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Tucumanos investigan larvas que comen plásticos: ¿Las Avengers salvadoras del planeta?

Insectos salvadores

¿Pueden unas pequeñas larvas salvarnos de un inminente desastre ecológico? ¿Serán la clave para el problema de la basura? Investigadores tucumanos experimentan con polillas plastívoras y sus resultados son reveladores.

Estos bichos y la dura tarea de salvar el mundo ¿Podrán?





Acaso pequeñas heroínas en este gran lío en que se ha convertido el planeta por la acción contaminante del hombre. Tal vez ínfimas gladiadoras; las Avengers destinadas a salvar el entorno que nos rodea de nosotros mismos. Quizás la respuesta a qué hacer con el problema global de la basura. Un grupo de científicos tucumanos intenta develar estas interrogantes con su estudio de las larvas plastívoras y sus hallazgos son reveladores.  ¿La luz al final del túnel? Sin duda, una gran responsabilidad para estos seres tan diminutos capaces de comer plásticos.

Todo comenzó en 2017 cuando el entomólogo tucumano Alberto Galindo tomó contacto con una colmena de abejas que se encontraba infectada por larvas de polillas. Lo llamativo del asunto era que la silo-bolsa (un plástico muy resistente que se usa principalmente en agricultura) que protegía a la colmena se encontraba toda mordida y agujereada. Lo más llamativo aún fue descubrir que habían sido estas larvas las que generaron ese daño. “Ese mismo año, en Europa, se descubrió que las larvas de la polilla G. mellonella podían consumir y biodegradar polietileno de baja densidad, es decir, el plástico de las bolsas del súper. La silo-bolsa, en cambio, es un plástico mucho más resistente: consiste en tres capas de polietileno y un filtro UV. Así que, te imaginarás que, ante estos hallazgos, comenzó una catarata de preguntas que sigue creciendo y estamos intentando responder”, cuenta la investigadora tucumana Juliana María Ruiz Barrionuevo. 

La joven de 27 años integra el grupo de científicos tucumanos que actualmente estudia dos especies de polillas: la Achroia grisella y la Galleria mellonella, conocidas como “polillas de la cera”. Según explica, se trata de especies de polillas que sólo viven en las colmenas, ya que se alimentan de la cera de las abejas, pero también del polen, la miel, y restos que estas dejan. Por lo tanto, son un verdadero dolor de cabeza para los apicultores. “Las dos especies son originarias de Asia y se distribuyen en todo el mundo. Su alimento natural es la cera de abeja, pero en los últimos años se descubrió que además pueden consumir y biodegradar ciertos plásticos. El término de ‘plastívoro’ se comenzó a usar hace un par de años para referirse a aquellos insectos que, además de consumir su dieta natural, pueden ingerir plásticos y biodegradarlos, al menos hasta cierto punto”, explica.

Tras ese descubrimiento inicial, un nutrido equipo de investigadores comenzó a realizar experimentos con estas polillas en el Instituto de Ecología Regional (IER, UNT-CONICET) ubicado en Horco Molle. Actualmente, el grupo que lleva adelante la investigación está integrado por dos ecólogas, Carolina Monmany y Agustina Malizia, del Instituto de Ecología Regional (IER); dos entomólogos, Alberto Galindo y Adriana Chalup, y un genetista, Eduardo Martin, de la Fundación Miguel Lillo; dos microbiólogos, Analía Álvarez del PROIMI y Ricardo de Cristóbal del INSIBIO; una estudiante de la Licenciatura en Cs. Biológicas, de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, María Angélica Occhionero, la bióloga Lorena Escobar y  Juliana María Ruiz Barrionuevo, bióloga y becaria doctoral de CONICET en el Instituto de Ecología Regional.

“Hasta el momento, se sabe que A. grisella puede consumir y biodegradar polietileno de baja densidad y mientras que G. mellonella puede consumir una variedad más amplia de plásticos. Esto simplemente porque G. mellonella es más conocida y porque sus larvas se emplean bastante como animales de laboratorio para estudios de inmunidad, entre otras cosas, entonces son más fáciles de conseguir y mantener en el laboratorio”, adelanta Juliana respecto a los estudios que vienen realizando y que ya han arrojado algunos datos reveladores sobre estas polillas.

El equipo de investigadores tucumanos. 

