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Busca a La Turca, una famosa prostituta de El Bajo que sería su abuela

Historias de acá

Belén Caldas empezó una investigación para seguir los rastros de quien sería su abuela biológica y todos los caminos conducen hacia “La Turca”, una mujer mayor que solía frecuentar la zona de El Bajo acompañada de su perro. La historia de un secreto familiar oculto durante décadas y la búsqueda de su propia identidad.

La mirada de Belén, quienes la conocieron dicen que se parece a La Turca.





Esta es la historia de un secreto que su familia adoptiva ocultó durante décadas; la historia de un hombre que lleva más de la mitad de su vida buscando su verdadera identidad y también de la lucha de su hija por conocer sus orígenes. Es una historia a la que le faltan muchas piezas, pero, en esa maraña de relatos incompletos con lugares, momentos y personajes que se enredan, la punta de ese ovillo genealógico nos ubica años atrás en Tucumán, con más precisión en la zona de El Bajo. Hay que viajar en el tiempo, cuando esa parte de la ciudad todavía era el centro neurálgico que albergaba a los trabajadores que llegaban desde el interior de la provincia. Hay que imaginar la bulla, los comercios atiborrados de novedades, los pequeños hoteles, las oportunidades y los vicios, todos concentrados en ese mismo lugar. Y ahí, a una mujer portentosa y de belleza cautivante que ejercía la prostitución y que todos conocían como La Turca. Hay quienes aseguran haberla visto no hace muchos años atrás, ya mayor y cansada, pero con el aura de su mito intacto. Siempre sentada en el umbral de un viejo hotel y acompañada por un pequeño perro. Hasta ahí llega el hilo que ahora persigue Belén Caldas a través de las redes sociales. Le han dicho que La Turca puede ser su abuela y ella no quiere morir con la duda, aunque eso signifique revelar el secreto mejor guardado de su familia. 

Si esta es su historia, comienza con un amor prohibido. El de Conrado Caldas, a quien llamaban como “El Ñato” o “El Negro”, y una renombrada prostituta que era conocida como La Turca, acaso por sus grandes ojos felinos y rasgados, quizás, por ser portadora de una belleza que se percibía como exótica. Fruto de esos amores signados por la clandestinidad, habría nacido Luis Carlos Caldas el 2 de noviembre de 1961, según figura en su documento, aunque sospechan que podrían haberlo anotado algunos días o semanas o meses más tarde, lo cual no era nada extraño en aquella época. A los pocos días de nacer, Luis Carlos fue llevado por su padre en tren desde Alderetes hasta Buenos Aires. Allí, María Vicenta Ruíz, esposa de Conrado, lo crio como su hijo. Poco antes de cumplir los treinta años, Luis Carlos se enteró que ella no era su madre biológica. Conrado murió cuando él era muy joven y María Vicenta decidió llevarse ese secreto a la tumba. 

Esa es la historia, acaso su propia historia, que pudieron reconstruir Luis Carlos y su hija Belén desde Buenos Aires, gracias a algunos datos aportados por unos familiares que viven en Alderetes. En 2010, el padre de Belén inició una búsqueda que no arrojó mayores resultados, aunque todas las pistas continuaron apuntando hacia La Turca. Ahora, una década después, es su hija de 23 años quien volvió a insistir a través de las redes sociales para revelar su verdadera identidad. “Mi papá se creó una cuenta de Facebook, pero él no entiende mucho de redes sociales y no quiere que lo contacten porque se pone muy ansioso con este tema. Yo siempre tuve la intención de seguir buscando a mi abuela, por eso lo estoy ayudando”, revela la joven que usó su cuenta en la red social para transmitir el mensaje de su padre: “Busco mi identidad hace muchos años, necesito saber quién soy, es mi derecho y me lo han quitado todos estos años de vida. No juzgaré a nadie, si alguien me aporta un dato aunque sea mínimo... aseguro discreción. Sólo quiero decirle a mi mamá si está viva que la estoy buscando. Quizás me lea algún hermano, sobrino, tío, alguien que haya conocido una historia similar... les pido ayuda”. 

