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El informe oficial sobre el aire irrespirable en Tucumán al que se suma el Coronavirus

Agosto, zafra y contaminación

En un trabajo presentado en el 38° Congreso Argentino de Pediatría, el director de Epidemiología del Ministerio de Salud de Tucumán advirtió sobre los efectos nocivos de la quema y el hollín en los pulmones y en los ojos de los niños que viven en localidades próximas a las fábricas azucareras y a los campos en donde se prende fuego para abaratar costos. Alarmantes estadísticas.





Corría el año 2017 en Argentina y, por ese entonces, las preocupaciones de la comunidad médica estaban alejadas del Coronavirus. En el mes de septiembre de ese año, en el 38° Congreso Argentino de Pediatría, el doctor Rogelio Calli, quien se desempeña actualmente como titular de la Dirección de Epidemiología de la Provincia, presentó ante sus colegas  el resultado de una investigación sobre los efectos nocivos de la contaminación ambiental en niños y niñas tucumanos durante los períodos de zafra e interzafra. Según detalló en el evento científico organizado por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), los chicos evaluados tuvieron una posibilidad mayor al doble de presentar dificultades de tipo respiratorio durante esta época del año, mientras que en aquellos que sufren asma, esa posibilidad directamente se triplica.

Tres años después, con la pandemia de Covid-19 en pleno desarrollo y con más de 400 casos positivos dentro de los límites de Tucumán, la investigación del especialista en epidemiología en salud pública toma nueva relevancia debido a las denuncias que se multiplican sobre la deteriorada calidad del aire, sobre todo en los pueblos del interior, donde las fábricas azucareras y las grandes extensiones de cañaverales son parte del paisaje cotidiano, así como también el fuego y las cenizas. 



A partir del 'accidentado' inicio de la zafra de este año, -reconocido así a este diario por autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente de la Provincia (SEMA)-, vecinos de localidades como Monteros, Aguilares, Alberdi, Banda del Río Salí, Villa La Trinidad y León Rougés denunciaron públicamente la contaminación ambiental que sufren y que les dificulta hasta las actividades más esenciales. Este año, admitieron, decidieron organizarse porque entienden que la 'lluvia de hollín' que cada día cae sobre sus cabezas representa un riesgo extra para ellos y sus familias teniendo en cuenta que el virus SARS-CoV-2, contra el que se lucha en el mundo y también en Tucumán, produce un síndrome respiratorio severo agudo. 

Dos niños muestran una bolsa de hollín durante la protesta frente al ingenio Ñuñorco, en Monteros, en julio pasado. 

Según comentaron los integrantes del ‘Movimiento Civil por el Aire Limpio de Monteros’, salir a hacer las compras en el almacén o sacar a pasear a los niños en el cochecito se convirtió en un verdadero peligro para la salud. Las pruebas están a la vista, en las veredas, en la ropa extendida en la soga de la terraza y en los autos que lucen los parabrisas llenos de ceniza. También en las afecciones respiratorias y oftalmológicas que los llevan hasta las puertas de los consultorios médicos. 

Según indicaron, al padecimiento de cada año, se sumaron ahora los efectos del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) al que atribuyen cierto “relajamiento” en los controles sobre las fábricas y sobre los incendios intencionales que se multiplican a un ritmo alarmante. Según los registros de Defensa Civil, en lo que va del 2020, se registraron más de 1.000 denuncias a través del número de emergencias 103, lo que equivale a un promedio de 50 denuncias por día vinculadas a la quema en distintas modalidades. 

 

En el trabajo académico que expuso ante los especialistas en pediatría en 2017, Calli señaló que “el medio ambiente y sus contaminantes exponen a la población a factores de riesgo capaces de producir daños a la salud”. Por este motivo, en su calidad de especialista en Epidemiología sostuvo que “los efectos del medio ambiente en la salud deben ser prioritarios en las políticas sanitarias debido a su comportamiento transversal para muchos eventos de salud”.

En el marco de la investigación, se entiende la contaminación atmosférica como “la alteración de la composición natural del aire como resultado de las actividades humanas” e implica “la presencia de cualquier agente nocivo para la salud, la seguridad o el bienestar de la población”. 

Una vez definidas estas generalidades, el trabajo del funcionario de Salud se centra en los efectos de la zafra en Tucumán, cuando “los fuegos consumen grandes cantidades de biomasa, generando intensa actividad de energía calórica y espesas plumas de humo en la atmósfera” provocando “efectos adversos para la vida, el ambiente, el clima y la propiedad, tanto en forma directa como indirecta”.


Plumas de humo tóxico

La intuición de los tucumanos indica que ese aire enrarecido que Google señala como “humo” desde hace varios días en las pantallas de los celulares geolocalizados en la Provincia, no puede ser sano para nadie, ni siquiera para la rana que anticipa el pronóstico con un pañuelo en la boca en solidaridad con los tucumanos. Pero, ¿qué es lo que contiene y por qué puede ser tan dañino?.


