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"Me dejaron a pie": el golpe a Daniel, el querido mozo tucumano

HISTORIAS DE ACÁ

Su historia emocionó a todos el año pasado cuando lo rechazaban para trabajar por su edad. Ahora que empezaba a salir adelante, la desgracia.

Daniel Mendoza, mozo tucumano.





“Estuve tres meses sin comprar comida para ahorrar. Comía lo que me daban en el bar. Tenía una plata ahorrada para ir a Rosario, pero no. Mi familia me ayudó, fui a Yuhmak y compré la moto. Estoy mal”.


Daniel Mendoza es el mozo tucumano que sensibilizó a todos el año pasado cuando le contaba a el tucumano su historia: “Estaba sin trabajo. Iba a los bares y a las cervecerías nuevas. Pero la respuesta siempre era la misma: me decían que estaba grande para el puesto. Tengo 56 años”.


Sus palabras llegaron al corazón de Ariel Guzmán, quien tiene la concesión del bar en la Facultad de Bioquímica. “Me llamó, nos emocionamos juntos, empecé ese mismo fin de semana con un servicio en un salón de fiestas y luego en el bar. Todas las mañanas a las 7 iba en la moto”.


Daniel Mendoza había sido servimoto entre 2000 y 2006: “Hacía el invierno acá y la temporada de verano en Mar del Plata. Y ahora me servía la moto porque en el anuncio del año pasado yo aclaraba que tenía movilidad. Eso es importante para hacer cadetería, llevar el delivery. Ya había trabajado en Bulo’s y, cuando pase toda la cuarentena, pensaba sumar la cadetería al trabajo del bar”.


Daniel es el hincha número uno de Rosario Central en Tucumán: lo primero que hizo fue decorar su moto con el escudo del centenario del club. Y el famoso Canaya inmortalizado por Fontanarrosa. “Había ido a buscar unos remedios a la calle Viamonte primera cuadra. Tomo para la diabetes y para la taquicardia. Me invitaron a comer cuando le sonó el teléfono a mi jefe, que vive ahí". 

"Le dijeron en el grupo de vecinos de WhatsApp: ‘Están merodeando dos, vaya a ver la moto’. Me dio la llave para bajar, pero cuando llegué, la moto ya no estaba. Le rompieron la traba y se la llevaron. Enfilaron para la Cootam. Está el video, pero no se les ve las caras. Me dejaron a pie”.


Daniel debió reforzar la medicación en el acto: “Trato de no hacerme mala sangre por la presión, pero ando golpeado. Pensaba volver a trabajar en la cadetería. Hay muchos veteranos que hacemos este laburo, porque no queda otra. Los chicos también lo encontraron como una salida. Mataron a un joven del bar Los Eléctricos. Eso me decía mi jefe: ‘Por suerte no te pasó nada, Daniel’. Ya hice la denuncia. Me preguntaron en la comisaría: ‘¿Qué iba a hacer?’ Ahora me estoy yendo a buscar el papel. Ojalá aparezca”.