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"Me pongo auriculares para no escuchar": el relato de una tucumana víctima del acoso callejero

problemática

Luciana, que trabaja como profesora en un gimnasio, contó las numerosas situaciones que vivió ayer martes por la mañana. Gritos y hasta manoseo. Qué dice la ley sobre esta problemática.

Avenida Mate de Luna. Foto de Instagram/martintaddei_aerg.-





Luciana Ferreyra vivió un verdadero calvario este martes mientras se dirigía en bicicleta a su trabajo, debido al acoso callejero que sufrió en el trayecto.

La joven, como todos los días, salió de su casa pasada las 7 de la mañana, para dirigirse a un gimnasio de Yerba Buena donde da clases. En una charla con eltucumano.com, Luciana contó que lamentablemente el acoso es todos los días, pero que ayer sobrepasó el límite ya que fue manoseada por un motociclista mientras esperaba el paso en un semáforo.

“Es normal, me pasa todos los días. Ando en bici para ir a trabajar y por ende ando de ropa deportiva todo el día, todos los días. Andar en bici en la calle parece que les da lugar a los hombres de darse la vuelta mirar y decir barbaridades”, explicó la profesora que por lo ocurrido en la jornada de ayer, decidió utilizar las redes sociales para contar lo vivido y expresar lo que sentía: “sigo asustada, con miedo y con muchísima bronca".

La víctima relató que desde que salió de su casa en el barrio Nicolás Avellaneda recibió gritos y durante el trayecto al gimnasio, más precisamente en la avenida Mate de Luna un hombre tocó su cola. Fue tal la impotencia de Luciana, que cuando otro motociclista le dijo algo, ella lo insultó y entre lágrimas llegó a su lugar de trabajo contenida por un ciclista que vio lo que le había pasado.

“La gente no hace nada, no dice nada. Cuando me manosearon había una chica en la parada del colectivo y  no hizo nada, sólo miró”, lamentó la joven que confesó que usa auriculares para escuchar música y así tapar las palabras que le gritan los hombres.

Sobre su rutina diaria para ir a trabajar luego de lo vivido ayer, Luciana explicó que tuvo miedo durante todo el camino. “Hoy tuve que volver al trabajo y tenía miedo, cosa que no me pasaba. En lo que iba estaba perseguida, pasaba una moto y me agarraba escalofríos. No porque me dijeran algo, porque sigo poniéndome los auriculares para no escuchar, sino a que me vuelva a pasar. Estaba super intranquila. Hoy no fue lindo ir a trabajar”, cerró.

Penado por ley

En mayo de 2019, el Gobierno nacional promulgó  la Ley 27.501 aprobada por los senadores en abril de ese año. Esta normativa modifica la ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres al incorporar al artículo 6 el inciso "g" que pena el acoso callejero.

El inciso incorporado especifica que se considera violencia contra las mujeres en el espacio público "aquella ejercida contra las mujeres por una o más personas, en lugares públicos o de acceso público, como medios de transporte o centros comerciales, a través de conductas o expresiones verbales o no verbales, con connotación sexual, que afecten o dañen su dignidad, integridad, libertad, liooobre circulación o permanencia y/o generen un ambiente hostil u ofensivo".

Otra de las modificaciones consiste en crear una línea telefónica gratuita destinada a "dar contención, información y brindar asesoramiento sobre recursos existentes en materia de prevención de la violencia contra las mujeres, donde se incluye al acoso callejero. La información recabada por las denuncias a esta línea serán recopiladas y sistematizadas por el Consejo Nacional de las Mujeres para la elaboración de estadísticas".

Sobre la problemática, Agostina Tosi, integrante de la organización Acción Respeto Tucumán, explicó en el marco de la Semana del contra el Acoso Callejero del 2020, que “si hay algo que es importante subrayar es que nuestra autoestima no depende de la mirada o el comentario del otro. Eso equivale a quitarnos nuestro poder de sujetos y reducirnos a un objeto depositario del comentario machista. Lo que se presenta como 'un piropo', es acoso”, remarcó y reflexionó que, si bien la agenda pública centra la atención en la emergencia de los femicidios, no se debe descuidar estas situaciones cotidianas que “son la base del iceberg de la violencia machista”.