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"La falta de diálogo implica que ninguno está preocupado por el bien común"

9 DE JULIO

Monseñor Sánchez reclamó diálogo en Tucumán en su homilía en plena interna entre Manzur y Jaldo, que siguieron su discurso de forma virtual.

Carlos Sánchez. Captura de video.





Este 9 de Julio, el arzobispo de Tucumán Carlos Sánchez brindó su homilía desde la iglesia Catedral con un mensaje con tintes políticos referidos a la interna entre el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo, que seguían el mensaje del monseñor de forma remota: "La falta de diálogo implica que ninguno está preocupado por el bien común", afirmó.

"El diálogo no es monologo disfrazado de debate que responde a intereses particulares, y no al bien común. No es diálogo cuando se descalifica al otro, aplicándole epítetos humillantes, sino enfrentar un diálogo abierto y respetuoso, donde se busque alcanzar una síntesis superadora", planteó Sánchez.

En ese sentido, alertó que "la falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar".

Tanto Manzur como Jaldo seguían el mensaje del arzobispo de Tucumán desde Casa de Gobierno y desde la Legislatura de Tucumán, respectivamente, y lo reflejaron a través de las redes sociales:




La parte de la homilía en la que Sánchez habló del "diálogo" en plena interna:

Una forma concreta de vivir la libertad con esperanza es el diálogo y la amistad social, que nos propone el Papa Francisco en Fratelli Tutti (FT198-224).

 “Dialogar” es:

Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto.

Qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades.

El diálogo persistente y corajudo ayuda discretamente al mundo a vivir mejor.

«Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. (FT.199)

Es necesario el diálogo entre las generaciones, en el pueblo, esa capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad.

Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación». (FT. 198)

El diálogo no es monologo disfrazado de debate que responde a intereses particulares, y no al bien común.

No es diálogo cuando se descalifica al otro, aplicándole epítetos humillantes, sino enfrentar un diálogo abierto y respetuoso, donde se busque alcanzar una síntesis superadora” (FT, 201).

El debate frecuentemente es manoseado por determinados intereses que tienen mayor poder, procurando deshonestamente inclinar la opinión pública a su favor. (FT, 201).

La  falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar.

Así las conversaciones se convertirán en meras negociaciones para que cada uno pueda rasguñar todo el poder y los mayores beneficios posibles, no en una búsqueda conjunta que genere bien común. (FT, 202).

Cuan necesario es sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. (FT, 202).

El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos para que el debate público sea más completo todavía.

«En un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto, y sobre todo de trabajar y luchar juntos».

En este sentido nos sirven de modelo las actitudes de Belgrano. Cuando en el Congreso de Tucumán no solo insistió para que se declare la Independencia, sino que propuso una forma de gobierno, que después con el debate de los congresales no prosperó. Pero Belgrano por amor a la Patria, por el ideal del bien de la naciente nación, siguió entregando todo de si.  

El diálogo acrecienta la fraternidad y la amistad social.

Una sociedad es noble y respetable también por su cultivo de la búsqueda de la verdad y por su apego a las verdades más fundamentales. (FT, 207).
¿No podría suceder quizás que los derechos humanos fundamentales, hoy considerados infranqueables, sean negados por los poderosos de turno, luego de haber logrado el “consenso” de una población adormecida y amedrentada? Tampoco sería suficiente un mero consenso entre los distintos pueblos, igualmente manipulable.

Ya tenemos pruebas de sobra de todo el bien que somos capaces de realizar, pero, al mismo tiempo, tenemos que reconocer la capacidad de destrucción que hay en nosotros.