos del bar Mirasoles, fue trasladada e internada de urgencia en el Hospital de Niños, donde se le diagnosticó una fractura encéfalo craneana que la dejó en coma. Un estado de inconsciencia que le duró aproximadamente tres meses y del que salió gracias al denodado esfuerzo de profesionales tucumanos y, tiempo después, por médicos especialistas del Instituto FLENI, en la provincia portuaria.

El proceso de recuperación de la pequeña, que el próximo 22 de julio cumple nueve años, no estuvo exento de sobresaltos. Más de una vez hubo que intervenirla de urgencia. Su estado fue crítico durante las primeras semanas de internación, hasta conseguir una estabilidad en grado delicado. De terapia intensiva pasó a terapia intermedia el segundo mes luego del accidente. Y ahí fue cuando inició una nueva etapa. 

Su madre, Soledad Juárez, fue la que estuvo la mayor parte del tiempo junto a ella, mientras el padre cuidaba a su otro hijo, más pequeño que Luana. Como familia nunca perdieron la esperanza. Consultaron y probaron de todo para recuperar a su hija. Y, entonces, a Soledad se le ocurrió una idea. 

A Luana le fascina la música. Pero, sobre todo, la de Tini Stoessel que, casualmente, canta en Tucumán este viernes. Soledad recuerda cómo su hija cantaba, bailaba y saltaba con cada uno de los temas de la artista antes del accidente. Hoy, en silla de ruedas, esa fascinación permanece intacta. Y así fue también mientras estuvo dormida. Su joven madre reproducía en su celular una playlist solamente de canciones de ella. Hasta que una noche, pasó.

“Me emociono”, advierte la madre a eltucumano cuando intenta recordar cómo fue el momento en que Luana comenzó a reaccionar al tratamiento. “No estaba en coma, pero no estaba consciente al cien por ciento. Cuando le pusimos la música esa noche, fue como si sonriera, se escuchaba que se reía, pero no podía hacer la mueca, se escuchaba como una carcajada por dentro”, cuenta Soledad, todavía incrédula de todo lo que pudieron superar como familia.

Días después de esa primera reacción, por recomendación de los médicos tucumano, Luana y su familia se trasladaron a Buenos Aires, donde los esperaban en el Instituto FLENI para iniciar un complejo proceso de rehabilitación, que incluía también la musicoterapia. Allí también se le realizó la cirugía más complicada, una craneoplastía para ayudarla a recuperar sus funciones motrices y sentidos comprometidos.

Allá tenía musicoterapia, la terapeuta le cantaba la música de Tini todo el tiempo. Fue ella, cuando nos estábamos yendo, la que nos dijo que es muy recomendable que sigamos con musicoterapia porque la estimula mucho”, recuerda de su último día en Buenos Aires, antes de embarcarse de vuelta a su hogar, donde planean quedarse y seguir trabajando para recuperar su vida antes del accidente. “Cuando llegué a mi casa no me acordaba la llave de la entrada”, revela entre risas para graficar de algún modo todo el tiempo transcurrido.

Sobre los avances de su hijo, Soledad cuenta que antes de la cirugía y los distintos tratamientos le era muy difícil pronunciar sílabas. Cuando finalmente lo consiguió, le costaba razonar, entender las bromas, reconocer el sarcasmo, por ejemplo. “Se nota mucho la diferencia ahora cuando habla. Ahora hace bromas, chistes, los entiende. Recuperó la comprensión, es un empezar de cero”, describe la madre y recuerda otro de los momentos que más la emocionó. “Me acuerdo que emitió un sonido en sueño durante la noche, porque hablaba durante la noche, soñaba y hablaba. Tuvo un sueño y quería emitir un sonido. Me emocioné. Escucharla decir una palabra fue muy impresionante y me llenó de alegría”, señala.

Soledad recuerda muy bien, también, a los profesionales que le salvaron la vida a su hija. "Quisiera agradecer a los neurocirujanos del Hospital de Niños, a la doctora Marta Coroleu, al doctor Ahuad y a los terapistas, fueron ellos quienes le salvaron la vida", agradece.

Nueva etapa

Ya de vuelta en Tucumán, a los padres de Luana dos cosas les ocupa la mente. La primera, el cumpleaños del próximo 22 de julio, cuando Luana cumpla 9 añitos. Teniendo en cuenta que se perdió varias de las celebraciones que más le gustaba compartir, están pensando cómo organizarle algo especial. Lo segundo que los ocupa es la vuelta de su hija a clases.

Luana cursaba 2° grado en el Colegio San Ignacio de Loyola cuando ocurrió el accidente. Según la psicopedagoga que la atendió en el FLENI, la pequeña recuperó todas las funciones necesarias para volver a estudiar, aunque todavía debe cumplir con una serie de consultas con otros especialistas por secuelas que todavía quedan, como la visión doble y la imposibilidad de permanecer mucho tiempo de pie.

“Va a volver al mismo colegio. Estoy esperando que la psicopedagoga me diga. Ya la evaluaron en el FLENI y dijeron que está muy bien. No tiene descenso en ninguna de las áreas. Solo en cálculo, pero nada que no se pueda remediar”, explica Soledad, que adelanta que el segundo regreso de Luana, esta vez al aula, podría darse este mismo año. “Obviamente se empieza de a poquito. Quizás empiece a ir media hora para empezar a socializar. Es todo gradual”, concluyó.

Un regreso muy ansiado por Luana, seguramente. Para que al ingresar a su aula, mire a sus compañeritos y, así como dice la letra de su canción preferida de Tini Stoessel, les pregunte a todos y cada uno: "soy aquella niña de la escuela, ¿me recuerdas?".