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"Pido disculpas, no se pudo apagar": el piloto bombero que combate el fuego en los cerros tucumanos

HISTORIAS DE ACÁ

Maneja uno de los cinco aviones hidrantes que intentaron sofocar durante más de 12 horas las llamas en el cerro San Javier. "Es muy triste ver cómo se quema todo", lamenta después de ver el fuego desde el aire. La tensión cuando los bomberos piden “un disparo urgente” y arden a 55°. Pilotos y bomberos, unidos y adelante.

Santiago se prepara para volar y combatir el fuego.





"La mejor hora para volar es cuando ya no se puede volar más, a la noche", lamenta Santiago Seiler después de bajarse del avión hidrante en el que pasó más de 12 horas combatiendo el incendio que azota al cerro San Javier y tiene en vilo a Tucumán: él fue uno de los cinco pilotos que cada 12’ cargaban entre 800 y 1.200 litros de agua para frenar el avance de las llamas desde el aire.

Seiler tenía experiencia luchando contra incendios, pero no de esta magnitud: "Hemos tenido un par de fuegos este año en los campos y la quema de cañas y todo eso, pero nunca un fuego en el que teníamos gente abajo, que teníamos que sí o sí tirar y no errar, y la presión esa era muy fuerte", confiesa.

En ese sentido destaca que "lo más lindo de todo era cuando vos tirabas y escuchabas 'positivo el disparo, positivo, muy bueno 100%'". Se cantaba como un gol en el aire. En diálogo con el diario el tucumano, detalla que "los bomberos pedían un disparo en un lugar urgente y después en otro lugar, tratando de coordinar lo mejor posible" pero "fue cambiando tantas veces que uno despegaba para hacer los tiros en la ladera sur y te llamaban por la radio y te decían 'no, no, necesito un tiro urgente en el medio, con la cara al Norte' y uno se tenía que ir adaptando".

Nacido en Tucumán, se terminó de formar en los Estados Unidos y hoy se desempeña como piloto de Agroalas, una empresa de fumigación con base en el este tucumano, en Las Cejas: desde allí despegó hoy a las 6 y media de la mañana para aterrizar en el Aeropuerto Benjamín Matienzo donde planeaban "hacer todo el protocolo de lucha".

El disparo del chorro del avión hidrante sobre las llamas en los cerros tucumanos.


Las operaciones se trasladaron luego al Aeroclub Tucumán, en el pie del cerro en Yerba Buena: "Empezamos a trabajar desde acá, yendo cada 3 o 4 vuelos al Aeropuerto solamente para carga de combustible y aprovechar que los bomberos del Aeropuerto se portaron muy bien y nos cargaban agua, así no se desperdiciaba el vuelo", explica.

Santiago destaca "el trabajo en conjunto con mis compañeros pilotos", los aportes de la gente "en tierra" y principalmente "de los bomberos en el medio del cerro, tratando de coordinar y ayudar".

"Fue un día muy largo, había momentos que el fuego se apagaba y cuando estábamos relajados y cambiábamos de punto volvíamos de vuelta y arrancaba otro, y la verdad que fue un día en el que no se paró nunca: yo no paré nunca, ni siquiera a comer", rememora, antes de volver a descansar unas horas antes de comenzar mañana otra ardua jornada que lo tendrá combatiendo el fuego desde el aire.

"Debo haber hecho 40 o 50 vuelos, capaz más, en un punto ya no podía ni contar: largamos a las 6 y media y le metimos más de 12 horas sin parar. La turbina del avión no se paró ni un minuto en todo el día", subraya el joven piloto.


En el llano

Daniel Franchello, miembro de la comisión directiva del Aeroclub de Tucumán, pondera que la institución se puso a disposición de la Provincia para coordinar desde allí las tareas de combate contra el fuego: "es una satisfacción y un orgullo porque uno se prepara por vocación, por gusto, pero también quiere poner al servicio de la comunidad lo que aprendió, lo que estudió y lo que sabe hacer que es volar", remarca sobre los pilotos que junto a los bomberos dan batalla y son héroes entre las llamas.

Mauricio Alejandro González es oficial ayudante de los Bomberos Voluntarios de Tafí Viejo. Hoy junto a sus compañeros se encarga de cargar con agua los aviones hidrantes que luego los pilotos lanzan sobre las llamas donde sus colegas bomberos trabajan en terreno.