A los pocos días de iniciada la búsqueda en distintos grupos de Facebook, Belén empezó a recibir algunos datos reveladores. Lo primero que la sorprendió es que muchos de los mensajes insistían en el parecido físico con su supuesta abuela: “Todas las personas que me contactaron me dijeron que me parezco a esta mujer que vivía en el hotel charcas, en la zona de la nueva terminal de ómnibus. Me dicen que se parecía mucho a mí”. Aunque también le llegaron algunas noticias que no son muy alentadoras, ya que muchos de estos mensajes aseguran que La Turca falleció hace un par de años atrás. “Te soy sincera, no tengo muchas esperanzas de que siga viva, pero es algo que tenemos pendiente como familia y sanaría todo lo que pasamos como familia todos estos años”. La esperanza está puesta en dos supuestos hijos de La Turca, un hombre y una mujer, que serían sus tíos. Según le informaron, el hermano de su padre viviría en San Cayetano, mientras que la hermana estaría casada con un policía. Apenas algunos indicios, nuevas piezas de un rompecabezas todavía inconcluso. 


Le contaron que La Turca vivía en el hotel Charcas (ubicado al 50 de la calle del mismo nombre, al frente de la nueva terminal de ómnibus) y que solía vérsela en la puerta del antiguo hotel Abril, en la primera cuadra de la avenida Benjamín Aráoz, el corazón mismo de El Bajo. Que solía frecuentar el bar El chavo. Y que siempre estaba acompañada por un pequeño perro, acaso un cocker spaniel, un pequinés o un caniche. Todos coinciden en que era bella y que la esencia de esa belleza se conserva en su propio rostro. Para Belén en esa historia velada a lo largo de los años, está en juego su identidad y la de su padre: “Para mí es muy importante, creo que es una forma de cerrar algo porque yo siento que estoy parada en el tiempo. Quedé detenida en el tiempo”.

¿Por qué el secreto guardado durante tanto tiempo con tanto recelo? ¿Era el oficio de su supuesta abuela lo que escandalizaba a los suyos? ¿Había algo más? Belén tiene su propia hipótesis al respecto: “No creo que se trate de un prejuicio con ella. Por lo que me cuentan, La Turca era una persona muy respetada y muy educada. Lo del secreto familiar es algo de la mamá de crianza de mi papá. Ella siempre quiso tener esa figura de madre, creía que mi padre la iba a abandonar. Creo que fue el miedo y el egoísmo de no querer que mi papá se aleje de su lado. Este es el típico pacto familiar de hace muchos años de no revelar el secreto. Es algo horrible porque es robar la identidad de una persona”. 

Belén entonces era muy pequeña, pero todavía recuerda la angustia de aquella búsqueda fracasada hace diez años atrás cuando se quedaba junto a sus padres a esperar que sonara el teléfono con alguna novedad, algún rastro que llevara a Luis Carlos hasta ese verdadero origen que se le había ocultado y que todavía sigue martirizándolo: “Me acuerdo de estar viendo Buscando a Nemo con mi papá y que se largaba a llorar como un niño. Creo que todavía está eso en mirarse todos los días al espejo y no saber a quién se parece. Eso tiene su cuota de tristeza en el día a día. Yo creo que sinceramente mi papá no ha vivido porque haberse enterado de esto de grande lo derrumbó, él cayó en adicciones después de enterarse de esta noticia y yo acompañé en todas esas etapas. Llegar a saber la verdad sería levantarse y no tener nada pendiente”. 

Muchos de los caminos que han recorrido para alcanzar esa verdad tan deseada han terminado otras veces en la nada, es por eso que Belén no quiere emocionarse ni adelantarse a los hechos. Sin embargo, se sincera y dice que lleva años imaginando la llegada de este momento: “Siempre digo me encantaría llegar a la verdad. Si se confirma que es verdad, que ella es mi abuela y que tengo tíos, me tendría que tomar un tranquilizante porque se me explotaría el corazón. Es tanta la emoción que lloraría, no podría hablar, no sé, de sólo imaginarlo, se me para el corazón. Siempre mantuve lo mismo, si es que es finalmente familia nuestra, imagino que estarán abiertos a aceptarnos. También me dijeron que esté preparada para que ellos no quieran hablar o saber de nosotros. Pero siempre me mantuve positiva, siempre imaginé el encuentro de una forma feliz”. Por eso, la joven agradece a todos los que le han brindado datos para continuar su búsqueda y pide que aquellos que tengan alguna información se contacten con ella a través de su cuenta de Facebook.

Luis Carlos Caldas tiene 59 años y ha vivido más de la mitad de ellos sin saber quién es su madre biológica. Belén espera que lleguen buenas noticias desde Tucumán y que su padre al fin pueda cerrar su historia personal y ella reconocerse en el bello rostro de su abuela.