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"La salud cada vez empeora más": ¿Por qué las cenizas siguen cayendo en Tucumán?

Contaminación

Cenizas, hollín, bagazo, bagacillo: en sus distintas variantes, el desecho que proviene de la caña de azúcar sigue cayendo sobre los tucumanos. A pesar de que la mayoría de las cosechas se realiza con maquinas integrales y de que casi no hay cosecha manual, la salud y la higiene siguen afectadas.

Fotografía subida por vecinos del "Movimiento civil de Monteros por el aire limpio".





Vivir en ciertas zonas de Tucumán tiene un plus que pocas provincias conocen: la lluvia negra. Y es que la caída de hollín que tenemos tan normalizada, sería motivo de escándalo en otros lugares.

A pesar de que tucumanos y tucumanas estamos tan acostumbrados a ver caer la ceniza del cielo, la mayoría no sabe dar una respuesta concreta o profunda cuando se interpela el origen del mismo. 

¿De dónde viene la lluvia negra?

El hollín se presenta en el exterior de nuestras casas de dos formas: casi imperceptible pero existente, podríamos decir que en forma de polvillo que cubre todo como un manto insano, o también podemos ver las grandes tiras negras que caen impunemente desde el cielo, y que se desarman a la mínima presión.

Estas grandes tiras negras, son las que llegan a partir del incendio directo de la caña de azúcar. En cambio, el hollín que se expande directamente y de manera proporcionada en determinadas zonas, proviene de las calderas de los ingenios.

El bagazo es un sub producto que queda de la caña después de elaborar azúcar. Una parte se utiliza en industria de papel, y otra parte se utiliza para alimentar el fuego de las calderas (quienes proporcionan la energía a la fábrica). Al quemar ese bagazo en las calderas, se desprende hollín el cual se puede captar mediante trampas de agua para evitar que se dispersen en el aire y contaminen, pero si estas trampas de agua no están bien reguladas o no existen, el hollín cae directamente sobre las ciudades cercanas.

Ahora, comprendiendo cuándo es responsabilidad de las fábricas azucareras, pasemos directamente a la quema de cañaveral.

Si analizamos la quema en sí, las hay intencionales y controladas. Cuando se hace cosecha manual, se quema la malhoja y es una costumbre que existe desde que la caña es parte de la economía tucumana. Pero si pensamos que la mayor parte de la cosecha ha dejado de ser manual y que casi todas se hacen con máquina integral (es más rápido y económico alquilar el servicio o tener una máquina propia cuando se poseen grandes extensiones de tierra), hay que pensar que la mayoría de los productores no tienen beneficio alguno, ya que está prohibido quemar la caña previa a la cosecha con integral.

Recordemos la Ley provincial 7.459, sobre erradicación de la quema de caña y su decreto reglamentario 795/3 (MDP) del 15/04/05.

Juan tiene una finca cañera en Tres Pozos, departamento Leales, y le explica a Eltucumano el por qué no es beneficioso quemar el campo: “Eliminás basura (trash le dicen en el ingenio) que favorecería al cañero, pero a su vez altera a la caña y a su rendimiento, entonces se evita la quema para que se mantenga la eficiencia de la máquina y así evitar contaminar. No le sirve al cañero, ya que pierde rendimiento y puede que no le hagan la cosecha al estar quemada. Se puede recibir solamente con autorización de policía mediante denuncia de quema intencional por algún tercero”.

Ahora, los incendios intencionales que se descontrolan sabemos que no brindan beneficio a nadie, y sobre todo teniendo en cuenta que producen este desecho que tanto molesta y que tan mal hace a la salud. Pero ¿de dónde vienen?

Consultando a Viviana Albornoz, integrante de la Asociación de Bomberos Voluntarios De Monteros (zona geográfica en donde los reclamos por el ambiente no cesan), concuerda en que en estas épocas en donde faltan las lluvias y todo es más inflamable en Tucumán, la mayoría de las veces los incendios comienzan por quema de pastizales cercanos y no se pueden controlar. “Esos pastizales no queman los cañeros, salvo algunos que tienen campos pequeños, muchas veces lo hace vialidad al costado de rutas y también gente mal intencionada en caminos vecinales”.

