La historia del hombre que cambia su BMW por alimentos para los comedores
Historias de acá
Alfredo Aydar es abogado y puso a la venta un auto valuado en 800 mil pesos para comprar mercadería y ayudar a los comedores que hacen frente a la pandemia en los barrios populares de la provincia. “Lo hago porque lo siento, no puedo mirar para otro lado”, dice el referente de la agrupación Tucumán Solidario.

La máquina alemana que el abogado permuta por alimentos.
“Hay que dar hasta que duela”, reza la frase que inmortalizó la Madre Teresa de Calcuta. En el apellido de Alfredo, la interjección de dolor está pegada al verbo dar: Aydar. Pero a este abogado santiagueño de 48 años afincado en Tucumán no le duele desprenderse de su flamante BMW 323 modelo 2007, un auto de alta gama valuado en alrededor de 800 mil pesos. No le duele porque siente que esa es la manera de dar una mano a los que más la necesitan en estos tiempos de pandemia. Por eso, está dispuesto a destinar todo el dinero que obtenga de la venta del vehículo a comprar insumos para los merenderos y comedores que funcionan en los barrios más carenciados de la provincia. O bien, cambiarlo directamente por alimentos. Lo que a muchos le suena a locura, para él no es más que convicción: “Sé que suena fuerte porque es un BMW, pero ya tiene trece años y cuando veo que hay una necesidad, no dudo. Los de la agrupación somos el nexo entre la necesidad y la solución y a la solución la voy a conseguir como sea… si tengo que reventar el auto, televisor, lo que sea. No me importa”.
Hijo de una madre maestra y de un padre comerciante, Alfredo Aydar se vino cuando era adolescente desde la pequeña localidad de San Pedro de Guasayán, en el límite entre Santiago del Estero y Catamarca, hasta Tucumán con un sueño de progreso en la valija. Buscaba hacer la América y la América que tenía más a mano era esta provincia. Trabajó de cadete en una carnicería y como cajero del bingo mientras estudiaba abogacía. Después de su turno que arrancaba a las seis de la tarde y terminaba a las seis de la mañana del otro día, pasaba de largo sin dormir hasta la facultad. Tras años de esfuerzo logró recibirse. A ese esfuerzo le sumó dedicación profesional y empezó a forjarse una exitosa carrera como abogado. Hoy tiene su propio estudio al que conduce junto a Silvia, su hermana. Le va bien. Mucho mejor de lo que soñó cuando se vino con una mano atrás y otra adelante, como dice el popular proverbio. “Soy soltero, vivo bien y todo lo que tengo me lo he ganado laburando”, sintetiza.
“¿Cómo no voy a devolverle algo a la sociedad? Si hay gente que la pasa mal y le puedo dar una mano cómo no lo voy a hacer. Es un razonamiento que por ahí cuesta porque hay un egoísmo muy grande en la sociedad que, de a poco, se va rompiendo. No se trata de una cuestión ni clasista ni económica, sino humana”, reflexiona el abogado que asegura haber encontrado en la solidaridad una filosofía de vida. De hecho, no es la primera vez que Alfredo se carga el equipo al hombro para ayudar a los demás. Lo ha hecho en las últimas inundaciones que sufrió el pueblo de Lamadrid cuando llevó alimentos a las familias anegadas. Lo hizo al recolectar más de 200 sillas de ruedas que acondicionó y repartió en Salta, Santiago y Tucumán. Lo hizo cuando supo de los muertos por desnutrición en las comunidades wichís salteñas y se fue hasta allá haciendo 1600 kilómetros entre ida y vuelta con la camioneta cargada de donaciones. Y después volvió, esa vez, con un camión, una camioneta y un auto, todos cargados de alimentos para asistir a 600 familias del lugar. Y ahora que la pandemia de coronavirus azota a la sociedad, lo ha hecho de nuevo.

