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"Vivía por y para ellos": adiós a Don Mario, el señor de los perros en Tucumán

SOCIEDAD

Siempre se lo veía rodeado de sus fieles compañeros por la 25 de Mayo al 300, o por la zona bancaria de la San Martín, en la esquina de Mendoza y Laprida, o caminando por la Mate de Luna. Su injusto final.

Que en paz descanse, don Mario.





Mario Guillermo vivía rodeado de perros. A sus 67 años, se lo veía siempre con ellos, sentado en la vereda de Musimundo cuando caían las persianas, merodeando por la San Martín, o parando en la esquina de Mendoza y Laprida.

Mario Guillermo tenía una casa, pero le quedaba lejos. El médico le había recomendado que caminara, pero entre la anemia y la edad, muchas veces desistía y no llegaba a pie desde el centro hasta la avenida Mate de Luna al 3000.

Deambulaba desde hace tres años por la calle. Sí, por la San Martín, por la zona bancaria, o por la Mendoza y Laprida, es donde se quedaba a dormir cuando no tenía fuerzas para llegar a su casa. Siempre vivía por y para sus perros”.

Quien habla con eltucumano es nuestro amigo de Un Plato Caliente, Exequiel Medina, quien hace un mes, cuando había comenzado el frío polar en Tucumán, advertía de la situación de la gente en situación de calle, muchos de ellos mayores como Mario Guillermo.

Tenía problemas de salud mental, pero era un hombre muy amable. Tenías que tener mucha confianza para que te cuente algo, no tenía mucha familia, era muy reservado, y le gustaba hacer ejercicios, caminar, lo que el médico le recomendaba. por eso lo salía, pero a veces no volvía”.

Hoy ha dejado de existir Don Mario y sus perros ya no lo encontrarán por las calles. Serán sus huérfanos hasta que otro Mario los quiera, los cuide, los abrigue, los alimente. “El frío, la soledad, la indiferencia de la gente, eso los termina matando a los hombres como Mario”.

“Eso, sumado a su enfermedad de base que era una anemia, fueron suficiente. Un muchacho del centro le daba remedios para la anemia, pero es lo que siempre decimos quienes trabajamos con personas en situación de calle: lo que más necesitaba era contención psicológica y un Estado presente. Ya no está Don Mario, que vuele alto. Aquí siempre lo vamos a extrañar”.