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"Estamos lejos del pico, no sabemos cuándo será y depende de nosotros"

200 DÍAS DE PANDEMIA

El diputado tucumano Pablo Yedlin, ex ministro de Salud provincial, analizó el origen, presente y futuro de la pandemia de Coronavirus en Tucumán. “Hay que aprender a convivir con el virus”, adelanta.

Pablo Yedlin con "La Llama que Sana", animal a partir del que científicos desarrollan un suero para pacientes Covid. (Foto: Secretaría de Comunicación Pública)





Antes de comenzar a analizar lo que nos trajo hasta aquí, hasta las 346 muertes de pacientes con Coronavirus y 23.065 muestras positivas del virus, el actual diputado nacional y ex ministro de Salud de la Provincia, Pablo Yedlin, divide la pandemia en tres etapas. La primera tiene que ver con la llegada de pacientes del exterior, con una primera cuarentena estricta que permitió a los sistemas de salud de las provincias prepararse para lo que venía. La segunda parte, la explosión de contagios en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), con muy pocos casos en las provincias, donde el parlamentario lamenta que la economía haya estado tan cerrada. Y, por último, la tercera etapa: el brote en Lastenia, lo que, según Yedlin, “desparrama el virus”.

“Estamos llegando a los mil casos por día, los que se diagnostican, seguramente hay muchos más; y tenemos una cantidad importantes de pacientes en cuidados críticos y con respirador”, hace cuentas el diputado que, ahora sí, comienza a hablar del presente de la pandemia. Y habla sobre algunas restricciones aún vigentes, como las limitaciones para viajar entre provincias, teniendo en cuenta que el virus ya llegó a todas partes. “Hoy en la Argentina, algunas de las medidas deben ser reevaluadas, lo que hay que hacer es brindar la garantía de que quienes vuelvan a sus provincias no contagien”, señala al tiempo que adelanta que los vuelos vuelven este mes.

Sobre el ingreso y egreso a territorios provinciales, Tucumán supo ser una de las jurisdicciones más duras en cuanto a la política de repatriación, con algunos deslices con campañas generadas desde reparticiones descentralizadas de Gobierno y programas ideados por dirigentes muy ligados al Poder Ejecutivo, como fue el caso del denominado “Colectivirus”, uno de los grandes focos que se registraron puertas adentro. La Provincia también fue pionera en cerrar sus fronteras por una ley votada en la Legislatura, una medida controversial desde lo constitucional y que, a pesar de las objeciones, se mantuvo inmóvil. Esa fórmula que pretendía inmunidad al virus, finalmente demostró ser obsoleta. Fue, justamente, 10 días después del bloqueo de límites, que la bomba viral estalló dentro.

“El cierre de fronteras no ha servido en ningún lugar del mundo, el virus se esparció igual, hubiera servido más temprano”, opina Yedlin. “Está claro que no hay frontera que lo pare al virus; hay que esmerarse en transmitirle a la comunidad la importancia del cuidado personal”, agrega en relación directa a la actualidad provincial, con no menos de 800 casos procesados al día y una circulación altísima de personas en las calles, sin mencionar la inconmensurable cantidad de reuniones sociales que tienen lugar de lunes a lunes, a pesar de la nueva restricción nocturna.

“A veces los gobiernos, intentando evitar la aglomeración social, limitan la circulación, no con el objetivo de que el virus no se mueva, sino que haya menos contacto entre las personas para que los contagios no sean tan altos”, explica el ex ministro de Salud tucumano que, por ahora, no ve que la cuestión sanitaria mejore. “Hasta ahora Tucumán no ha mostrado una curva de corte, esto viene en ascenso, tanto en el número de contagiados que tiene un subregistro importante, inevitable, y el número de muertes que tiene Tucumán, muestra un aumento significativo”, señala.

Ni a nivel provincial ni nacional es posible calcular aun cuándo tendrá lugar el pico, es decir, el momento de máxima cantidad de contagios posible que determinará el comienzo del descenso de casos, la meseta que nos traslade hasta el llano, con la menor cantidad de infectados y entendiendo que el virus vivirá entre nosotros por muchos años más.

Estamos lejos del pico, no sabemos cuándo será, va a depender mucho de cómo nos comportemos y cuánto nos cuidemos, evidentemente no nos estamos cuidando lo suficiente”, critica el parlamentario, que pone de ejemplo la apertura de los bares, una medida más bien solidaria teniendo en cuenta la situación económica y social. “Una cosa es que los bares estén abiertos y otra cosa que la gente vaya a los bares, hoy la recomendación sanitaria es que no ir, quedarse en la casa, es salir solo por cuestiones de fuerza mayor y más si conviven con grupos de riesgo”, insiste y agrega: “Como esto va a demorar, y no se sabe cuándo va a estar la vacuna, uno tiene que entender que tampoco se puede cerrar esto, pero sí lo que se puede es que nos vayamos enfermando lentamente o lo menos posible y que los grupos de riesgo no se enfermen”.

