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Pozo de Vargas: Identificaron los restos de una estudiante tucumana desaparecida

memoria, verdad y justicia

Fue secuestrada junto a su pareja en Enero del 76, cuando todavía había democracia. Cuatro policías ingresaron al domicilio de su tía en Salta y se llevarona los jóvenes. De Ana María no hubu más noticias hasta ahora cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) pudo identificar restos suyos.





"Restos de la joven Ana María Rodríguez Belmonte fueron identificados en el Pozo de Vargas, en San Miguel de Tucumán", así lo informó a Josefina Molina, querellante en la investigación en búsqueda de víctimas del terrorismo de Estado que se tramita en el Juzgado Federal N° 2 de San Miguel de Tucumán, a cargo del juez Fernando Poviña. 

Ana María Rodríguez Belmonte, junto a su pareja Otto Stranka, había sido secuestrada el 26 de enero de 1976 por cuatro policías uniformados que allanaron el domicilio de María Bejar (tía de Ana María). 

Tras la desaparición, sus familiares no habían vuelto a tener noticias de la joven estudiantes tucumana hasta ahora, cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) pudo identificar restos suyos en el Pozo de Vargas, en Tucumán. 

Rodríguez Belmonte era de San Pedro de Colalao, de una familia muy conocida en la zona. Realizó sus estudios secundarios en el Colegio del Huerto y era militante en el PJ y en Montoneros. Su pareja, Stranka, también militaba en la JP y estaba finalizando sus estudios de ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional. 

Ambos vivían en San Miguel, pero se fueron a Salta en un intento de esquivar la represión, que les alcanzó casi un mes antes del golpe de Estado.

Tras el secuestro, su familia intentó encontrar a los jóvenes, pero jamás obtuvieron información sobre ellos. El Padre de Ana María, Rodolfo Amado Rodríguez, denunció ante el Juzgado Federal N° 2 de la ciudad de Salta la desaparición de su hija cuando se encontraba transitoriamente en la casa de su tía María Bejar. Entonces dijo que por Bejar supo que cuatro policías allanaron su domicilio y se llevaron a su hija “sin que mediara ninguna explicación sobre su detención”. 

Rodríguez buscó ayuda en distintos estamentos del Estado, realizando denuncias policiales, presentando habeas corpus "en todo el país", notas en el Ministerio del Interior, en los juzgados de su provincia y en la Justicia Federal y hasta llegó a entrevistarse con Antonio Domingo Bussi. En Buenos Aires visitó hospitales, las delegaciones de la Policía Federal, “pero sin resultado alguno. Incluso sacó avisos en el diario”. Y, como solía ocurrir en esos casos, recibió muchas llamadas anónimas, pero con información falsa. 

Ana María y Otto figuran en la lista de 267 personas víctimas de terrorismo que pasaron por Arsenales Miguel Azcuénaga que confeccionó la abogada Laura Figueroa, de la Asociación de Abogados por los Derechos Humanos de Tucumán.

Poco se sabe sobre Ana María, y casi todo proviene de los rastros de Otto Stranka, que provenía de una familia polaco-argentina radicada en la localidad de Tres Isletas, en la provincia del Chaco. "No tenemos información de que la hayan visto en un centro clandestino, a él sí" lo han visto en La Escuelita de Famaillá y en Arsenales, "pero a ella no", contó Molina. 

En una investigación de Carola Ochoa publicada en Socompa, el militante peronista Juan Carlos Villalba contó que conoció a Stranka en 1971 y se hizo muy amigo. Recordó que a fines del 1971 Otto "se puso de novio con una chica que vivía frente a la Facultad. Su nombre: Ana María. Era ligeramente unos años menor, estaba terminando la secundaria y se enamoraron hasta el final de sus vidas, que fue cuando ambos cayeron en manos de los asesinos de la dictadura".

Para 1972 Villalba, Stranka y otros estudiantes comenzaron a mostrar su identidad peronista y se conectaron con otros militantes. Otto se contactó sobre todo con el abogado Dardo Molina, el padre de Josefina Molina, y al poco tiempo comenzaron a participar del Operativo Retorno de Perón al país.