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Un final triste para el monumento al sánguche de milanesa

Historias de acá

Lo habían vandalizado, pero luego desapareció del predio donde había sido emplazado. Y ahora el escultor de la obra, Sandro Pereira, cuenta qué le pasó. "Siento que todos hemos perdido una obra".

Homenaje al Sánguche de Milanesa, de Sandro Pereira, antes de su destrucción.





Han pasado cuatro años y a Sandro Pereira aún le duele cuando recuerda que su escultura “Homenaje al sánguche de milanesa” ha sido destruida.

En la última foto que circuló de la obra de arte se la vio con el brazo izquierdo y el sánguche destrozado. Había perdido la pintura, estaba descascarada y una mancha cubría el cartel que llevaba el nombre de la obra y de su autor.

Eso muestra la foto. Pero poco tiempo después, también dañaron la cara del niño redondito y blanco que comía el alimento insignia de Tucumán. Con una masa y con piedras, habían destrozado la escultura, pero aún estaba ahí.

La habían emplazado en 2013, al aire libre, en un predio ubicado junto a la sanguchería La Papelera, en la esquina de Mate Luna y Pellegrini. El sitio entonces estaba descubierto y, pese a que es privado, parecía un espacio público, una plaza, donde las personas podían ver la obra desde la vereda. 


Pero luego rodearon el descampado con cartelería publicitaria, y el homenaje al sánguche de milanesa quedó adentro, sin que nadie lo notara de día y sin iluminación en la noche.

Hasta 2016 permaneció así, dañada. Luego desapareció y desde entonces pocos sabían dónde estaba.

Sandro Pereira dice que pidió fondos para repararla y que no los obtuvo, así como tampoco había conseguido un lugar público para emplazarla. Y entonces, en un acto que aún le duele, firmó la destrucción la de obra.


“Lo firmé porque estaba tan rota... si no hubiese firmado se iba a seguir rompiendo sola. Lo firmé porque parece que hay gente que no le importa. Había puesto mucho laburo, había donado esa escultura a Tucumán. He firmado con mucho bajón”, dice Pereira, sentado en una de las sillas de la facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán.

Y se lamenta: “Esto era parte del arte callejero, tenía esa posibilidad que alguien vaya y la rompa. Esa escultura que estaba en la plaza era mía y de todos. Por eso no siento que alguien me deba una obra; siento que todos hemos perdido una obra”.

El artista criticó también a Turismo, organismo que participó en la inauguración del Monumento, y a la Municipalidad, a quien le pidió colaboración para ubicarla: “no me dieron ningún apoyo”, afirma.


La escultura al sánguche de milanesa nació a fines de los años 90, luego de que Pereira conversara con un amigo sobre las críticas estadísticas de la desnutrición en Tucumán. “Pensé en un niño alimentándose y lo asocié con el sánguche de milanesa, imágenes precolombinas, los menires. Todo esto incorporé a la escultura”, recuerda Pereira, artista reconocido, de contextura robusta y de hablar pausado.

La construyó, se fue a vivir a Buenos Aires y le fue bien. Esa obra fue expuesta en el Arte BA, como presentación de un artista emergente. Y el presidente de la sala, Juan Cambiaso, la compró por diez mil dólares. Esa estatua quedó allá, en un patio de Buenos Aires.  

Luego de diez años de carrera en Capital Federal, donde alcanzó prestigio internacional, Pereira volvió a Tucumán a fines de 2009.

Y para ese entonces el Mocho Viruel, productor de eventos y guionista de tele, ya tenía en mente la primera Expo Milanga, una celebración donde se rendiría culto, con descuentos y premios, al sánguche de milanesa.

Fue él quien le tiró la idea de tener la escultura acá. Y Sandro propuso hacerla otra vez y para que quede en la vía pública. Consiguieron un poco de apoyo de empresas privadas, materiales y algo de dinero, y el artista pasó cinco meses en su taller, dándole forma al niño blanco con su sánguche en la mano. Hasta que estuvo lista. 


El Mocho cuenta que completó todos los requisitos formales para ubicar la estatua en la vía pública, pero nunca se lo autorizaron.

Entre los lugares que habían pensado, se encontraban en la platabanda frente de la histórica sanguchería Chacho, en la rotonda de Perón y Camino del Perú, en la plazoleta Dorrego, pero ninguno prosperó. “Entonces conseguimos a la par de La Papelera”. Y ahí lo llevaron en 2013.

“A los seis meses empezaron a dañarla”, dice el Mocho. “Pero me encantaría que la tengamos de nuevo”, agrega, se ilusiona.  

Y Pereira dice: “No se si la haría de nuevo. De mi lado, gastar dinero y trabajar gratis sin ningún reconocimiento no vale la pena. Tengo un hijo, una vida que hacer. Gratis no la haría de nuevo”.