Calli indicó en el Congreso Argentino de Pediatría que se desarrolló en esa oportunidad en la ciudad de Córdoba bajo el lema “La Niñez de Hoy. Desafío, oportunidad y esperanza” que “las grandes cantidades de hollín y humo contienen varios compuestos tóxicos”

Se refirió entonces a los óxidos de nitrógeno, a las sustancias orgánicas policíclicas y material particulado, hidrocarburos y al monóxido de carbono. En el caso de los óxidos de nitrógeno, el funcionario del SIPROSA los señaló como los responsables de la irritación en los ojos, la nariz, la garganta, los pulmones y -posiblemente- a síntomas como tos, sensación de falta de aliento, cansancio y náuseas. En el caso de las sustancias orgánicas policícilicas, presentes en el humo, los hidrocarburos pesados presentan, además, “propiedades carcinógenas”.

“La quema de una hectárea de caña agrega al medio de 12 a 20 Tn de Dióxido de Carbono (Co2) y consume alrededor de 1,2 Tn de Oxígeno (O) en el proceso de combustión”, advirtió el epidemiólogo sobre las consecuencias de la quema de cañaverales.

Por otro lado, siguiendo el trabajo científico de Torigoe (2000) sobre la influencia de las emisiones de la quema de paja de arroz en el asma bronquial en niños, Calli aseveró que “se ha encontrado clara correlación entre las emisiones de material particulado fino y efectos en la salud de adultos y niños ocasionando síntomas y episodios asmáticos más frecuentes y severos durante épocas de quema”, siendo las zonas más vulnerables las que están más próximas a los incendios.

“En un estudio se ha estimado un aumento en la concentración de Co2 de 92% sobre los valores urbanos y hasta 130% en el caso de partículas finas producto de las quemas”, argumentó citando un estudio de Cremades, Allende y Puliafito (UTN-Regional Mendoza) sobre el impacto en la calidad del aire de la quema de biomasa en el Norte Argentino.  
 

El efecto en los pulmones

En su disertación frente a pediatras de todo el país, Calli, quien integra la ‘mesa chica’ en donde se define el rumbo de la pandemia por estos días, exhibió datos para demostrar que efectivamente existe una prevalencia de síntomas respiratorios y oculares en niños que residen en ambientes contaminados por el hollín.
 

En 2011 y 2012, por ejemplo, durante la etapa de zafra, el valor de partículas en suspensión fue superior a la concentración admisible. Del mismo modo, en el período 2010-2012, cuando se estudió la prevalencia de síntomas respiratorios según periodos en escolares de Tucumán, se detectó que en época de zafra los niños tuvieron “una posibilidad mayor al doble de presentar dificultades de tipo respiratorio”

En esa oportunidad analizaron, entre otras variables, la opresión o falta de aire en lugares con humo, con polvo, con plumas, con animales; presencia de tos seca; dificultad para respirar de noche; dificultad para respirar de día y presencia de silbidos. En estos contextos adversos, “niños con asma tuvieron más de tres veces la posibilidad de presentar dificultades de tipo respiratorio”. En este punto, Calli citó bibliografía específica para describir que existe una “asociación fuerte y consistente entre contaminación del aire exterior a corto plazo y el aumento de los ingresos hospitalarios de niños con episodios de asma”.


Lagrimeo y picazón

Los efectos de la contaminación del aire también repercute en los ojos, con la presencia de lagrimeo, picazón, ardor o enrojecimiento. Así lo señaló el titular de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Provincia, apoyado en el estudio “Prevalencia de Síntomas respiratorios y oculares en época de zafra en escolares de una ciudad de Tucumán en relación a la contaminación ambiental (2010-2012)”, que lleva la firma de Calli y del actual decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), Mateo Martínez, entre otros destacados médicos de la Provincia. 



De esta investigación, realizada en la ciudad de Monteros –la misma en donde este año los vecinos salieron a protestar en plena pandemia para que el Estado ejerza controles sobre el ingenio Ñuñorco- se desprende que “en época de zafra los niños tuvieron doble chance de presentar síntomas oculares, independientemente de otros factores”. En este sentido, en la presentación se añade que “la sensación de un cuerpo extraño en los ojos y lagrimeo puede ser producido por la liberación de ceniza producto de la quema de caña”.

“Alrededor de 1.500 niños de entre 6 a 14 años habrían presentado síntomas atribuibles exclusivamente a la zafra”, según el estudio que presentó Calli en el Congreso de Pediatría de 2018, en donde expuso en representación del Ministerio de Salud Pública del Gobierno de Tucumán. 
En la etapa de conclusiones, el referente de Epidemiologìa señaló que “se detectaron efectos en la salud de los niños, en episodios agudos de contaminación inusitadamente alta”; que “se desconoce el efecto de los compuestos que permanecen estables en el aire por periodos prolongados de tiempo”; y que “tales compuestos tienen propiedades cancerígenas o generadoras de agravamiento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares preexistentes”.        
 

Controles, primero; conciencia, después

Con el objetivo de proponer soluciones a un problema de salud pública que arrastra la Provincia desde hace décadas, Calli sostuvo que las instituciones del Estado deben trabajar de manera coordinada con el sector privado. “A nivel institucional, reforzar los organismos de control para que aseguren cumplimiento de las normas existentes. Y, a nivel privado, concientizar sobre el daño que se provoca en el medio ambiente y en la salud de la población”, expuso el especialista en epidemiología de campo. A nivel poblacional, en tanto, señaló la importancia de una nueva conciencia para “minimizar los efectos perjudiciales en la salud”, trabajando, por ejemplo, “en la importancia del cuidado ambiental” con los niños.