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¿Dónde está papá Alberto?

MISTERIO ABSOLUTO

Pasaron 48 horas desde que Alberto Ramírez salió de su casa sin dejar rastro alguno. Su familia no se explica cómo desapareció tan rápido ni cómo nadie en el barrio pudo ver absolutamente nada. La Policía lo rastrea con la ayuda de Wanda, una perra policial entrenada especialmente para rastrear gente.





No hay explicación lógica para lo que vive por estas horas la familia Bellido de Yerba Buena. En su casa de Iramain al 2000, altura del conocido mástil de la Ciudad Jardín, falta Alberto Ramírez desde hace dos días, el abuelo materno o “papá”, como lo llaman sus nietos. A las 16 de este jueves se cumplieron exactamente 48 horas desde que el abuelo desapareció sin dejar rastro alguno, algo sumamente extraño por las características físicas y el andar que describe la familia: un hombre que se traslada dando pasos cortitos, que tiembla en exceso, que se babea y usa pañal. ¿Cómo pudo llegar tan lejos en tan poco tiempo? ¿Cómo nadie pudo darle una mano sin informar a la Policía o a alguna autoridad? ¿Cómo, si alguien efectivamente quiso ayudarlo, no publicó nada en las redes sociales en plena era de la sobreexposición? Son algunas de las preguntas que se hacen tanto los familiares como gente que sigue el caso.

 
Si algo llegara a recordar Alberto, si el alzhéimer avanzado se lo permitiera, sería el recorrido que solía hacer, primero en bicicleta y luego, con el paso del tiempo, caminando. El abuelo salía de su casa enfilando al norte hasta la avenida Perú, donde llegaba hasta la plaza San Cristobal. Desde allí se dirigía hasta la avenida Presidente Perón y caminaba dos cuadras más hacia el norte para luego emprender el regreso por calle Aragón. Ese mismo recorrido es el que la Policía junto a la perra de búsqueda Wanda han rastrillado al menos en dos ocasiones sin éxito. A la can se le presentaron dos prendas como elementos de referencia para detectar a Alberto mediante el olfato: un pullover y una bufanda.
 
El barrio en donde vive Alberto es bastante diverso. Hay casas que responden a distintos estratos sociales y un sector que no parece formar parte de la Yerba Buena de las fotos, con sitios baldíos convertidos en basurales y terrenos en venta habitados por familias vulnerables que prenden fogatas para mantenerse abrigados y cocinar. Hay también casas con cámaras de vigilancia, dispositivos a los que la Policía buscará acceder recién este jueves. En medio de todo eso, dos cementerios en donde la imagen de Alberto está pegada a las paredes exteriores, para la gente que visita a sus seres queridos que ya no están.

 
El hogar de la familia Bellido es simple. Un volumen de madera con dos mediaguas, tres habitaciones y un jardín amplio delimitado por una reja encastrada en material y dos accesos, uno para vehículos y otro más angosto para personas. Alberto comparte el cuarto con su nieto mayor, Diego. Fue él quien lo vio por última vez. “Se levantó diciendo que se quería ir a la casa”, recuerda. Esa casa era su hogar cuando su esposa aún vivía, en calles Junín y Perú de la Capital y hoy está habitada por una de las hijas del desaparecido. “Le puse las zapatillas y no pasaron ni cinco minutos que desapareció; no nos explicamos cómo puede ser”, agrega. Al momento de la desaparición, Diego estaba acompañado por una de sus hermanas. Se dieron cuenta de que su abuelo se había ido cuando uno de ellos vio la puerta de afuera abierta. En ese mismo instante, el mayor tomó prestada una bicicleta y salió a recorrer las calles más cercanas. Luego, realizó el recorrido que solía hacer su abuelo cuando todavía podía recordar las calles. Nada. Sin rastros. “Pensamos que podía haberse quedado en la casa de una vecina a la que le presume, una señora mayor, pero ella no estaba en su casa cuando mi abuelo desapareció”, señala.

 
De la declaración de Miriam, la hija en cuya casa vive Alberto, se desprende que la denuncia fue realizada en un segundo intento en la Comisaría, luego de que los agentes le advirtieran que se encontraban atendiendo una situación generada por un accidente. “Nos preguntaron si preferíamos seguir buscándolo o esperar a que se desocupen”, le describió la mujer a la agente que tomaba nota en su notebook. Prefirieron continuar con la búsqueda por cuenta propia, sin apoyo policial, hasta alrededor de las 22. Más tarde realizaron la denuncia y siguieron buscando hasta pasadas las 3 de la madrugada del miércoles.
 
Sin hipótesis oficiales, desde la Policía deslizan que Alberto podría haber desaparecido durante la noche y no por la tarde, como relata la familia. En horas de la tarde, agentes se apersonaron en el domicilio para tomarles declaraciones a los familiares e indagar sobre relaciones personales o hechos particulares que conduzcan a algún otro móvil más que el de un descuido. Por lo pronto, nada significante arrojó la investigación a partir de los testimonios recabados.
 
 
Cómo reconocer a Alberto
 
Alberto Ramírez tiene 80 años y se encuentra desaparecido desde hace más de 24 horas. Salió de su casa, en calles Aragón e Iramain (zona cercana al mástil de Yerba Buena), sin dar viso a ninguno de sus familiares. Salió del domicilio alrededor de las 16 de este último martes vistiendo un buzo verde polar verde oscuro, un jogging –estilo babucha- negro con líneas delgadas blancas a los costados y unas zapatillas azules con tiras celestes en los laterales exteriores. Alberto padece alzhéimer y presenta párkinson avanzado. Tiembla mucho, camina dando pasos cortos, se babea y casi no puede hablar debido a las mencionadas enfermedades. Responde perfectamente a su nombre.