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"No saben que hay una familia": Agostina, el coronavirus y la captura viral de Lastenia

HISTORIAS DE ACÁ

La joven es la única familiar que dio negativo y al dolor que ha sufrido tras recibir la noticia se le suma lo compartido en un grupo de WhatsApp: "Poné lo que me dijeron, poné mi nombre completo, que esa gente entienda que no puede ser así".

Agostina con su mamá y papá. Las fotos son gentileza de la joven.





Poné así, mi nombre completo: Agostina Giménez. Ya te mando la captura, que entiendan el daño que hacen, más allá de que sea falsa la noticia, poné así, con el perdón de la palabra, cómo han puesto: ‘La Agostina Giménez esa ura le dio positivo’. Así poné y que sepan que no puede ser así”.


El bendito celular que ustedes tienen en sus manos en este preciso momento que están leyendo esta nota tiene múltiples pestañas, ventanas, colores, música, fotos, mensajes, contactos, videos divertidos, lindas noticias y también pestañas que hacen arder los ojos cuando se las leen, audios falsos que ponen los pelos de punta, ventanas que mejor cerrarlas a hondazos si hace falta. 

"Cuando le dio positivo a mi familia ya todos en Lastenia sabían. Nosotros les avisamos a nuestros familiares, les avisé a algunas amistades, pero ahí fue cuando recibí capturas de mensajes de un grupo de personas: 'La Agostina Giménez esa ura le dio positivo’. Me mandaron borrado el mensaje, hablaban mal de mí, mal de mi familia, que mi tío se ha andado paseando con el virus cuando no es así, ni él sabía”.


Pendiente todo el tiempo del celular para seguir la evolución de su familia (todos están en buen estado de salud), Agostina revela en este diálogo con el diario el tucumano: “Hasta que nos pasó lo que nos pasó como familia, siempre había tenido el celular en silencio. Desde que nos llamaron para darnos el resultado, lo tengo con sonido. Creamos un grupo de la familia que está internada en el Hospital del Este: gracias a Dios están todos bien recuperándose. Aquí no fue como en Europa, que se quedaron sin camas: pese al susto, sí vemos que está controlada la situación”.


A través de ese celular por el cual Agostina habla ahora, literalmente un mundo de sensaciones ha pasado: mensajes leídos, ocultados, llamadas perdidas, recibidas, alarmas, y la maldita captura de un grupo de WhatsApp que, a diferencia de Agostina Giménez, ha borrado sus nombres: “Me da bronca no saber quiénes son. Me llegó el mensaje en el momento que estaban trasladando a mi familia: no paré de llorar en ningún momento y encima el mensaje, el escrache, los grupos, los vecinos, el trabajo. Son muchas cosas para las personas que tenemos familiares afectados por este virus como para agregarle drama”.


Es ese celular el que Agostina deja por un segundo durante esta entrevista que vos estás leyendo: le golpean la puerta, hay un susto lógico, hay resabios del trauma vivido hace apenas unas horas, el martes a la tarde, queda el miedo de preguntar quién es, qué quiere, a quién busca, pero también es aliviador cuando el que está en la puerta es otro vecino, otra vecina, con una sonrisa pese a todo y una bolsa inflada en la mano: “Me trajeron mercadería y carne para que le lleve a mi familia. Claro que también hay gente muy buena. Esa mercadería se la mando a mi familia. En la esquina tengo la carpa para dejarla. Si bien he dado negativo, estoy aislada y el único momento que puedo salir es hasta la esquina para llevar la mercadería, donde la desinfectan y la llevan a mi familia”.


“Son un par de pasos que tengo que dar con la bolsa en la mano hasta la carpa donde me reciben la mercadería para mi familia. Pero salgo bien protegida: con barbijos, guantes y mucho alcohol encima. Además del celular en la mano, ando con el botecito de alcohol todo el tiempo. La primera vez que salí en la cuadra, sentí que todos me miraban, como si yo o mi familia tuviéramos la culpa de haberse contagiado. Además de la captura esa me han llegado muchos rumores y mensajes de gente mala que habla sin saber: que cómo no hemos sido precavidos, que nosotros no tenemos culpa, que tengo coronavirus. Eso está mal. Cuando mi tío dio el primer positivo de mi familia, por supuesto que le dije a mi jefe, me tranquilizó que me quede en mi casa. Todo el tiempo me llama”.


