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"Mamita, no me dejés sola": tiró el andador a la ruta, pensó lo peor y apareció la agente Pineda

HISTORIAS DE ACÁ

La agente Karen Pineda se había subido a la patrulla de la comisaría de León Rougés junto a los cabos Juan Pablo Medina y Adrián Gutiérrez para el habitual recorrido dominical cuando a 300 metros vieron a doña Catalina, una vecina de 87 años.

El abrazo de doña Catalina y la agente Karen Pineda. Foto: El Monterizo.





La agente Karen Pineda se había subido a la patrulla de la comisaría de León Rougés junto a los cabos Juan Pablo Medina y Adrián Gutiérrez para el habitual recorrido dominical cuando a 300 metros la vieron.


“Estábamos realizando el recorrido por la ruta 38, el cotidiano, cuando vemos una actitud rara en la señora: arroja el andarín a la ruta e intenta tirarse debajo de un auto. Doña Catalina es una vecina de 87 años, quien se encontraba en ese momento en un estado depresivo: ‘No quiero vivir más, no quiero vivir más’, decía”.


Gracias a la maniobra del cabo que cruzó al auto que venía por la ruta, logró que frenara y no impactara contra la señora. De la unidad descendió rápidamente la agente Pineda, quien corrió a abrazar a doña Catalina ya no como una policía a una transeúnte en estado de shock sino como lo haría una nieta a una abuela.


“Cuando logré tranquilizarla, la señora me abrazaba y me decía: ‘Mamita, no me dejés sola’. Sin conocerme, me abrazaba así. Y nosotros somos policías, claro que estamos al servicio de la comunidad, por supuesto que estoy dispuesta a dar la vida por alguien, pero antes que nada somos seres humanos, pero lo que pasó fue muy fuerte”, se sincera esta tarde Karen, en diálogo con el tucumano, minutos antes de entrar nuevamente en servicio.


Es amplia la formación recibida por la agente Pineda en las escuelas de Policía del sur tucumano, pero hay situaciones que superan cualquier teoría o puesta en práctica: “Cuando pasan estas cosas, no hay fórmulas: es tratar de manejarlo de acuerdo a lo que ves, a lo que sentís, a lo que intuís. No sabés qué vas a hacer hasta que te acercás y tratás de tranquilizar en este caso a la señora. Son situaciones que por momentos te sorprenden. En este caso actué como lo hice siempre, desde chiquita: son los valores aprendidos gracias a la crianza que he tenido en mi familia”.


La foto que ilustra esta nota publicada por El Monterizo dice mucho y muestra a Karen visiblemente conmovida por lo vivido en el momento exacto que los brazos de doña Catalina la sujetan mientras algo le susurra al oído. “Tengo tres abuelos conmigo, pero cuando la vi, lo vi a mi abuelo en esa señora. Ese abrazo era de tanto amor... Hasta el olorcito de abuelo sentí. Cosas muy lindas de la infancia, pese al momento, volvieron a mí por un momento. Y un secreto: me susurró que tiene algo que decirme, un secreto que contarme”.


Luego de acompañar a la vecina de 87 años a que tome asiento a la espera del 107 que controle su estado de salud, la señora Catalina continuó hasta la comisaría con la agente Pineda y los cabos Medina y Gutiérrez a la espera de la familia: “Gracias a Dios que hemos aparecido nosotros. ¿Y si nosotros no estábamos en ese momento? ¿Si no la veíamos? ¿Si llegábamos un segundo tarde? Luego nuestro oficial principal Luis Barrionuevo se comunicó con Monteros y apareció la familia: hijos, nietos, sobrinos”.


“Lo que me dio a entender la señora es que se sentía cansada, enferma, que se sentía un peso para la familia. Insistió: ‘Tengo un secreto que te tengo que contar’. No descubro nada si digo que esto es un llamado de atención para la familia. Lo que yo viví son situaciones que te quedan marcadas en la vida. No se van. Y me acompañan. Ojalá pueda volver a visitarla y saber que está bien. Después de ese abrazo, lo único que quiero es volver a verla y que esté bien”.