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"El arbolado urbano debe ser considerado un servicio esencial, igual que la luz o el agua"

Medio Ambiente

El presidente de la Sociedad Amigos del Árbol consideró que la 'naturalización' de las ciudades "es un tema que ya no puede estar a merced del humor político”. "Tiene que ver con nuestra salud: cada vez hay más enfermedades vinculadas a la contaminación y al cambio climático", alertó.





Tras varias décadas defendiendo al arbolado urbano de Tucumán, el ingeniero Pedro Buiatti no anda con vueltas en este 2020 que puso en el centro de la escena el estrecho vínculo entre salud y medio ambiente. El presidente de la Sociedad Amigos del Árbol postula que el arbolado urbano debe ser una política de Estado que trascienda los gobiernos y se ubique por encima de la simpatía -o no- que pueda tener por la naturaleza el intendente de turno. De manera complementaria, también sostiene que tiene que ser considerado un servicio esencial, -igual que la luz, el agua, el gas o Internet-, y que para ello se debe crear una empresa de gestión estatal que se ocupe de la planificación y el mantenimiento de los 100 o 200 mil ejemplares que podría llegar a tener una ciudad como San Miguel de Tucumán.  

“Lo primero aquí es separar lo público de lo privado”, distingue Buiatti en relación a la gestión del arbolado urbano, una empresa que -por su envergadura- debe estar a cargo del Estado y no del vecino. “Es un error invitar a los ciudadanos a plantar árboles en la vereda por su cuenta”, resalta y explica que “se trata de una invasión al espacio público en donde, a pesar de la buena voluntad, se puede interferir en la planificación del municipio, -por ejemplo-, colocando especies que no son convenientes y que luego ocasionan graves problemas”. 

Una situación diferente se plantea, en cambio, en los pulmones de manzana, en donde el vecino sí puede elegir qué árbol plantar, dado que lo hará dentro de los límites de una propiedad privada. “Es un gran aporte el que pueden hacer los ciudadanos contribuyendo a los pulmones verdes: si hacemos el cálculo, cada manzana tiene 48 o 50 árboles, considerando que haya unas 40 propiedades y que cada vecino haga su aporte, podríamos duplicar el bosque urbano. En este sentido, es fundamental una campaña que desaliente la invasión del espacio público que está comprometido en las políticas municipales y, en contraposición, promover la contribución de los particulares en los pulmones de manzana, ya que son fundamentales para la captación de agua de lluvia y para reducir la temperatura de la ciudad”.

“Si alguien saca o rompe un poste de luz, va preso. Eso no sucede con el arbolado urbano porque no se lo considera un servicio esencial, como a la electricidad. No hay sanción para quien daña un árbol, pese a que genera un grave perjuicio para toda la comunidad”.
En este punto, Buiatti reconoce que los vecinos, por lo general, actúan por su propia cuenta ante la inacción del Estado en lo referente al arbolado urbano. Atento a esta situación, subraya que “de ninguna manera se puede penalizar a quienes plantan un árbol”, aunque insistió en que es necesario articular desde el Estado las acciones necesarias, con los recursos suficientes, para hacer frente a los desafíos que exhibe la crisis climática. 

“La gestión del arbolado urbano precisa de profesionales formados en la materia. El sistema que tenemos ahora es totalmente obsoleto, nunca nos va a permitir arborizar la ciudad”, describe el Ingeniero, quien cuestiona que Arbolado Urbano sea apenas una oficina municipal con una decena de empleados, -sin las herramientas ni los equipos de seguridad necesarios-, desbordada con las labores de mantenimiento de cientos de miles de ejemplares distribuidos en toda la Capital.

“Tenemos que pensar en un presupuesto acorde, no sólo para la plantación de los árboles sino también para podas, recambio, mantenimiento, investigación. Para esto, es indispensable declarar al arbolado urbano como un servicio público esencial, que de ninguna manera puede quedar librado al azar o en manos de los vecinos”, alertó el especialista, preocupado por el hecho de que no se están pensando en estrategias a mediano y largo plazo en lo referido al cuidado del medio ambiente.  

“Las ciudades se han transformado en verdaderas islas de calor y la ‘naturalización’ o ‘selvatización’ es una respuesta válida para hacer frente a la crisis climática: jardines verticales, terrazas verdes, pulmones de manzana, arbolado urbano, parques y espacios verdes compensan la enorme cantidad de energía que cada día libera la ciudad para ponerse en movimiento”, describe y apunta que la creación de una empresa estatal para la gestión del arbolado urbano tiene “un talón de Aquiles”.

“Un privado invierte cuando sabe que va a sacar un rédito de esa inversión. EDET y GASNOR, por ejemplo, colocan un medidor y cobran una tarifa por ese servicio. El problema es que no podemos hacer lo mismo con el arbolado urbano. Por eso, necesariamente, tiene que tratarse de una empresa de gestión estatal en donde los ingresos se obtengan, por ejemplo, estableciendo un porcentaje sobre cada transacción inmobiliaria o anexándolo al impuesto municipal de Alumbrado, Barrido y Limpieza (ABL) para que pase a ser Alumbrado, Barrido, Limpieza y Arbolado Urbano”, ejemplificó Buiatti, decepcionado con la dirigencia local que en el año 2017 aprobó  la Ley 8.991 que declara al Arbolado Urbano "Patrimonio Natural y Cultural de la Provincia", pero que nunca la reglamentó y ahora, de nuevo, “está lejos de lo que se espera de la gestión de espacios verdes”.  

“La empresa estatal de Gestión del Arbolado Urbano tiene que ser autárquica y autónoma, siguiendo el ejemplo de la Estación Experimental Obispo Colombres que es una referencia en todo el país”.
“Hay que ir hacia un pensamiento utópico, lo que se ha venido haciendo es ayer. Tenemos que buscar un nuevo paradigma de gestión, con el Estado en el centro del tablero porque, como ya dijimos, hasta el momento no podemos medir los beneficios ambientales de un árbol en la vereda para asignarle un precio. Sin embargo, sabemos que vale oro porque se trata del aire que respiramos, de nuestra salud, porque cada vez hay más enfermedades ligadas a la contaminación ambiental. Es un tema que ya no puede estar a merced del humor político, tiene que ser una política de Estado”, insistió y pidió avanzar más allá del decálogo de  beneficios que proporcionan los árboles. 

“Cada vez que hay una charla, el disertante comienza enumerando las bondades de los árboles. Ya sabemos que nos dan sombra, que liberan oxígeno, que son hogar de muchas especies, entre muchas ventajas más. Pero estamos aburridos de eso, no me imagino que a esta altura tengamos que estar recordando las ventajas de tener electricidad en nuestras casas. Cae de maduro que eso implica tener televisión, lavarropa y heladera”, ironizó y remarcó: “los beneficios de un árbol, los que todos conocemos, alcanzan y sobran para que el arbolado urbano sea declarado servicio público esencial”.