La preocupación de Yedlin no solo está fundada en los números actuales, sino también en el tiempo de pandemia que aún resta transitar. Según sus cálculos, estamos dos o tres meses detrás del AMBA, donde el virus se había focalizado antes de convertirse en el más federal de los federales.
A diferencia de otras provincias, Tucumán tiene la particularidad de haber contenido durante siete meses completos el avance de la pandemia, hasta aquel 24 de julio fatídico, cuando ocho contagios obligaron a cerrar más de nueve manzanas en Lastenia, lo que nos trajo hasta aquí.

“Es verdad que el virus vino de Europa, mediante casos muy puntuales, pero más allá de la conducta de algunos de ellos, no generaron esa llegada en goteo la propagación comunitaria. En realidad, se termina disparando la comunitaria por el flujo permanente de gente por los camiones, a través de los insumos que llegan a la provincia. Es imposible cerrar la provincia, vivimos en un mundo y un país conectados. Esa idea de que íbamos a sobrevivir sin la llegada del virus era una idea falsa; lo que hay que hacer es prepararse para convivir con el virus”, sentencia el galeno diputado.

En ese sentido, Yedlin resalta el trabajo del personal de salud dependiente del Ministerio de Salud de la Provincia que, a su modo de ver, hizo todo lo que había que hacer para postergar lo más posible el estado de circulación comunitaria. “Hay que destacar la tarea del SiProSa para demorar la circulación comunitaria y también resaltar la tarea titánica de que vienen haciendo los equipos de salud que todavía tienen dos meses largo de trabajo por delante”, destaca.

La vuelta a la Fase 1, la cuarentena total, sobrevuela permanentemente la coyuntura provincial. Resuena en radios, en programas de televisión y se repite en cada esquina y mesa de hasta tres sillas de los bares en donde sus dueños cruzan los dedos para no tener que volver a cerrar sus puertas. Esta idea, según Yedlin, hoy es inviable. “Es muy difícil volver a Fase 1, la situación económica y social hacen muy difícil un cierre total de vuelta; no hay ninguna chance de mantener una comunidad aislada que pueda mantenerse así durante toda esta pandemia, no se pudo hacer en ningún lugar y nosotros no íbamos a ser la excepción”, asegura. Eso sí, se muestra preocupado por lo que la desobediencia de los tucumanos puede traer aparejado, más allá de los efectos negativos del confinamiento especialmente para la economía. “Si la gente no respeta las normas y los números siguen en aumento, el sistema puede colapsar y el problema de que colapse es que muere más gente de la que debe morir”, advierte y reflexiona: “Una cosa es que un paciente, con toda la sintomatología y gravedad de la enfermedad, muera internado, y otra distinta es que muera porque no logró acceder a cuidados intensivos”.

A la espera del suero de llama desarrollado por investigadores en la provincia, fue autorizado para el uso en hospitales el ibuprofenato de sodio, más conocido como ibuprofeno nebulizado. Ninguno de los tratamientos es tan efectivo como la vacuna y es por eso que Yedlin prefiere insistir en apelar a la responsabilidad social. “Uno recorre la calle y ve gente que no usa barbijos, todavía hay reuniones sociales, y en ese sentido deberíamos ser un poquito más temerosos, ya que si uno se da una vuelta por los sanatorios se va a dar cuenta de que esto no es mentira; todos tenemos un conocido que haya estado enfermo o haya estado grave”, se lamenta el diputado, que luego brinda su impresión final acerca de lo que le espera a Tucumán: “Sin duda falta tiempo, porque el tiempo genera un porcentaje de población que se va inmunizando. Para que ese tiempo pase con la menor cantidad de pacientes infectados, necesitamos mucho cuidado personal. Y que aquellas personas con síntomas o contactos estrechos realmente se aíslen por 14 días. Me parece que, si uno se cuida, y además los que se enferman se cuidan, y los contactos estrechos también, y el sistema testea y diagnostica, el pico estará más cerca de llegar, con muchísimo trabajo”.
 

Miedo al mosquito

Otro de los temores que acecha a Tucumán es la llegada del Dengue, enfermedad que registró la peor epidemia de su historia el año pasado. En este sentido, y teniendo en cuenta las estadísticas sanitarias, Yedlin es optimista. “Hay muchísimos mosquitos ya, pero también es verdad que el Dengue tiene dos posibilidades de transmisión, la más común es la llegada de pacientes infectados y por ahora está detenida la circulación interjurisdiccional; me parece que por ahora no va a comenzar”, asegura.

“Lo que suele pasar con el Dengue es que después de un año epidémico le sigue uno normal”, explica y vaticina: “Es un tema a preocuparse en Tucumán, pero parece que no vamos a convivir tanto en estos meses que vienen”.