Así como César le contaba a este diario que nadie quiere recibir ese llamado, Agostina profundiza en detalle el momento: “El martes a la tarde, seis y media, siete, sonó el teléfono. Te preguntan: ‘¿Cómo estás? ¿Cómo te sentís?’ Y ahí te dicen: ‘Mirá, diste positivo, en una hora te pasamos a buscar’. Te dan tiempo para que preparés tus cosas, te duchés. Te preguntan: ‘¿Ahí también vive tal y tal? Ustedes también dieron positivo. En cambio, Agostina dio negativo’. Así te dicen. Cuando mi mamá recibe la llamada, lloraba. Le fue diciendo a mi papá y a mis hermanos. Yo he sido la única que ha dado negativo: yo lloraba todo el tiempo, no podía creer lo que estaba pasando. Me iba a quedar sola. Cuando vino la ambulancia a buscarlos, me sentía re mal, nunca en mi vida me quedé sola, nunca ni siquiera me he ido de vacaciones”.


¿Cómo empezó todo? “Yo vivo a dos cuadras de la primera familia que dio positivo, de lo que se cree que es el primer caso. Mi tío Luis es amigo del señor. Él y su mujer se hicieron el hisopado el sábado y el domingo les salió el resultado positivo. Mi tío, su mujer y sus cuatro hijos viven en el fondo de mi abuela. Todos dieron positivo. Y delante de la casa vive mi abuela con mi otro tío, la mujer y sus hijos. Todos dieron positivo. El único que no dio positivo era mi primito: dicen que que no dio positivo porque el organismo de cada uno actúa distinto. Lo mismo pasa conmigo que dí negativo: nos hicimos todos el test porque mi abuela viene a mi casa. Vivimos a la vuelta. Yo he estado más que nada con mi abuela, pero no me contagié, por eso te digo que todo es relativo. Cuando esperábamos los resultados, yo pensaba: ‘Sí me va a dar positivo’. Y mi papá decía: ‘A mí no, no estuve mucho con ellos’. Y se dio al revés de lo que creíamos”.


Mientras otro vecino aplaude bajo el sol del mediodía que rompe de a ratos la tensión en Lastenia, Agostina vuelve a abrir la puerta y pide unos segundos más antes de terminar la nota, de colgar el celular, de dejarlo con sonido sobre la mesada mientras desinfecta cada cosa que toca: el celular, las bolsas con mercadería, el piso, los picaportes, la taza, el plato, aunque recién hoy está recuperando el apetito: “El primer día no he comido nada: no tengo hambre, es raro porque soy de comer. Lo mismo me pasa con el sueño: la primera noche no he dormido nada, me he despertado a las cinco de la mañana llorando. Los extraño mucho, soy mucho de estar con ellos”.


Rodeada de bidones de Lisoform, mientras evoluciona favorablemente el estado de salud de la familia de Agostina, la confianza en los médicos tucumanos y los rezos de la joven están centrados en su madrina: “Tiene cáncer y estamos esperando el resultado del hisopado que se hizo el hijo de ella. Estoy rogando que le dé negativo”, anhela Agostina, quien tuvo la valentía de salir al cruce de todos en las redes sociales con una foto compartida por familiares que viven la misma situación que ella. La foto del mensaje es una bandera que dice: “Tener COVID no es un delito. No discrimines. No juzgues. No divulgues. Apoya a la persona que padece. No sabes cuándo te tocará a tí”.


“Cuando me mandan esa imagen de la bandera, mi mamá me pedía: ‘No llorés, Agostina. No llorés porque nos vamos a ir mal’. Te juro que lloraba de la bronca, necesitaba desahogarme: que la gente escuche, que la gente que ha hablado mal de mí, de nosotros, que vean el daño que nos han hecho. Mucha gente me pidió: ‘Ignoralos, son gente ignorante’. Ya pasó: tengo que pensar en mi papá. Entre 14 y 17 días van a pasar hasta que nos volvamos a reunir. Ayer fue el día 1. El más difícil, pero ya pasó. Todo va a estar bien. Lo deseo y así será”.

Agostina con sus hermanos y su sobrinito. Toda su familia evoluciona favorablemente.

El virus del virus: la captura de un grupo que atacó a Agostina.