Pero no está solo y Alfredo se encarga de dejarlo en claro. Todo empezó con un grupo de diez amigos unidos por el mismo afán de ayudar y hoy son más de 150 las personas organizadas en la agrupación Tucumán Solidario. Ayuda que trascendió las fronteras provinciales y lo llevó a organizar al grupo Santiago del Estero Solidario. “Yo vendría a ser el Donald Trump de la agrupación. Si es que no consigo la plata, la pongo. Si tengo que vender algo, lo vendo”, dice entre risas para dar cuenta de su sentido pragmático. Explica que así como él lo hace, hay muchos empresarios tucumanos que suelen aportar a la causa y también algunos políticos. Además, mucha gente humilde que le pone el cuerpo a esta movida solidaria como las personas que ahora se pasan hasta doce horas por día cosiendo barbijos en sus casas para donar al personal de la salud y a los miembros de las fuerzas de seguridad. Ya llevan donados más de 13.000 barbijos y 400 máscaras en toda la provincia. Además de batas hospitalarias y alcohol en gel. En estos momentos están fabricando alrededor de 20.000 barbijos más. “Donde el político se insensibiliza con la gente, ahí estamos nosotros”, dice de manera tajante.
“Ahora hemos tomado el desafío de asistir a toda la provincia a través de los comedores y merenderos de los barrios humildes. Después de la pandemia seguiremos ayudando porque la necesidad es mucha.”, explica cuál es el objetivo que lo moviliza a vender o permutar su auto para poder adquirir alimentos y elementos esenciales según lo publicó en su cuenta de Facebook. Al BMW 323 lo adquirió hace aproximadamente un año a manera de inversión y, aunque no llegó a disfrutarlo demasiado, no tiene ningún problema en desprenderse de él para brindar ayuda: “Ya la venía pensando porque sabía que en algún momento se iban a terminar las donaciones y yo no voy parar, voy a seguir. El auto está impecable, pero total es plata, en vez de venderlo para ir de vacaciones, lo voy a vender para ayudar a comedores. Imaginate, en la Banda del Río Salí hay un comedor que les da de comer a 580 personas por día ¿Cuánto me va a durar el BMW? Toda ayuda, es poca”. La iniciativa recuerda al gesto que tuvo de Juan Marcelo Cruz en abril de 2017 cuando las inundaciones golpeaban a los habitantes del sur de la provincia y él decidió vender su moto para, con lo recaudado, comprar alimentos para las familias anegadas.
Según confiesa, toda esta iniciativa solidaria surge como una forma de dar respuesta a la incapacidad o insensibilidad social que ve en muchos políticos tucumanos: “Me sorprende enormemente la inacción de muchos legisladores y te avergüenza ver que en esta situación, que es cuando más deberían estar, muchos se hacen los pelotudos y desaparecen. Mostrame un político pobre o de clase media, todos son multimillonarios. Creo que la clase política no está a la altura de las circunstancias, este es el momento en que tenés que asistir con todo el poder del Estado, no pueden ser acciones aisladas. Yo a esto lo hago porque lo siento, no puedo quedarme en mi casa y mirar para otro lado”.

Alfredo es el único peronista en una familia de estirpe radical. Se crio con los cuadros de Perón y Evita colgados en las paredes y con su ejemplo de justicia social: “A mí lo que me conmueve mucho es la acción de Eva y Perón, la justicia social. Reconozco que el peronismo tiene sus lados oscuros como lo tiene la iglesia católica. Por eso te digo que no creo que haya un tipo más crítico del peronismo que yo”. Aclara que la agrupación Tucumán Solidario no hay banderas partidarias ni discusiones políticas, a todos los une el mismo afán de ayudar a los demás. “Yo soy militante en función de la necesidad de la gente”, define el abogado.
“Todos dicen que quiero ser candidato a algo, pero nada que ver. Yo lo hago porque si puedo dar una mano, la voy a dar”, explica y marca la cancha acerca de qué es aquello que lo mueve con más potencia que cualquier auto de alta gama. Entonces, rebusca un rato en su memoria hasta dar con el ejemplo que mejor grafica lo que quiere ilustrar: ¿Sabés lo que es llevar 100 tortillas y que haya 101 chicos? Esas son las cosas me movilizan. Ver comer a un niño es algo que no tiene explicación. O la alegría de los médicos cuando les hemos dado las máscaras. Ningún esfuerzo es mucho para quien necesita, cada vez que salís vez que las necesidades son más. También creo que hay que hacerle ver a la gente que uno no es el Estado. Yo lo único que les pido es que también hagan algo, que se ayuden entre ellos, que no sean egoístas, que contagien solidaridad… Si hay un pan, lo partimos y comemos todos”.
