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¡Qué fiesta, estudiantes! Más de 2.000 personas bailaron en los patios de Filo

Ya llegó la primavera

Al aire libre y con 23 grados durante la siesta tiraron pasos hasta que se hizo de noche. Celebraron su día y además juntaron donaciones para los trabajadores de Luque.





El viento apenas mueve las flores rosas de los árboles del patio del frente de Filosofía y Letras, y bajo sus copas cientos de estudiantes bailan, se abrazan, beben, hacen trencitos y se ríen. Hay fiesta. Y el clima ayuda. En el primer día de la primavera, la temperatura de la siesta es muy agradable: 23 grados.

A las 14 se abrieron las puertas y el ingreso se mantuvo hasta las 17.30, cuando, según calcula la presidenta del Centro de Estudiantes, Guadalupe Fernández (de La Bolívar), habrán llegado más de 2.000 personas para celebrar el Día del Estudiante al aire libre, en una fiesta histórica que se celebra desde 1983.


Ahí están, entonces, muchas chicas con glitter en el rostro (esa brillantina de colores), chicos con remeras vueltas puperas, un petiso con un collar de papel, chiques que bailan con latas en la mano, otres arriba de la mesa, gafas de sol, camisas coloridas, vinchas con flores; se divierten; una muestra que se repite en las tres pistas del baile de esta facultad de la Universidad Nacional de Tucumán.  


También hay carteles pegados en los troncos de los árboles: “Tu homofobia no es chiste”, “El contacto indebido es acoso”, “No tengas miedo de decir no”.  Y banderines. Y chicas como Alien Andrada y Lucía Simns, estudiantes de odontología, que por primera vez participan de esta fiesta: “El año pasado no vinimos y nos dijeron que estaba buenísima. Y está buenísima”, dicen.

La música suena fuerte y si uno se mueve de patio, los ritmos son parecidos: cumbia, cuarteto y reguetón. Bailan en rondas, flexionan las rodillas, se ponen cerquita. Se divierten. Bailan en pareja, bailan solos. Bailan solas. Y todas las personas que bailan sonríen. “Bailar es disfrutar y bailar es resistir ”, dice Guadalupe. Y se va a bailar con una flor blanca en la oreja.  


Si se lo compara con algún lugar bailable, los precios son baratos: “Escabio a precio popular”, aclaran en la barra de una de las 9 representaciones estudiantiles, organizadoras de la fiesta y que venden bebidas en el predio. Una lata de cerveza $60, el vaso grande de vino a $50, dos fernet grandes por $180.

Los asistentes no pagaron entrada, pero debían llevar un alimento no perecedero que será donado a los trabajadores suspendidos del supermercado Luque.  



Los árboles, el aire libre, el viento del Parque, el retrato de Paulina Lebbos en la pared, el patio donde se han estudiado decenas de miles de materias y la alegre apropiación del espacio por parte de los estudiantes contribuyen a que el baile sea único.

“Queremos que esta fiesta sea emblemática por eso el cuidado en la organización”, destaca Natalia Serrano, de La Bolívar. Además de las organizaciones y agrupaciones estudiantiles participaron del sector No Docente y el Decanato de la Facultad.


Empieza a caer la noche y el cielo se pone rojo. Algunos siguen con anteojos oscuros, tiran pasos, los últimos de la fiesta, que esperará hasta el año que viene.