¿Quién le levanta los anteojos a Riera?
PASEO HISTÓRICO
Casi todos los días, alguien violenta la estatua del ex gobernador tucumano que recibió la Democracia, y la escultura ya ha sufrido daños. Un artesano del paseo histórico dice saber quiénes son los responsables.

Ahí no van.
Los anteojos del monumento al ex gobernador Fernando Pedro Riera, algunas tardes, aparecen en su frente, y entonces, el artesano Raúl Véliz llama a una agente de Policía para que los ubique en su lugar. Y la historia se repite una y otra vez.
“No los pongo yo donde van porque la gente que me vea con las manos sobre la estatua puede pensar que le estoy haciendo daño. Y no, los que hacen el daño son los estudiantes cuando salen de la escuela. Parecen un torbellino cuando pasan por acá”, dice Véliz, quien comenta que con el receso escolar ha disminuido las veces que la estatua fue violentada.
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El monumento está ubicado en la esquina de 24 de septiembre y Congreso, donde inicia el Paseo de la Independencia, y fue inaugurado hace cinco años, el 10 de diciembre de 2014. “Aún tenemos mucho que aprender de Don Fernando”, había dicho ese día su secretario privado, Rodolfo Centurión.
Las gafas de la escultura están atornilladas por sobre la oreja y la falta de rosca permite que se las pueda subir hasta la altura de la frente o bajar sobre la nariz, en su lugar original. Y quienes saben esto, no han dejado de subirlas y bajarlas.
El movimiento ya ha dañado la escultura en sus parietales y también abolló los anteojos de marco grueso que recrean a los originales que usó el ex gobernador peronista, tres veces elegido por el voto popular (en 1950, en 1962, cargo que no pudo asumir tras la intervención federal de Frondizi, y en 1982, cuando se convirtió en el gobernador que retornó con la Democracia).

Desde hace cuatro años, el artesano Véliz ubica a la par de la escultura el paño donde ofrece las billeteras de cuero: “Ya le robaron un par de anteojos. Y también le habían puesto flores. ¿Sabés cuánto duraron las flores? Tres días duraron. La gente no cuida. La Municipadad arregla, pero la gente no cuida”.
En la esquina casi siempre hay una agente de Policía, pero los subibajas de anteojos quizás son más rápidos que su vista. Al decir de la misma agente, “unos picaritos que se hacen los vivos”.