En un trabajo publicado recientemente, los investigadores tucumanos dieron a conocer a la comunidad científica los avances de su investigación: “En el trabajo que publicamos nos enfocamos en G. mellonella y reportamos por primera vez el consumo de diferentes plásticos de uso comercial por larvas de esta especie”. Según comenta, en los experimentos les dieron de comer a estas particulares polillas cinco tipo de alimentos: polietileno de baja densidad (bolsa de súper), polipropileno biorientado (paquete de galletas), poliestireno expandido (bandeja de telgopor), silo-bolsa y su dieta natural, cera de abeja.

¿Qué encontraron? ¿Cuáles fueron los hallazgos al estudiar la alimentación de estos pequeños seres del mundo natural? “Hicimos un seguimiento de las larvas hasta que llegaron a adultas y encontramos tres cosas: en primer lugar, consumieron todos los tipos de plásticos, pero los más consumidos fueron el polietileno expandido (telgopor), y el polietileno (tanto bolsa de súper como silo-bolsa); en segundo lugar, las larvas completaron su ciclo, es decir, llegaron a polillas adultas e incluso pusieron huevos; y en tercer lugar, las larvas que consumieron dieta plástica se desarrollaron más rápidamente, esto es: pasaron más rápidamente al siguiente estado de desarrollo, que es el de pupa, donde ocurre la metamorfosis previa a la polilla adulta”, comenta Juliana.

De acuerdo con los experimentos, las larvas terminaban empachadas de plásticos y crecían incluso más pulsudas que las otras que se alimentan a base de cera de abejas, pero cuál es la cantidad de plástico que puede llegar a comer estas polillas. Juliana tiene una respuesta a esa pregunta: “En nuestro trabajo reportamos que la cantidad que consumió cada larva de G. mellonella por día fue de 0.02 mg para la bolsa del súper, 0.04 mg para la silo-bolsa, y 0.1 mg para el telgopor. Es una cantidad muy pequeña y hay que tener en cuenta que aún no determinamos si hubo una biodegradación de esos plásticos. Hasta el momento, sólo medimos el consumo de estos materiales por esta especie de polilla, pero en mi doctorado planeo determinar si pueden biodegradar esos plásticos y qué efectos tienen esas dietas en la biología de la larva a largo plazo, entre otras cosas”.

Los plásticos que comieron las larvas. Arriba a la izquierda: silo-bolsa. A la derecha: polietileno de baja densidad (bolsa de súper). Abajo a la izquierda: polipropileno biorientado (paquete de galletas). A la derecha: poliestireno expandido (telgopor).

“El estudio de los llamados insectos ‘plastívoros’ se puso de moda en los últimos años por su gran potencial biotecnológico. Sin embargo, la biodegradación de plásticos por parte de insectos tiene muchas preguntas sin responder, como por ejemplo cuál es el rol de la microbiota intestinal en este proceso (¿participan bacterias, hongos u ambos?), y hasta qué punto las enzimas propias de insecto pueden intervenir en la biodegradación. Aún no se tiene la ‘receta mágica’ para degradar los plásticos”, detalla la investigadora respecto al avance de los estudios realizados en este tipo de insectos.

La pregunta que todos nos hacemos entonces es si estos seres están llamados a ser los salvadores del planeta y cómo pueden contribuir a evitar un inminente apocalipsis ecológico. Juliana responde con todo el rigor de la ciencia: “Si bien se está explorando la posibilidad de usar estos insectos para el tratamiento de residuos, te diría que es exagerado considerarlos como salvadores del ambiente. Los plastívoros no nos salvarán de la contaminación plástica porque esta ha llegado a dimensiones inimaginables, estamos rodeados de plásticos, respiramos y consumimos plásticos…Pero, sobre todo, porque seguimos produciendo estos materiales a una escala increíble y no hay manera de que los plastívoros nos alcancen para eliminar toda esta contaminación”.

Y cuando ya parecíamos salvados, llega la ciencia para advertirnos que no cantemos victoria porque, al menos por ahora, las larvas de estas polillas no podrán redimirnos de nuestros errores. Las larvas pueden ser buenas, abnegadas y hasta heroicas, si se quiere, pero no pueden solas que tanto desastre que nos rodea: “No nos desalentemos porque, si bien las larvas no serán nuestras Avengers, hay algo que cada uno puede hacer y es poner en práctica el consumo responsable, que como indica el nombre, es elegir con responsabilidad lo que consumimos. Comencemos reduciendo nuestro consumo de plástico en el día a día y aquello que no podamos evitar consumir lo separemos y llevemos a los eco-canjes. Esta es nuestra oportunidad para convertirnos en las ‘ovejas verdes’ de la familia y ayudaremos mucho más que las larvas plastívoras”.