"El sistema bomberil acá en Tucumán está trabajando arduamente en conjunto con otras organizaciones para poder sofocar este siniestro. Quiero pedirle a los tucumanos que seamos un poquito más conscientes con el tema de las quemas, estamos en época de mucha sequía y por ahí un pequeño fuego se hace in controlable", enfatiza.

"Los bomberos estamos muy saturados, estamos exhaustos, pero aun así no bajamos los brazos y vamos a seguir trabajando", juramente en su nombre y el de sus compañeros.

El titular de Defensa Civil, Fernando Torres, indicó que "el gobierno de la provincia alquiló el uso de cinco aviones hidrantes de empresas privadas (combustible y horas de vuelo) para la aplicación aérea de agua para sofocar los incendios forestales que hay en diferentes partes de la provincia".


"Tenemos focos igneos en San Javier y en el Corralito (sobre la ruta 308 a la altura de Escaba entre los departamentos Juan Bautista Alberdi y La Cocha). El avión de la Dirección Nacional de Plan de Fuego que nos está colaborando está trabajando en el sur provincial porque es más grande", justificó ante las denuncias de que la Provincia se 'ausentó' del combate contra las llamas en San Javier.


"Aquí el Estado está presente en todo momento. Tanto el agua que proveen los bomberos, los trabajas que está haciendo la comuna de San Javier a través del Ministerio del Interior, la Municipalidad de Yerba Buena y además aquí (en el Aeroclub, uno de los lugares que salen los aviones) está supervisando todo la secretaria general de la Gobernación, Silvia Pérez", sentenció.

Bomberos y pilotos trabajando juntos en el Aeroclub de Tucumán.


La lucha contra el fuego

Después de tantas horas luchando contra el fuego desde el aire, llega para Seiler el tiempo de la reflexión: "Es una sensación muy fea, muy triste ver cómo se quema todo, ver a la gente como los bomberos que nos decían que abajo hacían 55°".

"Trataba de no errar nunca el disparo porque errar el disparo llevaba a la brigada a pasar más calor, no podía avanzar y se les complicaba más. Tuvimos varios puntos de disparo urgente ya que habían quedado encerrados", apunta sobre los vuelos y disparos de agua que permiten aplacar el feroz avance de las llamas.

Las tareas de los bomberos deberán seguir durante la noche, mientras que los aviones deberán esperar hasta mañana, por la visibilidad. "La gente arriba va a tener que seguir trabajando porque el avión no es que tira y apaga, sino que tenés personal de tierra que ayuda con cortafuego y todo eso, se pone muy complicado la verdad", apunta.

Seiler baja del avión y se prerara para seguir dando pelea este sábado.


"No me imaginaba nunca la cantidad de gente que vino a ayudar, los bomberos, gente ayudando a cargar los aviones: en un momento se juntaron las 3 empresas de fumigación más grandes de Tucumán y cada uno con sus respectivos apoyos de tierra y de personal y nos ayudábamos entre todos, no pasaba nada si el avión era de la competencia o de quién sea. Por más que no se pudo controlar fue increíble", subraya tras la batalla.

"Se laburó muy bien, fue muy difícil: tristemente no se lo pudo apagar, se lo controló al máximo que se pudo y es cuestión se seguir", afirma. Mañana se subirá nuevamente al avión para vencer al fuego.

"Hoy estar metiéndote entre medio de la montaña con el calor y la turbulencia fue agotador, la verdad que nos cagó a palos para ser vulgar", grafica, pero admite que "fue lindo, al último se puso lindo: la mejor hora para volar es cuando ya no se puede volar más a la noche".

Para finalizar, este joven piloto tucumano pidió permiso para "agradecer todo el apoyo, toda la garra, a la gente que se acercó y que nos trajo agua y que nos estuvo apoyando minuto a minuto".

"La verdad que no puedo decir más que agradecer y pedir disculpas porque no se pudo apagar, no pudimos controlar del todo el fuego, hicimos nuestro mayor esfuerzo, se controló una gran parte y mañana a las 6 y media de la mañana nosotros estamos de vuelta acá, de vuelta para afrontar otro día que en el ojalá lo podamos controlar", cierra el héroe, que mira el avión, pone la vista en la humareda que se desprende del cerro y se prepara para seguir dando pelea contra su ardiente enemigo.