El año pasado, este mismo sitio entrevistaba –entre otros- a Sebastián Murga, presidente de la Sociedad Rural de Tucumán, y remarcaba la importancia de que una campaña de concientización recaiga sobre la sociedad para detener la práctica de quemar pastizales o quemar cañaverales de manera maliciosa, debido al alto impacto negativo que tiene en la salud de los tucumanos.

Pensar en esta quema de caña y al hollín que venimos aspirando hace tantos años, inmediatamente nos hace reflexionar sobre el fuerte impacto en la salud respiratoria. Hace algunos años, el químico Juan Carlos Luján del laboratorio de Contaminación Ambiental de la Universidad Tecnológica Nacional, afirmaba en una entrevista con El Periódico de Tucumán que cada habitante de las ciudades tucumanas afectadas gasta 20 dólares al año en medicamentos para patologías respiratorias y oculares relacionadas con la polución ambiental.

Pese a lo conocido o imaginado por todos sobre la exacerbación de enfermedades respiratorias preexistentes al respirar el hollín, hay otro costo de esta industria económica y contaminante en la salud que pocas veces se toma enserio: la vista.

Cinthia Ovejero es farmacéutica, y nos comenta con respecto al aumento de venta de medicamentos relacionados al hollín: “En esta época lo principal es el daño en los ojos, las gotas oculares aumentaron mucho la venta. Hay gente que le da alergia el polvo y lo que genera las cenizas. Hay mucha gente que no va al oculista, se dejan estar y el cuadro empeora”.

“Obviamente el tema respiratorio es impactante también, hay gente que sufre de dolor de garganta y que tiene alergias, les duele la garganta y no saben que es por las cenizas. Todo conlleva a lo mismo. La acumulación de hollín en la garganta produce tos seca y esto afecta directamente la salud y en estos momentos muchas personas creen que puede ser covid, se aíslan, se hisopan y se preocupan”, comenta la profesional de la salud.

“De abril a noviembre el aumento en la venta de gotas oculares con calmantes o con antibióticos es tremendo, y todo tiene que ver con las cenizas. A pesar de que este año el daño respiratorio por hollín es menor porque la gente en la calle usa barbijo, hay que pensar que salir a andar en moto o en bicicleta debe ser con gafas, no se puede andar ni dos cuadras sin sentir que te entró algo en el ojo”, cierra Ovejero.

Matías Álvarez es médico oculista, y nos cuenta que en época de zafra se incrementan las consultas por úlceras y lesiones en los ojos, pero que mucho peor que el daño del bagacillo, es el que se produce en casa cuando se intenta quitar esto con métodos caseros: “En el mejor de los casos, la gente usa una gota que se compra en la farmacia, pero muchos se ponen gotitas de aceite, agua con azúcar u otros remedios caseros que no hacen sino empeorar la infección”, nos cuenta.

“La ceniza se pega en el ojo y es difícil que salga sola. Una basurita te deja una ulcera de córnea o queratitis que es un raspón o lastimado en la córnea. Si uno no consulta o no se pone un antibiótico esa ulcera se puede infectar y puede generar una infección grave en el ojo y te puede dejar cicatrices, que te dejen afectada la visión para siempre. En el peor de los casos si la persona es muy dejada con su salud, hasta se puede perder un ojo”.

El especialista recomienda para esta época no dejar atrás la protección de la vista, como anteojos o antiparras para andar en moto o bici. Además, en caso de que se pegue en el ojo, hay que procurar limpiar solamente con agua, y si las molestias continúan, acudir a una consulta con un profesional.

A pesar de que la mejor manera de sobrellevar el impacto del hollín en estos meses parece ser el de le prevención, algunas personas han decidido tomar un camino más activo y pedir que las fábricas azucareras imlpementen de manera obligatoria el normal funcionamiento de sus calderas, como sucedió con el ingenio Ñuñorco en Monteros, en donde los vecinos que conforman el "Movimiento civil por el aire limpio", lugar en donde plantean el enojo, las inquietudes y las nuevas formas de actuación para dejar de convivir con tanta contaminación de manera normalizada.

Compartimos la nota de investigación sobre el impacto del hollín y de los desechos de la industria azucerera realizada en el 2005 para El Periódico de Tucumán:


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