Top

Viajó por trabajo, lo agarró la cuarentena y ahora cartonea para volver a Tucumán

VARADO Y DESESPERADO

Rodrigo Pizarro tiene 36 años y una hija de un mes y medio que lo espera en el barrio 11 de Marzo. Vive al día bajo un puente, juntando dinero y aguardando una salida. Nunca se enteró de los colectivos que el Gobierno tucumano contrató para repatriar comprovincianos –como él– varados en Buenos Aires.

Cartonero en Buenos Aires. (Foto ilustrativa que pertenece al sitio La Pulseada)





“Estoy trabajando con un carro para ver si puedo juntar algo de plata para mañana”, cuenta Rodrigo Pizarro, tucumano de 36 años varado en Buenos Aires desde hace dos meses, en diálogo telefónico con eltucumano.com. Allí, en una de las numerosas calles del barrio Floresta, pasa los días caminando en busca de changas y las noches recorriendo las esquinas en busca de cartón, con un carro prestado, para juntar unos mangos que le sirvan para comer y volver a Tucumán. Aquí, en el barrio 11 de Marzo, lo esperan su madre, su pareja y su hija de un mes y medio, la pequeña Jazmín.

Rodrigo viajó a la provincia bonaerense en busca de trabajo. Realiza trabajos de electricidad y de albañilería, pero la económica lo llevó a tomar la decisión de emigrar en busca de mejores posibilidades. Fue entonces que la cuarentena lo tomó por sorpresa y le impidió regresar a tiempo con su familia.

“Yo estoy solo, trato de no estar con nadie porque no quiero perder lo poco que tengo”, cuenta Rodrigo, que mientras habla cuida una pequeña valija en la que guarda algo de ropa, y una mochila donde resguarda toda su documentación personal. “Yo estuve hace un tiempo acá, estuve trabajando y por lo que estaba pasando me volví a donde mi mamá. Después no me quedó otra que venirme de vuelta”, recuerda Pizarro, quien ya había vivido durante siete años en Buenos Aires antes de volver a Tucumán definitivamente.

“Aquí me están ayudando dos abogados que han tratado de contactarme con gente del Gobierno tucumano, pero lamentablemente no han tenido éxito”, se lamenta Pizarro, que al enterarse que para regresar a la provincia ahora por disposición del Comité Operativo de Emergencia (COE) deberá presentar un hisopado negativo –estudio que cuesta alrededor de $6.000-, vuelve a hacer cuentas sobre el dinero que pretendía reunir. “Dependiendo del tipo de cartón que junte, puedo hacer entre $200 y $500 al día”, explica.

El carro que usa Rodrigo para juntar cartones es prestado. Don Luis, de una cooperativa que funciona en barrio Floresta, le permite usarlo por las noches sin cobrarle nada. Sabe por lo que está pasando y lo deja entrar al baño del lugar para asearse. A veces también le da algo de comida. Cuando ya no da más, ya casi de madrugada, se echa a dormir debajo de un puente, que lo protege parcialmente del frío y la lluvia. Su situación es desesperante.

Hace unos días, a través de los medios, Rodrigo se enteró de los siete colectivos que arribaron a Tucumán, contratados por el Gobierno provincial para repatriar a casi 400 tucumanos varados en Buenos Aires. Antes de eso, asegura que nadie le avisó nada. “Cuando salieron los colectivos yo no sabía nada, yo le pregunté a medio mundo, nadie sabía nada; cómo puede ser que haya gente que sepa cómo irse y yo que me estoy cuidando de hacer bien las cosas no pueda regresar, no tiene sentido”, reclama.

“Yo necesito volver, me quiero ir. No estoy tranquilo, no estoy enfermo, no siento dolor de cuerpo, ni fiebre, no tengo síntomas; lo que sí tengo son los nervios de punta”, demanda Rodrigo, desde barrio Floresta, después de dos meses de estar lejos de su familia.