Banderas, locro vegano y un feto gigante en la tarde de la Independencia
Historias de acá
Se vivió una fecha patria a pleno sol en la Plaza Independencia. Tucumanos y turistas se volcaron a los puestos de comida que no dieron abasto. Desde Manuel Belgrano a Merceditas, el icono pro vida, estos fueron algunos de los rostros de la jornada.

Acá, en Tucumán, donde se oyeron por primera vez los ruidos de las rotas cadenas de todo un continente. Acá, donde la independencia dio su primer paso, hace exactamente 203 años, gracias al valor y la decisión de los congresales. Acá y a tan solo un par de cuadras de la casa imponente de historia, bautizada para siempre de grandeza, donde todo empezó, se volvió a vivir una fiesta de la libertad. La Plaza Independencia se bañó de sol y se pobló de tucumanos y de turistas que vivieron una jornada de banderas, música y manjares gastronómicos. Ni el gran Manuel Belgrano se quiso perder la tarde patria tucumana.
Cuando Raúl Velázquez llegó a la plaza, temprano a la mañana desde su casa del Barrio Echeverría, el sol del 9 de julio todavía se agazapaba entre las nubes en el horizonte. Como tantas veces, durante tantos años, Rául llegó a la esquina de San Martín y 25 de mayo vestido para la ocasión: camisa y poleras blanca, pantalón negro y zapatos a tono. El peinado impoluto con prolija raya al costado. La sonrisa leve, pero compradora. El hombre de 61 años, cuarenta de ellos dedicados al oficio de vendedor ambulante, ha montado ahí sus banderas, escarapelas y pines. De todas las fechas patrias, asegura, hoy es la que más se vende.

“La familia ha salido toda. Si hubiera habido colectivo hubiera sido otra cosa, pero gracias a Dios vino mucha gente”, cuenta Raúl que ayer estuvo desde el despunte del día a la noche en la plaza y hoy pensaba hacer lo mismo. A la tarde, alternaba la custodia del puesto con su esposa. Raúl arrancó hace más de 40 años con la venta de banderas y escarapelas en las peatonales de la ciudad: “Antes las hacíamos nosotros a las cintitas, después han empezado a salir las plásticas y las de tela”. La gran novedad desde hace algunos años en el puesto ambulante del vendedor son los pines que se han ido diversificando para incluir a las islas Malvinas, el mapa de Tucumán, la emblemática Casa Histórica y palomas de la paz, entre otras: “Los que más han salido hoy han sido el mapita de Tucumán y la casa histórica, los que más compraron fueron los turistas”. Además, también ofrece pines partidarios del justicialismo y de la UCR, “el que más se vende es el escudo peronista” confiesa. De Cambiemos no hay y no precisamente porque se hayan agotado.
Raúl es consciente que a la patria la hacen los símbolos celestes y blancos, pero a la patria también se la hace andando, por eso, vende masas y rosquetes en su bicicleta de reparto por los barrios Echeverría, Villa Muñecas y Lomas de Tafí en invierno y achilata en verano. Esto nos cuenta el histórico vendedor con la celeste y blanca digital que flamea a sus espaldas en la marquesina led del Teatro Mercedes Sosa, la cantora tucumana que justo hoy cumpliría 84 años. Nos despide amable Raúl, pero antes nos regala el pin de una bandera.

De la esquina de 24 de septiembre y 25 de mayo llega el ritmo de “El Potro” Rodrigo en el sonido inconfundible de la marimba de la Marimbanda. La gente se apelotona a disfrutar del sol y de los sones caribeños. Más allá, la gente del observatorio Willka Wara ofrece mirar directo al sol desde unos telescopios y, aunque nadie lo distinga, seguro está sonriendo como el sol incaico del centro de nuestra bandera.
En otra esquina, la de Laprida y 24 de septiembre, descansa estacionada Merceditas, el feto gigante de papel maché que se ha convertido en símbolo y tótem del movimiento autodenominado “pro vida” de la provincia. Sobre el tráiler que transporta al feto patriótico, Merceditas luce un gran pañuelo celeste y un cartel que reza: “Patria es vida. Salvar la vida es salvar la patria”. Los más grandes le sacan fotos y algunos jóvenes se acercan a tocarlo para constatar por si mismos la piel de papel del extravagante símbolo que, aún fuera del líquido amniótico que preservaría su vida, esboza una sonrisa de cara al sol.

En el medio de tanto trajín de gente que ha aprovechado la tarde de sol para visitar el emblemático espacio público de la ciudad, los que más trabajo han tenido han sido aquellos que ofrecen manjares gastronómicos a los paladares locales y extranjeros que han venido de visita. La oferta es variada desde las autóctonas empanadas, locro, humitas y carne a la parrilla hasta variantes de platos más cosmopolitas como el oriental shawarma. También estuvieron presentes los puestos de cervezas artesanales tan de moda en estos tiempos. Entre los que se la pasaron laburando estos días están los amigos, los gladiariores del asado de “Envueltos en llamas”. José Figueroa nos cuenta que los puestos de comidas no dieron abasto, tarde a la noche muchos ya se habían quedado sin insumos. En su caso fueron 107 los kilos que se vendieron ayer y hoy esperaba igual o superar esa cifra.
Entre esos puestos se destacaba uno que, lejos de las pasiones carneas argentinas, ofrecía locro vegano a 150 pesos el plato. Aunque acaso suene extraño al gusto nacional, pero la alternativa fue todo un éxito: 70 litros de locro vendidos cada día. Según explicó Mercedes Cerviño, una de las cocineras responsables del puesto de alimentos saludables “Hamsa”, los componentes de esta variedad de locro son todos de origen vegetal: a las proteínas las reemplazan por tofu orgánico y hongos y a la grasa por el aceite de oliva extra virgen. “La receta es nuestra, se ha vendido todo”, destaca.

Ya nos vamos, pero en el camino, por plena 25 de mayo, nos cruzamos con una versión local del gran Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, uno de los principales artífices de ese sueño de libertad plasmado en 1816. Camina a tranco apurado cargando un mástil de tacuara similar al que enarboló por primera vez a nuestra enseña patria. Nuestro Belgrano, que no es otro que el actor Nelson Alfonso, integrante del grupo teatral Los Interpretes que desde hace 20 años hace teatro histórico en la provincia, se apresta para la representación de la carpa montada en el centro de la plaza: “El espectáculo arranca en 1810 con la revolución de mayo y el cabildo abierto, de ahí pasamos por 1912 con la creación de la bandera, después el 24 de septiembre con la batalla de Tucumán, luego el encuentro de San Martín con Belgrano en 1814 y de ahí a la declaración de independencia en 1816”, resume el prócer claramente atribulado, no de angustia sino de responsabilidad por llegar a tiempo a representar nuestra historia que se sigue construyendo día a día como hace 203 años y acá mismo, donde todo empezó aquella vez.